Algo en lo que últimamente me detengo a pensar
bastante, es la facilidad que tenemos para sectorizar los delitos. Frente a
ciertas gestas, deliberadamente el subconsciente ya nos lleva a pensar que el
que es morocho y usa buzo es un ladrón, falopero, asesino... Si bien antes que nada
quiero decir que la pobreza no justifica el crimen, no obstante hay situaciones
marginales que son su caldo de cultivo.
Al respecto de lo dicho, tenemos un ejemplo pertinaz
en el premio Nobel de medicina 2007, el genetista molecular ítalo-estadounidense Mario Capecchi,
que fue mendigo y chico de la calle y confesó que viviendo en esas condiciones
llegó a robar para poder comer… Después ya es otra cosa.
Con respecto a esta sisa actitud, unos mencionan que lo
fuerte de este punto sería la ausencia de una figura rectora y de contención,
alguien que a pesar de la pobreza haga que el menor se sienta querido y
protegido. Aquí entraría de lleno el tema de la educación, de formar una
sociedad con personas “responsables” incluso para procrear.
Hay que reconocer también que sumado a este cuadro de
inopia, existe el mundo de la droga, que mueve millones y es un negocio que no
paga impuestos y genera una ganancia neta y millonaria.
Evidente que en todas las culturas y épocas existió la
droga, pero actualmente son cada vez más las personas que consumen sustancias
estimulantes, hay más cantidad y diversificación de alucinógenos y más
facilidades para conseguir cualquier tipo de drogas. Además de haber bajado la
edad de los consumidores.
Con todo, desde hace mucho tiempo que esto dejó de ser
un problema callejero y de marginales, y eso ocurrió cuando las drogas fueron
el mejor negocio para algunos y la peor desgracia para otros.
Forzosamente, como aparentemente hoy se vive la total
deshumanización de la sociedad, eso me lleva a la convicción de que lo que se
perdió fue la conciencia moral. Y al decir esto, pienso que no estoy lejos de
mi percepción cuando me entero que un alto funcionario de la administración
carcelaria rusa, el general Alexandre Protopopov, fue detenido por haber robado
placas de cemento que formaban un trecho de 50 km de carretera, según lo informó
a poco un comité de investigación del gran país de las estepas heladas que
Putin tanto adora.
Evidente que no hablamos aquí de un morocho, gente de cutis oscuro, mendigo, chico
de la calle, ladrón que comete pequeños delitos o cosa que valga, y sí de un Oficial
de las Fuerzas Armadas con patente de general que en la actualidad era responsable por
el servicio carcelario de la República de Komis (al norte del país)… Si bien no
quedó claro si él era un adicto o tenía sólo excremento en el cráneo.
Pues bien, este general, de nombre Protopopov, terminó siendo acusado de
“desvío de bienes públicos en gran escala” y “abuso de poder”, y ahora puede
ser condenado a 10 años de prisión, conforme lo reveló el antedicho comité de
investigación.
Después de lo apurado durante las averiguaciones, Protopopov pasó a ser el
principal sospechoso del robo de aproximadamente 7 mil placas de cemento que
hacían parte de la carretera que pasa próximo al campo de detención de la
república mencionada, para luego revenderlas a través da misma empresa que
realizaba las obras.
Finalmente, el general mano leve y ligera fue detenido con la ayuda de
los servicios rusos de seguridad (la FSB) en su residencia, así como algunos de
sus colaboradores: un dirigente de la constructora, Ramal Djabbarly, el vice de
Protopopov, Valéri Ivanov, y el director del campo de detención, Roman Korjov. Que,
por lo que ha informado la misma fuente, están entre los acusados del robo.
Estoy casi seguro que luego de leer lo que aquí registro, han de surgir
los escépticos, esos que hacen profesión de dudar de todo incluso sin prueba en
contra o a favor, afirmando que lo ocurrido es indemostrable, que una
golondrina errada no hace primavera, que se equivocó de estación y nada más…
Pero también habrá quien diga que la naturaleza se muestra indiferente a los
dolores y preocupaciones de los hombres, sin ellos saber que no saben un comino
ni de hombres ni de naturaleza… ¡Tremendo!
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