sexta-feira, 30 de setembro de 2016

San Jorge



Cuentos son cuentos y en ellos el lector siempre puede añadir detalles y fantasear a su gusto. Pero acredito que en este aquí puede que no.
…Existe en cierta iglesia de un país del Viejo Mundo varias estatuas monolíticas, pero una en particular llama la atención, pues además de candelas encendidas por quienes piden intervención milagrosa, está especialmente un gran San Jorge, acorazado con pectoral, yelmo y perneras, con plumas al viento y gran bigote de guardia civil del cielo.
Sin embargo, la historia de este San Jorge viene a ser una página negra en los anales del arzobispado del lugar. El caso es que en cierta procesión, no se sabe a lo cierto en cual, sin que ello salga perjudicada la inteligencia del caso en cuestión, solía salir siempre San Jorge montado a caballo, como corresponde a quien, desde inmemorables tiempos, anda en encendida lucha con los dragones. A caballo, y empuñando la lanza, recorría San Jorge las calles de la ciudad recibiendo, lógicamente, preces y saludos militares, mientras el caballo, llevado firme de la rienda, piafaba de contento.
Así fue por muchos años, hasta un día, nefasto, en que el caballo que había de transportar al santo le pusieron herraduras nuevas, por estar las viejas gastadas. Sale el cortejo, ocupa San Jorge su sitio en la procesión, y he aquí que tropieza el animal con un carril de los del tranvía, resbala, le huye el suelo bajo sus manos y patas, y allá va San Jorge de bruces contra el pavimento, con estruendo terrible, pánico y consternación.
Estruendo fue lo que se oyó, pánico el de los ratones que en tropel huían de dentro del santo, y consternación la de los curas, devotos y demás acompañantes, que veían así, demostrado en plena plaza pública, el nulo cuidado que el interior del santo les merecía. En él habían hecho nido los ratones de la iglesia, y eso no lo sabían los clérigos. Esto ocurrió hace muchas décadas, y, de vergüenza, nunca más San Jorge volvió a salir a la calle.

Allí está, en la capilla, triste, lejos de la ciudad amada por donde nunca más asomó la cara, con su pluma cimera ondeando al viento y la lanza pronta. Con todo, algunos vecinos fantasean que a altas horas de la noche, cuando la ciudad duerme, aparece por la capilla un caballo de sombra que, en seguridad, lleva de paseo al santo. No hay en el camino quien le aplauda, pero San Jorge no le importa, ha aprendido a su costa de cuán poco depende la gloria. 

quinta-feira, 29 de setembro de 2016

Aprendizaje


No me extraña que ciertas personas pierdan su tiempo durante la vida entera luchando contra lo que sea que les amargue la existencia; en cambio, yo nunca he tenido ningún tipo de resentimiento hacia el destino y sus más diversos avatares e infortunios.
En mi caso específico, estimo que algún dios anónimo ha puesto a las personas adecuadas en mi camino, y que algunas de ellas me enseñaron el verdadero significado del amor, en cuanto otras tantas me han mostrado que no debo entregar demasiado el corazón.
Cuanto a éstas primeras, me muestro conforme para afirmar que ellas son como fotografías ambarinas que he conservado en mi mente, y las que me han dejado un poco de amor, afecto, lealtad, cariño, simpatía; personas que de ninguna manera se pueden olvidar.
Incluso, aprendí que los ex amores no fueron errores, y hasta me arriesgo a decir que a pesar de todo, ellos me han dejado sabias lecciones, y que los distintos tropiezos que tuve han permitido que cada vez duelan menos las caídas, porque al final siempre llegan a sanar las heridas y, aunque nada se olvida, debo recordar siempre sólo lo que en un cierto momento alegró mi vida.
Con el tiempo aprendí también que nada puede llegar a golpearme, al menos que yo lo permita. Aunque sobre todo aprendí que antes de amar a alguien debo aprender primero a amarme a mí mismo.
Y así, de pormenor en pormenor he ido descubriendo, además de mi alma, el exterior y la intimidad que me rodea, o quizás debería decir el milímetro de universo que me tocó en suerte cuando Dios hizo el reparto. Como sea, bien sé yo que muchas veces me sentí prisionero de una circunstancia que no busqué sino que ella me buscó. Pero eso ya no me aflige, porque al final acabé descubriendo que varios pormenores al fin suelen convertirse en asuntos pormayores.
Por tanto, concluyo que cuando uno finalmente aprende a amarse, son pocas las cosas que logran lastimarnos, y que hay ciertos amores que mismo que uno desafine de manera grosera la armonía de la melodía, dejan una canción para siempre.

