Me entretuve a
observar desde mi ventana la fiesta del sol en el poniente, y si bien me confundían
sus manchadas tajadas de un cielo multicolor, percibí lo cuanto te amo y te
recuerdo, y como calla el tiempo en la soledad, imitando el aire que se detiene
en vigilia de una gran tormenta.
A estas horas
el sol ha partido ya hacia otras alboradas, pero siento que a nuestros pies el mundo
se detiene y nos espera. Te quiero tanto, vida mía. Tú lo sientes ¿verdad?
Te quiero como
para conducirte de manos dadas a mis lugares favoritos, y contigo a mi lado
poder buscarte en la niebla de miradas que no son las tuyas pero que aun así me
incitan a buscarte porque te quiero.
Lo cierto es
que te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y
el alma, como pedazo de sol entre mis manos, buscando en ti la ilusión de cada
día en un horizonte que tiene tu ausencia.
Quizá te
quiero como para leerte cada noche, como si fueses mi libro favorito, como para
leerte frase por frase, línea por línea, letra por letra, espacio por espacio
mientras me oyes desde lejos y mi voz no te toca.
Dime cuál es exactamente
el rincón del universo donde no has dejado aun tu sutil presencia. Dime por
favor cual es la noche que no vendrás para velar mis sueños. Ya no puedo vivir
porque te extraño, pero tampoco puedo morir porque te quiero.
Me has pedido
tantas cosas en tus plegarias, que yo te sigo amando a manos rotas, procurando
hacerme el bueno, para ver si al fin así te puedo tener a mi lado. ¡Cómo no
quererte, vida mía, si te extraño tanto!
Nenhum comentário:
Postar um comentário