Tuve algunos amores que en los días de cataclismo agrietaron
mis puentes, que hundieron la vereda de mi vida, que me hicieron perder el
equilibrio. Otros de ellos, no obstante, fueron tan sólo réplicas. Amoríos de tan
baja intensidad, que ni siquiera me hicieron temblar mientras los otros viejos
amores aun respiraban bajo las ruinas.
Hoy, bajo el amparo de la oscura noche mi cuerpo se
estremece, pero como cada velada, por larga y sombría que sea tiene su
amanecer, han de ser tus besos los que me acompañen mientras tu sonrisa me
protege.
Temo que seas tú aquel sentimiento que cuantiosos llaman
de felicidad. Y qué fortuna ha de poseer quien pueda amarte y brindarte mil besos con
sabor a mar, hechos de sal y viento, de olas que rompen en la arena, de
gaviotas que graznan al amanecer.
Sí, te quiero como para escuchar tu risa toda la
noche. Te quiero como para no dejarte partir nunca más. Te quiero como se
quieren a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás… ¡Suéñame, me hace falta!
Nenhum comentário:
Postar um comentário