quarta-feira, 28 de setembro de 2016

Felicidad


La felicidad que todos buscan en la vida, es algo que se parece a un perfume que no podemos verter sobre otros sin que algunas gotas caigan sobre nosotros mismos, ya que con frecuencia abarca la misma felicidad que brindamos a los demás.
Lo que de cierto suena medio extraño, es que algunas veces sospechamos de la felicidad. Es que si la tenemos o la sentimos, estamos seguros de que ella no durará mucho, y tenemos la supuesta convicción de que la desventura y la adversidad no deben andar muy lejos. Es más, de alguna manera disfrutamos del vago sentimiento de que luego seremos castigados por algún dios intrínseco si nuestra alegría perdura más allá de lo común.
Evidente que la mayoría de los humanos, inclusive yo, no actuamos con ese tipo de locura patológica en su grado extremo, aunque, para decir verdad, eso no signifique que no tengamos probablemente algunos síntomas.
Instintivamente sentimos que hay algo que no es del todo aceptable en el hecho de que las cosas nos vayan bien, y de ahí comenzamos a ver angustias a la vuelta de cada esquina y debajo de cara farol o dentro del ropero. Y tanto le damos manija al asunto, hasta que al final terminamos angustiados y luego alcanzamos el punto que nos llega a preocupar la propia preocupación.
También existen aquellos que se sienten molestos por la felicidad de los demás, y hasta pueden llegar a demostrar verdadero desprecio por la felicidad de los otros, a la que denominan ingenuidad. Esas son personas tan pesimistas que, cuando sienten un perfume a flores, luego buscan de inmediato localizar el ataúd. Sin duda es una actitud cínica que surge, usualmente, por envidia.
Cuando éramos niños, dábamos por sentado que cada día nos brindaría una felicidad mayor. Celebrábamos todo: las flores, los animales, otros niños, los adultos cariñosos, el aprendizaje, y los abrazábamos a todos con los brazos abiertos y una gran alegría.
Pero también debemos reconocer que cuando éramos niños, llorábamos bien alto para llamar la atención. Hoy, ya de grandes, lloramos bien bajito para no tener que explicar la razón.

¿Me pregunto cuáles serán las causas reales de que esta alegría se convirtiera en cinismo al crecer?

terça-feira, 27 de setembro de 2016

Privilegio



Los humanos tenemos una necesidad instintiva de estar cerca unos de otros. A algunos de esos entes los llamamos de amigos, si bien lo que pretendemos decir realmente, es “conocidos”, puesto que en realidad la amistad significa dos sujetos que están comprometidos entre sí durante un tiempo relativamente prolongado que les permite atravesar juntos conflictos, alegrías, tristezas y demás cambios y sentimientos.
Más o menos, todos coincidimos que haber vivido sin tener un amigo verdadero es haber perdido una de las experiencias humanas más satisfactorias y estimulantes que nos concede la vida. Sin embargo, lo que vemos, es que todos los días las personas viven y mueren ante extraños, solos, sin haber tenido jamás un amigo real.
Claro que existe un modo indeliberado de entender la vida, como si fuese un estilo sin bullas ni hurras, sin la huerfanidad de las tinieblas ni el acompañamiento rítmico de las melodías. Pero eso sí, hay que tener cuidado y no avanzar la vía, porque de nada sirve ser vagabundo ni gozar de las primicias de la soledad, pues eso es lo que permite que el cuerpo se vuelva un artefacto y ya no importan vergüenzas ni utopías.
Por supuesto que cada alborada mañanera reclama su indispensable accesorio, donde cada crepúsculo pasa a ser un artilugio inevitable, y cada relámpago una chispa suelta.
Se estima que en el modo mecánico de entender la vida, uno tiene que ser medio maestro y artesano a la vez, por lo que debe adquirir una herramienta sin perdón, un serrucho de angustia, un cincel de rabieta.
Yo, por ejemplo, todos los días enfrento mis monstros internos y nadie se entera de ello. Sin duda hay días en que el cansancio me arranca lágrimas, pero hay otros en que la esperanza me recoge en risas. Por tanto, necesitamos que ser gentiles unos con los otros, y a su vez respetar lo que no conseguimos entender. Cada uno sabe las batallas que vence dentro de sí.
Cada instante que uno pase disgustado, desesperado, angustiado, furioso o dolido, a causa del comportamiento de otra persona, es un instante en el que renunciamos al control sobre nuestra vida.

Ah, pero cuidadito con desanimarnos si algún tonto nos dice que nos falta un tornillo. 

