Quizá tú sangre pulse cuando un día llame a
tu puerta y haga reposar en tu tallo el agua temblorosa, y notarás que la
fuente de tu cuerpo ya no será una líquida armonía.
Si la vida es verdad y el verso y la rima
existe para hacer aflorar la pasión, cuando yo llame a tu puerta y acaso estés
triste, abre tus postigos, que es el don del amor que a tus brazos llega.
Aguarda por mí si aún tú crees en el dolor y
la poesía, porque llamaré a tu puerta una mañana sonora de palomas y campanas,
y entonces te sobrará tiempo para ser hermosa al igual que cabe todo octubre en
una rosa, mismo que por esa misma rosa se desangre un día nuestra vida.
Notarás que junto al ascua de despierta luna,
el cálido remanso de tus ojos y el agua de tus brazos remando amor hacia mi
cuerpo por otras simas de océanos de mares y desiertos, nos han de encontrar las
madrugadas dentro de nuestros ardores que antes mezclaron las noches y los días
destejiendo, para al fin encontrar juntos la hebra de seda que el amor escondía
en sus dominios.