Desde
tiempos inmemoriales, aunque no haya exactitud ni documentación comprobatoria
al respecto, a los terráqueos se les ha dado por preguntar por qué razón los
perros roen huesos que ya están más pelados que bola de billar; por qué a los
vecinos les gusta más la mujer del prójimo que la que tienen en casa; cual es
el motivo que hace que una caja realice la felicidad de un gato, y otros
cuestionamientos por el estilo y similitud… Cuanto a los gatos, me refería a los
de cuatro patas, obvio.
En todo
caso, quien convive con un felino doméstico sabe bien lo que significa para
ellos entretenerse con una caja. Sin embargo, muchos no consiguen entender por
cual motivo ellos gustan tanto de un lugar apretado. A bien verdad, aunque la
ciencia aún no sabe lo cierto del asunto, unos biólogos holandeses fueron atrás
de la respuesta. Y finalmente arriesgaron a dar un palpite: herencia de la vida
predatoria.
Para llegar
a esta conclusión, ellos dividieron 19 gatos en dos grupos y los colocaron en
dos ambientes diferentes. Un grupo tenía algunas cajas disponibles para poder
esconderse y el otro no. Y así, durante 14 días, los investigadores observaron
cual era el comportamiento y las señales de estrés de los animales.
Como
resultado, los gatos que tuvieron acceso a las cajas quedaron bien menos estresados:
ellos se adaptaban más rápido al nuevo ambiente y demostraban más interés en obrar recíprocamente con humanos.
Por supuesto
que este tipo de conclusión no aclara mucho la cuestión y una pléyade se estará
preguntando lo qué eso quiere decir.
Pues bien,
según la investigación, los resultados muestran que las cajas son para los
felinos una protección, funcionan como un buen escondite para cazar o huir de
otros predadores.
Claudia Vinke,
una de las autoras de la investigación, se ha encargado de explicar:
“Esconderse es una estrategia comportamental utilizada por la mayoría de las
especies para lidiar con las mudanzas en el ambiente y con el estrés”,
Por tanto,
mi gatuno leyente, siguiendo estas recomendaciones y aplicando la lección dada
por estos maestros del saber gatuno: consiga cuanto antes una caja para su
gato. Pues adaptado o no, lo cierto que él se pondrá más feliz y menos estresado cuando vea a alguna de sus vistas a
su alrededor… Cuanto al otro gato de dos patas que usted tiene en casa, lo
recomendable es que de vez en cuando lo encierre en el ropero durante algunas
horas, principalmente si llegan visitas femeninas más jóvenes que usted.
Como sea, si
el uso de la caja o el ropero resulta en una solución o no, no hay más remedio
que concordar con lo mencionado un día por el alienado de Friedrich Nietzsche,
cuando se le ocurrió mencionar que “los animales ven en el hombre un ser igual
a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto
animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al
animal que llora, al animal infeliz…
Ergo, mismo
que ésta tan propalada profecía no posea el frescor dinamarqués o la aflictiva
dramaturgia shakeseariana, parece inútil querer filosofar al respecto de la
Nada mientras corremos por los jardines del Edén… ¡Impresionante!
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