segunda-feira, 26 de setembro de 2016

Amor de Verdad


Normalmente sospechamos de aquellos que aman, y por tal motivo los ignoramos y los creemos unos ingenuos, no sin antes rotularlos como individuos irrelevantes, o acaso, aleatoriamente, luego imaginamos que su comportamiento es falso.
Casi siempre partimos de la premisa de que nadie puede preocuparse realmente por otra persona sin tener motivos adicionales. Por consiguiente, las cualidades esenciales del amor, la generosidad y la confianza las relegamos al reino de la trivialidad y las ignoramos.
En el extremo de la sospecha, una multitud claudicante considera este apostolado como crédulo e irreal, por ellos afirmar que el amor apenas si tiene fuerza para mantener relaciones y que el corazón está encerrado dentro de sus propios límites. Por tanto, es ridículo que alguien dependa del ficticio poder del amor para solucionar sus problemas, basándose en el supuesto de que si intentan amar a todos corren el riesgo de finalizar su vida sin ningún amor.
Creo que estos no están lejos de la verdad. Con todo, es oportuno recordar que el amor sólo podrá funcionar el día que abandonemos los paradigmas y conceptos anticuados que continúan a paralizar los seres dichos humanos. Por tanto, opino que debemos dejar de considerar que el acto de amar está reservado sólo para determinados lugares y momentos y en forma restrictiva para lo que nos conviene.
En cierto momento habrá que dar un basta a todo eso, y tendremos que oponernos y luchar contra todos aquellos sofisticados que consideran que el amor es una fruslería o una tontería romántica, una palabrería idealista, un trance no científico y antiintelectual.
Necesitamos aceptar el amor en nuestra vida como la fuerza más universal que ha sido descubierta en tiempos lejanos para la unificación y bienestar, accesible para todos los que realmente lo quieren. Sólo entonces descubriremos que el amor, plenamente realizado, tiene poder de apartar las cosas pequeñas que nos separan y revelar el hecho de que cualquier posible enemigo o discrepante también tiene rostro y corazón. 
No quiero equivocarme, pero acredito que todos los seres humanos buscamos algo que dé un mayor sentido a la existencia, ya que de alguna manera todos deseamos salir fuera de nosotros mismos para unir nuestras vidas a los demás. Ergo, el tema del amor en todas sus revelaciones, también lo abarca todo, pues al final de cuentas es la vida quien nos abraza y no nosotros a ella.

sexta-feira, 23 de setembro de 2016

Hipnotizados



No es de admirarse que ya nadie se enamore de nadie. En todo caso, cuando nos roza un proyecto rudimentario de eso que los famosos estudios de Hollywood suelen llamar amor, entonces alguien menciona el futuro y de repente se nos cae la estantería. No exclusivamente a mí. Me refiero a todos los que gozan del amor despabilado y simple, no el de los peliculones azucarados de Hollywood ni el de los llorosos culebrones mexicanos o turcos sino el posible, el de la cama monda y lironda.
Nunca ha sido confirmado que los ángeles no hacen el amor, pero no por eso ha de significar que ellos no lo hagan de la misma manera que los mortales. A pesar de que existe otra versión, también no confirmada pero sí más verosímil, la cual sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos por la mera razón de que carecen de los mismos, ellos lo celebran en cambio con palabras, vale decir, con las apropiadas para casos celestiales.
Esto hace posible imaginar que cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias tanto galácticas como terrenales, empiezan por mirarse sin llegar a hipnotizarse, cuando no pierden oportunidad para seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, han de ser angelicales.
Considero, por tanto, que sus palabras se cruzarán de manera repentina como meteoritos que caen del cielo, pero a su vez acariciantes y suaves como si fuese una brisa de primavera. A más, las frases que ellos intercambien han de impregnarse de una condensación idílica cuando, aquí y allá, entre nubes de nieve y algodón, circularán el aire y su expectativa.
Por otro lado, aquí en la tierra, existe gente que con sólo decir una palabra enciende la ilusión y los rosales; que con sólo sonreír entre los ojos, nos invita a viajar por otras zonas, a otros cielos, y nos hace recorrer toda la magia.
Son ese tipo de personas que solo con darnos la mano rompen la soledad, nos interrumpen la respiración, hacen nacer mariposas en el estómago, coloca guirnaldas en el espíritu y su voz genera una sinfonía de entrecasa. Tan sólo con abrir la boca nos llega hasta los límites del alma, alimenta una flor, inventa sueños, nos hace tararear la canción del ensueño y se queda después, como si nada.
Tal vez sea por esto que uno se va de novio con la vida desterrando una muerte solitaria, pues sabe que a la vuelta de la esquina hay gente que es así, tan necesaria.

quinta-feira, 22 de setembro de 2016

Clemente Memoria



Con ojos casi siempre llorosos no a causa del llanto sino por la propia vejez, puedo reparar con cierta fascinación las ajadas palmas de mis manos. Me embarga una pena verlas tan mustias, pero no alcanzo a echarles en cara el hecho de que ellas ya no conserven el recuerdo táctil de las mujeres que amé y otrora mil veces acaricié, aunque en la mente sí las siga teniendo bien presentes.
Es gracias a ellas que hoy puedo recorrer plácidamente aquellos cuerpos como quien pasa el rollo de una película de amor y detener la cámara a mi gusto para fijarme en un cuello que ya no sé bien de quien era pero que siempre me conmovió; en unos pechos que tampoco recuerdo a quien pertenecen pero que durante varios años me hicieron creer en algún dios; en una cintura delgada que reclamaba por mis brazos que en aquel entonces eran fuertes; en cierto pubis de musgo rojizo, un matorral de lujuria que tanto se aparecía en mis ensueños como en mis pesadillas; o hasta en un par de labios gruesos de un rojo oscuro como sangre de toro brioso brotando entre las venas, siempre sedientos de besos de salacidad.   
Lo más curioso de todo, es que a menudo me acuerdo de algunas partículas de los cuerpos y no de los rostros o los nombres. Sin embargo, otras veces recuerdo un nombre y no tengo muy clara la idea de a qué cuerpo correspondía
Pero existe un nombre que recuerdo junto a su cuerpo. Claro que es el de mi mujer. Es que estuvimos tantas veces juntos, ya sea en el dolor pero sobre todo en el placer, que se me hace imposible borrarla de la memoria. Como no fuimos solamente cuerpos que han vivido los años, ella, mientras pudo, supo muy bien cómo hacerlo.
En aquel entonces me bastaba una miradita de sus ojos saltones para que se me pusieran los nervios de punta. Es que mi mujer parecía verle a uno hasta el hígado. Y hasta puede ser que ella imaginara que yo tenía mis cosas por ahí, sin embargo, jamás me hizo una escena de celos, esas porquerías que termina por corroer la convivencia.

