No
suele ser común, pero una británica murió 16 días después de dar a luz a su
tercer hijo. Claro que de inicio vinieron
los llantos, luego la tristeza, hasta que un día la mejor amiga de ella y el
marido viudo viraron amigos y se casaron dos años después… O sea, los menguados
dicen que el enlutado hombre pasó a hacer uso de la llamada “reserva
técnica”.
La
trayectoria del romance de Sarah Lee, de 39 años, con Dareen Taylor -un tema
que pronto se convertirá en libro, película, mini serie, telenovela-, es
inusual y poco común. Todo, porque la asistente -en todo sentido- de salud conociera
a su mejor amiga, Alison Darren, en el local de trabajo y la sintonía entre las
dos luego floreció.
Sarah
tenía la costumbre de llevar a su hijo Max, de 10 años, para jugar con los hijos
de Alison, una adolecente de 12 años y un niño de 10. Empero, el lector no debe
pensar mal, pues fue cuando Ali, como la amiga era más conocida, tuvo su tercer
hijo que la situación mudó de rumbo.
Luego
después que Yvie Mae naciera en marzo de 2010, la amiga de Sarah comenzó a
sentir fuertes dolores en las piernas. Durante una salida con los hijos al
cine, esta británica acabó haciendo una promesa que inúmeros opinan que acabó probando
ser fatídica… Otros, todo por lo contrario.
“Estábamos
conversando banalidades, cuando ella me dijo: ¿tú me prometes que si algo
acontecer conmigo, cuidarás de mis hijos? Yo pensé que ella estaba bromeando y
me reí, pero me hizo prometer que yo lo haría”, recuerda Sarah en su entrevista
al periódico “The Mirror”.
Dos
días después, Ali pasó mal y murió. Tenía un coágulo sanguíneo que no fue
diagnosticado. Fue cuando Sarah se dio cuenta que la promesa que no imaginaba necesitar
cumplir se tornó realidad, pues sabía que precisaba apoyar al viudo y sus hijos
en ese momento difícil… Principalmente las noches del enlutado hombre.
“Yo
mal lo conocía, estaba siempre en el trabajo”, contó Sarah. Inicialmente, ella lo
encontró irritante e irresponsable. “Él dejaba al bebe conmigo sin llevar nada,
ni al menos pañales, y desaparecía por días”. En un principio no percibía lo cuanto
Darren, un ingeniero técnico, estaba consumido por el luto.
“Yo
no me sentía nada bien”, confesó Darren durante la entrevista. “Me sentaba en mi
auto por horas y dirigía para cualquier lugar. No salía de la cabeza la idea de
que no tendría perdido Ali si no tuviésemos encomendado otro hijo”.
Eventualmente
Sarah perdía la paciencia y confrontaba a Darren, que de
a poco comenzó a recuperarse. Y a partir de ahí, siempre que ella se ofrecía
para llevar los niños a hacer alguna actividad, él pasó a ir con los hijos… “La
gente conversaba sobre Ali el
tiempo todo. Era lindo tener a alguien que estaba pasando
por el mismo dolor que yo estaba”, relata Darren.
¿Sabe
de aquella historia: tanto va el cántaro al agua que al final se rompe? Pues a
los pocos el compañerismo y la amistad entre ellos creció y se transformó… “Ese
sentimiento me sorprendió.
Yo no estaba a procura de nadie, pero me pareció normal lo que yo sentía por
Sarah”, asume públicamente el ex viudo. Entonces, en abril de 2011, un poco más
de un año de la muerte de la esposa, el carente ingeniero tomó coraje y convidó
a Sarah para un encuentro a solas durante un paseo con los niños.
Soltera
hacía seis años, la británica se sorprendió con la invitación -al menos
aparentemente-… “Yo no lo veía de aquella forma, y no estaba en busca de un
relacionamiento”. Pero esa duda la atormentó por días -y por noches también-, hasta
que Sarah finalmente concordó en salir para tomar un café con Darren y
conversar sobre la situación… “Él la llevó para un aeropuerto de la ciudad, donde
Sarah ya le contara que su padre tenía por costumbre llevarla en la infancia
para observar los aviones”. Tocada con el gesto -luego vendrían los toques más
íntimos-, ella aceptó salir nuevamente con él. Fue en ese encuentro que ella
percibió que podría sentir algo más por el viudo de su mejor amiga… Si es que
el leyente entiende eso de “sentir” en un sentido más profundo.
Y
así, el romance continuó lentamente, de forma casi platónica. “Nosotros no quedábamos
de manos dadas o nos besamos hasta que pasó un buen tiempo”, aclaró Sarah -para
las chusmas-. Con todo, los hijos de Darren y Sarah descubrieron de manera
eventual que los dos se habían tornado una pareja, y conmemoraron la noticia.
La
cautela dio lugar al amor pleno cuando Darren se dio cuenta que quería casarse
con Sarah. “No sé por qué, pero conseguía verme a su lado para siempre”, recordó
el astuto y famélico ingeniero. La parte más difícil fue contar a los amigos y
la familia, especialmente a la madre de Ali.
No
en tanto, la ex suegra comprendió y dio su bendición a la pareja de ex amigos. “Claro
que yo perdí algunos
amigos. Algunas personas llegaron a acusarme de yo haber sido amante de Darren mientras
Ali estaba viva, y eso me dolió”, analiza Sarah. Verdad o no, pese a todo, ellos se casaron
en diciembre de 2012.
Hoy,
Sarah dice que llegó a cargar con un sentimiento de culpa por haberse apasionado
por el viudo de quién fue su amiga por mucho tiempo. “Demoró
bastante, pero finalmente me perdoné”, admitió
la británica. Por supuesto,
Darren dice que no se importa mucho con lo que los otros piensan de ellos… Principalmente
por tener quien le caliente las sábanas en el invierno.
“Las
personas siempre van acreditar en lo que quieran. Pero Sarah y los niños son lo
que importa para mí. Estoy convencido de que Ali iría querer que yo siguiese en
frente, y si la situación fuese a la inversa, a mí también me gustaría que ella
hiciese lo mismo”, declaró Darren. “Ali era maravillosa, única e insubstituible -hasta cierto punto- Y sé que ella
estaría feliz por mí”.
No sé, pero todo este relato me pareció muy similar
cualquier novela mexicana, especialmente aquella: “El derecho de nacer”. No
obstante, como decía el filósofo: oyendo cuentos sobre paisajes interiores
hasta el punto de desfallecer de lágrimas, seremos consumidos virtualmente por
lo que los franceses llamarían simplemente de “rien, bon-songes”… ¡Muy oportuno!
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