Me sorprende como así, sin más, de pronto un leve
golpe de viento abre las puertas y ventanas de mi vida, dándome dan ganas de
saltar y bailar. Ganas de volar también, porque a esto que yo siento le llamo
caída libre, ya que contigo nadie me empujó. Fui yo quien se lanzó de vez al
infinito de la pasión, sin importarme si tú eras abismo, o acaso si tus
profundidades serían oscuras… Simplemente me enamoré.
Sé que estás ahí, en las puestas de sol, en
los amaneceres de hoy y de mañana, sembrando tu confianza en un mundo arruinado
atiborrado de amores imposibles.
Sé que estas frente al mar, en cada ola que
besa la arena blanca, mientras yo te descifro a solas en la soledad, sin que
mis preguntas indiferentes alcancen tus oídos, sin que mis preguntas ciegas
admiren tu rostro.
Aquí estoy, con una respuesta rota, con mis
dudas pobres y agónicas, con mis imperfecciones. Pero no debes juzgar mal este
falso abandono mío, pues yo estaré siempre donde tú menos los esperes: en tu
alma de mujer madura.
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