quarta-feira, 21 de setembro de 2016

Volvió


Había sido un sujeto optimista y animado que un lejano día partiera ilusionado en busca de su destino, sin saber a lo cierto cuándo lograría volver, y sin suponer si realmente alcanzaría a ver otra vez el refulgente sol y el amplio cielo como mar de su tierra.
Sin embargo, cierto día volvió. Pero regresara con una inmensa sombra gris en el alma, con el corazón hecho más de mil harapos a causa de ese tipo de desdichas gratuitas que nos dona la vida. Volviera con el espíritu doblado por la congoja, tal cual se doblan a veces las sensibles ramas del sauce cuando lo castiga el viento invernal.
Retornó con una triste mueca que hacía más de quince años había sido sonrisa. Ese tipo de gesto infortunado que muchos dirán que oscila entre la desdicha y el agobio. No obstante, haciendo frente a su trance fortuito, él ni siquiera había aprendido a sentir melancolía. Mucho menos rabia.
La esencia de su problema radicara en que un día su espíritu no aguantó más ni el dolor ni la alegría planificada, esos tipos de gestos característicos que son obligatorios por decreto, con fecha fija.
Hoy noto su ascético cuerpo deambular por las calles de mi barrio tal cual un ser alado, aleteando por ahí entre las sombras de los árboles como si él fuese un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y a su vez como un Ángel de la Muerte, viudo y tenebroso.
Una y otra vez lo saludo y él me responde siempre con una sonrisa, un cabeceo conformista y una mirada de otoño casi a la puerta del invierno, lacrimosa, como suele ser de costumbre a esa edad, pero eso sí, inteligente.
Por veces paramos para conversar sobre amenidades, pero noto que nuestras palabras se cruzan, vertiginosas, como si ellas fuesen meteoritos, o acariciantes como copos de nieve. Las sujas son apenas sílabas que se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nevada, circulan el aire y su expectativa.
A pesar de ello, de tanto mirarlo y observar sus gestos, me he dado cuenta que el ambiente, la gente en las calles, la tristeza o el regocijo en los rostros de la muchedumbre, el sol o la lluvia sobre las multitudes, lo cansan con su entusiasmo fingido y sus fallas de sintaxis.

terça-feira, 20 de setembro de 2016

El Engañador


Supuestamente, un sinnúmero acredita que con el pasar de los años, el amor y el matrimonio se van convirtiendo en costumbre, en un hábito perverso, una rutina insulsa.
Incluso podría hablar de este asunto de una forma más sencilla, sin necesidad de dar al tema una imagen falsa, una especie de fotografía que ha sido retocada, o hacer igual a esos tipos de personas que forman solitarios con las barajas y se estafan a sí mismos.
Lo cierto, es que en estas cosas, a mi edad, uno anda como desconcertado, aturdido, confuso, qué sé yo; pero igual percibe que la costumbre conyugal va como lavando despacito el interés entre la pareja así como el agua lava la yerba del mate.
De a poco, marido y mujer van tomando las cosas con cierta desaprensión, como que la novedad del noviazgo ha desaparecido y perdió su magia. En suma, es como que el amor, el entusiasmo, y la pasión, se han ido encasillando cada vez más hasta convertirse tan solamente en números del almanaque, en fechas, en gestos, en horarios, en rutinas machaconas e insustanciales.
Cuando la pareja cae justamente en esos vicios, es que un tercer extraño suele dar la cara y aprovecharse de la circunstancia; puede ser hombre o mujer, dependiendo a quien le toque, aunque más adelante ese mismo individuo que de inicio nos pareció original esté condenado a caer en idéntico hábito rutinero y terco, mismo que al principio se tenga la ventaja de la novedad.
Es precisamente ahí, que el que comienza a engañar vuelve a sentirse joven, aunque no discuto que a cierta altura de la vida, de vez en cuando, es como que un hecho necesario. Es el momento crucial en que el iluso vuelve a esperar con ansia cierta hora del día, una cierta puerta que se abre, un cierto ómnibus que llega, un cierto auto que aparca, una cierta cortina que se corre sutil para espiar quien viene, un cierto encuentro clandestino en alguna esquina con poca luz, y hasta llega a poner cierta poesía en la mirada, se enamora de las canciones, de las flores y la luna y sus estrellas, miente cautelosamente, y hasta vuelve a emocionarse nuevamente en los atardeceres.
Sin embargo, cuando uno de los dos conyugues cae en ese disparate, es inevitable que la conciencia pesada de adultero surja el día menos pensado y le pase la cuenta, quizás cuando él o ella vayan a abrir la puerta de calle, o cuando se él se está afeitando o ella maquillando y de repente se mira distraídamente en el espejo.
Puede que yo no le haya dado a las frases y palabras el cariz necesario. No sé si me explico. No sé si es fácil entenderlo. Pero el que engaña, primero tiene una idea de cómo será la felicidad, para luego después ir aceptando correcciones a esa idea, y sólo cuando ha hecho todas las correcciones posibles, cuando frena a tiempo, el engañador se da cuenta de que lo único que está pretendiendo hacer es trampa. Al final de cuentas, antes de ser infiel, hay que pensar que se está traicionando la confianza de alguien que nos quiere de verdad, por alguien que tal vez nos olvide mañana.

