domingo, 31 de janeiro de 2016

Ya no se Roban Grandes Joyas


Algo en lo que últimamente me detengo a pensar bastante, es la facilidad que tenemos para sectorizar los delitos. Frente a ciertas gestas, deliberadamente el subconsciente ya nos lleva a pensar que el que es morocho y usa buzo es un ladrón, falopero, asesino... Si bien antes que nada quiero decir que la pobreza no justifica el crimen, no obstante hay situaciones marginales que son su caldo de cultivo.

Al respecto de lo dicho, tenemos un ejemplo pertinaz en el premio Nobel de medicina 2007, el genetista molecular ítalo-estadounidense Mario Capecchi, que fue mendigo y chico de la calle y confesó que viviendo en esas condiciones llegó a robar para poder comer… Después ya es otra cosa.

Con respecto a esta sisa actitud, unos mencionan que lo fuerte de este punto sería la ausencia de una figura rectora y de contención, alguien que a pesar de la pobreza haga que el menor se sienta querido y protegido. Aquí entraría de lleno el tema de la educación, de formar una sociedad con personas “responsables” incluso para procrear.

Hay que reconocer también que sumado a este cuadro de inopia, existe el mundo de la droga, que mueve millones y es un negocio que no paga impuestos y genera una ganancia neta y millonaria.

Evidente que en todas las culturas y épocas existió la droga, pero actualmente son cada vez más las personas que consumen sustancias estimulantes, hay más cantidad y diversificación de alucinógenos y más facilidades para conseguir cualquier tipo de drogas. Además de haber bajado la edad de los consumidores.

Con todo, desde hace mucho tiempo que esto dejó de ser un problema callejero y de marginales, y eso ocurrió cuando las drogas fueron el mejor negocio para algunos y la peor desgracia para otros.

Forzosamente, como aparentemente hoy se vive la total deshumanización de la sociedad, eso me lleva a la convicción de que lo que se perdió fue la conciencia moral. Y al decir esto, pienso que no estoy lejos de mi percepción cuando me entero que un alto funcionario de la administración carcelaria rusa, el general Alexandre Protopopov, fue detenido por haber robado placas de cemento que formaban un trecho de 50 km de carretera, según lo informó a poco un comité de investigación del gran país de las estepas heladas que Putin tanto adora.

Evidente que no hablamos aquí de un morocho, gente de cutis oscuro, mendigo, chico de la calle, ladrón que comete pequeños delitos o cosa que valga, y sí de un Oficial de las Fuerzas Armadas con patente de general que en la actualidad era responsable por el servicio carcelario de la República de Komis (al norte del país)… Si bien no quedó claro si él era un adicto o tenía sólo excremento en el cráneo.

Pues bien, este general, de nombre Protopopov, terminó siendo acusado de “desvío de bienes públicos en gran escala” y “abuso de poder”, y ahora puede ser condenado a 10 años de prisión, conforme lo reveló el antedicho comité de investigación.

Después de lo apurado durante las averiguaciones, Protopopov pasó a ser el principal sospechoso del robo de aproximadamente 7 mil placas de cemento que hacían parte de la carretera que pasa próximo al campo de detención de la república mencionada, para luego revenderlas a través da misma empresa que realizaba las obras.

Finalmente, el general mano leve y ligera fue detenido con la ayuda de los servicios rusos de seguridad (la FSB) en su residencia, así como algunos de sus colaboradores: un dirigente de la constructora, Ramal Djabbarly, el vice de Protopopov, Valéri Ivanov, y el director del campo de detención, Roman Korjov. Que, por lo que ha informado la misma fuente, están entre los acusados del robo.

Estoy casi seguro que luego de leer lo que aquí registro, han de surgir los escépticos, esos que hacen profesión de dudar de todo incluso sin prueba en contra o a favor, afirmando que lo ocurrido es indemostrable, que una golondrina errada no hace primavera, que se equivocó de estación y nada más… Pero también habrá quien diga que la naturaleza se muestra indiferente a los dolores y preocupaciones de los hombres, sin ellos saber que no saben un comino ni de hombres ni de naturaleza… ¡Tremendo!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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