segunda-feira, 19 de setembro de 2016

Amor Materno


-Ya voy, mi amorcito -anunció la madre con voz tierna, porque en la camita su bebé lloraba desconsolado, mientras de pie, al lado de la hornilla, ella cuidaba la leche que hervía. No sabía lo que debía cuidar primero.
Al final del día, extenuada por los cometidos del hogar, en ese instante su voluntad era de acostarse y no levantarse más. Hasta imaginar algo agradable le resultaba difícil.
¿Qué podía pensar de interesante? Alcanzó a cavilar la madre, de ceño arrugado y boca fruncida. A no ser que su pequeño hijo parase de llorar y que la maldita leche hirviese de una vez para poder alimentarlo.
Cuando finalmente pudo aferrar a su niño, lo apretó cariñosamente contra su pecho y por milagro el cansancio se evadió de su cuerpo, la voluntad que tenía de acostarse desapareció y su corazón volvió a latir rítmico.
Cerró los ojos por un segundo y se sintió feliz; ni parecía la misma mujer de instantes atrás. No había duda que aquél diminuto corazoncito que estaba batiendo junto al suyo, era lo que le daba suficiente coraje para enfrentar sus propias desgracias.
Mientras ella saboreaba del momento y se sentía de espíritu elevado, la puerta de su humilde casa fue abierta de pronto de un puntapié. Era su hombre, que notoriamente venía otra vez borracho.
-Dale, haceme un café -ordenó éste, perentorio.
Como ella se demoraba, el marido le arrancó el crío de sus brazos y lo tiró peligrosamente sobre la cama grande. Sin embargo, justo cuando el hombre se preparaba para bajar el puño con furia sobre su hijo, la mujer tomó una cuchilla y, reuniendo fuerzas extrañas, se la clavó en las costillas varias veces hasta que lo vio caer inmóvil. Había sido una leona protegiendo su cachorrillo.
Entre el hijo y su compañero, el amor de madre habló más alto, y en ese momento crucial sólo pensara en cómo defender la vida de su inocente hijo. La cuchilla estaba a mano encima de la mesa, y ésta se transformara en su único recurso.  

sábado, 17 de setembro de 2016

Sombras



Sueño de mi vida, quizá si las sombras de la noche no fuesen tan lóbregas, la luna y las estrellas no brillarían tanto; pero si tú lo deseas, nosotros dos podemos tropezar sin querer en un velo nocturno y a lo nuestro lo llamamos destino.
Y cuando te digo tropiezo, me refiero en especial a ese sino que es el poder sobrenatural inevitable e ineludible del ser humano, el que según los sabios nigromantes creen, es el que guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad, pero eso sí, ebrio de amor y pasión.
Ilusión de mis minutos interminables, la sombra de mi alma está sumida en una región de oscuridad donde la luz ha sido obstruida un día por penas sin olvido. Pero sin tu luz de aliento y tú amor, ya no soy más que tierra y sombra en una aldea con frio, fango oscuro y vendavales.
Puede que detrás de mis ambiguas palabras, endulzado almíbar de mis ilusiones, a tu mente acuda la innegable imagen de que existen grados intermedios de sombra y luz entre las superficies que se encuentran completamente iluminadas y la completa oscuridad. Y es justamente allí que se oculta mi alma entristecida, en esos mismos efectos imprecisos que convenimos llamar de penumbra.
Y aunque no me falte la redoma que contiene el vino de la vida, sin tus besos vivo enfrascado esa media luz de una existencia sin amor, luchando para que la tiniebla de mi alma desdichada no intente arrastrar vestigios, adherencias sin rumbo, álgidos vientos de Junio, herencias frías, huellas de ilusiones aniquiladas, hojas de papel arrugadas que esconden vocales y consonante de palabras tiernas que un día me quedaron ahogadas en el sentimiento.
Deseo morir besando tu loca boca de verano caliente, abrazado a un pedazo perdido de tu cuerpo mientras busco luz en tus ojos cerrados; y así, cuando la tierra reciba nuestro abrazo, podremos morir confundidos en una única muerte, porque el mejor lugar del mundo es sin duda vivir dentro de un abrazo, juntos para siempre en un beso eterno.

sexta-feira, 16 de setembro de 2016

Impaciencia


La gente no debería inquietarse con cierto tipo de cosas. Existen muchas maneras de alguien despedirse: dando la mano, dándose un beso, con un abraso tierno, sonriendo, o seguramente dando la espalda, nombrando fechas, echando en cara lo que podría haber sido y no fue, con voz de olvido, o pensando en nunca. Por eso es muy importante aprender a volar entre tanta gente de pie.
La vida es por cierto un desierto y oasis a la vez. Nos derriba, nos lastima, nos ultraja, nos enseña, y a su vez nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Por tanto, nunca podemos dejar de acreditar que las palabras y las poesías consiguen cambiar nuestro mundo aunque el viento de la desdicha sople en contra, puesto que si no dejamos de soñar, siempre podremos aportar una nueva estrofa a nuestra épica vida.
Ciertamente, todo lo que uno realmente quiere y desea en esta vida, está del otro lado del miedo y de la ansiedad. Es probable que por esas causantes, a veces nos sintamos felices así, por nada, por todo, por lo que sea; si bien es cierto que muchas veces la gente también llora, no porque sea débil, sino porque tal vez lleva demasiado tiempo siendo fuerte.
En ocasiones tampoco existe una próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es un ahora o nunca; no obstante, sin ideas, no hay paraíso, ya que el que vive de ilusiones muere de realidades. No podemos olvidar que en la eterna lucha entre el arroyo y la piedra, siempre triunfa el arroyo. No porque sea más fuerte, sino porque persevera.
El hecho de decir, tiene algo que ver con el tiempo. La ausencia de tiempo es algo que se sueña, es algo que llama la eternidad, y ese sueño consiste en imaginar que uno se despierta. Uno pasa su tiempo soñando, ya que no se sueña únicamente cuando se duerme.
El inconsciente es, precisamente, la hipótesis de que no se sueña solamente cuando se duerme. Ergo, lo aconsejable es uno no preocuparse, ya que en algún momento aparecerá en nuestra vida alguien que encenderá las luces que otros apagaron.

quinta-feira, 15 de setembro de 2016

Las Amigas



Existen cuentos que se perpetúan ad infinitum por la tradición oral, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes y que puede dar cuenta de hechos reales o fantásticos, pero siempre partiendo de la base de ser un acto de ficción, o una mezcla de ficción con hechos reales y protagonistas reales, como es el caso a seguir.
…Ellas salían siempre juntas. Antonia era una mujer divorciada. Luisa era arquitecta y aún tenía la pretensión de hallar quien la consolara afectivamente. Perla, profesora universitaria, ya había vivido muchos amores en su vida. Marieta, la más joven de las cuatro, tenía un novio que no siempre daba su aire de gracia.
Este cuarteto era muy unido; ninguna hablaba mal de quien quiera y fuese. Ellas iban juntas a los cafés, a las discotecas, danzaban en las noches de sábado, y siempre, siempre, estaban prontas para levantar el astral de quien de ellas comenzase a dar señales de depresión.
No era de dudar, porque la de ellas era una amistad que ya duraba cinco años, más bien, desde que Antonia había sido abandonada por el marido por una chica diez años más joven. Fue, justamente en esa ocasión, que las otras tres amigas, que por entonces eran meramente conocidas, se unieron para dar algo de consuelo a su repudiada amiga.
Con el paso del tiempo, Antonia y Luisa comenzaron a tornarse cada vez más íntimas, al punto que una ya no salía de la casa de la otra. Entonces, un bello día comunicaron a las otras dos amigas que ellas pasarían a vivir juntas.
Y si una gustaba de la otra, por qué no asumir esa unión que se tornara muy importante en sus vidas, que llenaba sus instantes vacíos y las hacía sentir muy felices…
-¡Que se vayan al diablo las convenciones! -insistieron en decir-. Lo principal, para nosotras, es el placer de estar juntas -afirmaban con convicción desmedida.
Fue así que el viejo cuarteto viró dueto. Evidente que Marieta y Perla quedaron impresionadas por causa de tan prodigiosa alianza, pero las dos estaban acostumbradas a no realizar cualquier comentario. Inclusive, cuando alguien hablaba cierta cosa fuera de contexto, ellas disfrazaban su aturdimiento explicando que continuaban amigas, porque a veces los caminos se separan.
No demoró mucho, y Marieta se fue definitivamente a vivir junto con su novio, y todo indica que hasta el presente continúan juntos.

Por otro lado, Perla, la que era profesora, continuó a experimentar sus muchos amores de siempre. Como en los viejos tiempos, solía apasionarse perdidamente cada vez que alguien surgía en su vida, e, invariablemente, a causa de su buen presagio, pensando que ese sería un amor definitivo. Sin embargo, luego de un corto tiempo de amorío, ella se desilusionaba y continuaba a procura del príncipe de sus sueños… Nunca desistió. 

quarta-feira, 14 de setembro de 2016

Ebrio de Amor


Incongruentes campanillas que tintinean en el pecho, mariposas que revolotean en el estómago, pies que pisan en nubes, una mente lejana extraviada en la nostalgia son, sin duda, los desvariados sentimientos de todo ser apasionado.
Vencido por esas emociones, cuando la aurora vuelque de vez sus flores silvestres en la inmensa copa del cielo infinito y en el aire de cristal que envuelve hoy mi alma se desmigaje el canto del último ruiseñor, viviré el momento en que la brisa matinal reabrirá las rosas para decirle a las ilustres violetas que ellas ya han desplegado su espléndido ropaje multicolor, y quizás mi alma descubra entonces que si existen lámparas que se apagan han de surgir esperanzas que recién se encienden.
Dama de mis sueños incontinentes, ese efluvio menudo y tenue que envuelve las flores, ¿por acaso es una voluta de perfume o el débil amparo que les concedió la luna entre la bruma de la noche? Por acaso tu cabellera de oro caída como catarata sobre el rostro en la alborada, ¿son las tinieblas de la noche que tu mirada ha de disipar con el primer rayo de sol?
Princesa de mis quimeras, cuando vaciles bajo el peso del dolor porque ya no hay noches de plenilunio o tu amor se ha roto o de repente se marchitó, cuando estén ya secas todas las fuentes de tus llantos, cuando el resplandor del día te exaspere, o cuando llegues a desear que una noche sin aurora se abata sobre tu mundo, piensa entonces en el césped que brilla tras la lluvia o el rocío de la madrugada, piensa en el despertar a mi lado… Es lo que deseo y sueño.
Notarás entonces que así como el cielo nocturno vuelca sus rosas de amor sobre la tierra de mi corazón reseco, las estrellas han de dejar caer sobre el tuyo sus pétalos de seda para tapizar el jardín de tu alma… Ven, ven a beber de mi copa el rosado vino de la felicidad.
Esta es precisamente mi vida ahora, cazar ideas, soñar despierto y casi siempre hablar dormido y, de vez en cuando, cuando estoy con suerte, hablar contigo.

terça-feira, 13 de setembro de 2016

Lluvia



Estoy convencido que existen personas que con solo abrir la boca y decir una palabra encienden la ilusión, que logran llegar a todos los límites del alma, que alimentan una flor, inventan sueños, las que de repente hacen cantar el vino en las tinajas, y permanecen después, serenas, como si nada.
Lo cierto de todo ello, es que cuando al fin percibimos que queremos pasar el resto de nuestra vida con ese tipo de persona, deseamos que ese resto de nuestra vida comience lo antes posible.
A mí me gusta llamarlo de amar lo sublime, de festejar los detalles simples, con la misma transparencia de advertir las cosas que me envuelven con el resplandor de una lluvia que cae y desaparece… No de aquella lluvia que cae como catarata agrupada en una sola gota opaca y pesada.
Diría, más bien, que es un amor que surge como camino mojado por las aguas de fines de Marzo, otoño que brillará entonces como si fuese cortado en luna llena, en plena claridad de la madrugada, en mitad de una fruta madura, en una boca suplicante elevada a la luz de la luna.
Un sentimiento que será igual como lo es el agitado mar que para las calles hace correr precipitada la vaga neblina del amor como aliento de animal que fue encerrado en el frio, para luego ver las desplegadas lenguas de agua que se acumularán en las alcantarillas del camino, prestes a cubrir ese mes que a nuestras vidas prometió la eterna floración de primavera.
Contigo presa en mi alma, he de volar en ese tiempo, dulce amor de mi vida, sin alas, sin dudas, pero como si fuese águila guerrera, y entonces me he de inclinar sobre el fuego de tu piel de durazno maduro, de tu frágil cuerpo nocturno sin estrellas pero con miles de pecas y lunares, y no apenas amaré entonces tus senos y tu vientre como si amase ese nuevo invierno que se ha de diseminar como niebla en tu sangre, sino tu alma entera. 
Tú y yo, entonces, ya no necesitaremos zapatos ni caminos para recorrer esta tierra, errantes, para echar raíces de amor en la noche.   

segunda-feira, 12 de setembro de 2016

Él



Postrado y cabizbajo en medio del inevitable proceso de la nostalgia, Luis Alberto intentaba esconderse detrás de la pila de papeles que estaban depositados sobre su escritorio. Pero llegó a un punto en que no aguantó más, y paró de trabajar para pensar lo que había ocurrido entre ellos.
No tenía duda que se daban bien en la cama, y que paseaban siempre de manos dadas y se sentían felices en compañía de uno y otro. Con ese tipo de comportamiento entre ellos, todo le hizo creer en su momento, que sería un relacionamiento definitivo.
Paulatinamente, sin embargo, existió, sin que ellos lo percibiesen, una especie de hiato, como si un cristal se hubiese partido. De ahí en adelante las diferencias entre los dos se fueron acentuando. Claro que ella hacía fuerza para no percibirlo, pero él lo sentía en sus actitudes.
-¿Cómo un amor puede terminar así, sin que ninguno lo quisiese? -alcanzó a cuestionarse, pensativo, con la cabeza apoyada en sus manos.
Lo de ellos había sido un alejamiento gradual, que los había hecho sufrir mucho, sí, pero de cierto modo fueron impotentes delante de las circunstancias. A cierta altura le pareció imposible que eso estuviese sucediendo con ellos, y, más aún, luego después de un maravilloso periodo de entendimiento mutuo.
Tenía la mente confusa, pero él se negaba a ponderar las discusiones constantes, que si bien podían ser pasajeras, estas en verdad no lo eran, ya que quedaba siempre un cierto amargor interior en quien cedía.
Era como si ellos pasasen una goma de borrar apagando lo que hubiera sido dicho. Aunque eso solamente acontecía porque así ellos lo querían. Si bien esa no era la realidad, porque siempre permanecía escondido un resentimiento reciproco.
Luis Alberto no quería separarse de aquella mujer que le había dado tantos momentos de placer y con quien estableciera un entendimiento mutuo. Pero, silenciosa, una sensación desagradable le fue creciendo por dentro.
Hubo un punto en que los cortos momentos de felicidad que dividían ya no valían los de desagrado, y él sufrió mucho hasta tomar la resolución de marcharse.
Permanecer juntos era imposible, no tenía más coraje de continuar la vida como en suma la estaban viviendo ahora. Hasta que finalmente un día, juntó sus cosas y salió.
Sentía falta de ella, claro, pero sabía que había hecho lo mejor para los dos, antes que el odio construyese un nido en sus corazones.
Tenía claro en su entendimiento, que era un gran error querer arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tenía futuro.

sábado, 10 de setembro de 2016

Ella



La nostalgia es un sentimiento que cuando no cabe en el corazón, huye por los ojos. Y así estaba Cristina, sentada, observando en dirección a la nada, con ojos húmedos por un llanto silencioso, mirando sin noción la cresta de los árboles que dificultaban el paisaje desde la ventana de su apartamento.
Estaba llorando desde la noche anterior, pero en ese instante pensaba: ¿por qué todo estaba acabado?
¿Lo de ellos había sido un amor verdadero o sólo un encantamiento sin mayor profundidad? -se cuestionó, al pasar el dedo sobre el párpado para secar una lágrima.
Todo parecía tan cierto entre ellos, combinaban en todo, les gustaban las mismas películas, apreciaban los mismos platos, reían siempre juntos… Y, de repente, el fin.
Él se llevara sus perteneces como si fuese a viajar por unos días, aunque ella notara que sus ojos también sufrían con la separación.
Llorosa, Cristina estaba pretendiendo descubrir lo que realmente había acontecido, quería encontrar en ella o en él, la culpa. Como si hubiese una culpa a ser encontrada.
Habían existido desentendimientos entre ellos, claro está, pero estos siempre duraban poco. Pero es posible que en esos momentos él cediese más que ella, no obstante ella comprendiese que las pequeñas desconformidades se van acumulando lentamente hasta que la última trasborda la copa.
Cristina recordó el día que discutieron sobre una tercera persona. En ese momento ella no renunció a su posición, mientras él, calmamente, procuró mostrarle que estaba equivocada. Ella se exaltó y él, con toda calma, vistió su campera y salió. Sin embargo, una hora después volvió, trayéndole flores, y no tocó más el tema.
No hallaba nada demás que defendiese con coherencia sus opiniones. No pensaba ni un instante que podía haber maneras diferentes de encarar los comportamientos y las actitudes de los otros. Y como él llegara tan alegre y cariñoso, le pareció que había olvidado todo. Fue lo que se le ocurrió pensar ese día, pero ahora estaba percibiendo que no había sido bien así.
Siempre procuró ayudarlo, a veces hasta diciendo cosas que realmente no estaba sintiendo. ¿Será que él percibía su esfuerzo? -se cuestionó, mientras secaba gruesas lágrimas.
-Cuantas cosas que ocurren en una convivencia diaria son desgastantes, no obstante no se perciba… Con certeza fue eso que aconteció entre nosotros: nuestro amor se desgastó -se dijo entre sollozos renovados.
Evidente que habían sobrado muy lindos recuerdos de los momentos vividos bajo un mismo techo, pero eso de nada sirviera para fortalecer la unión de ellos.

Sin duda, a veces es necesario pasar un tiempo sin hablar ni ver a una persona, para saber si en verdad la quieres, la extrañas o era sólo costumbre.