Nunca ponga en duda que el día que nos acose el
amor, pasaremos a vivir la eterna fantasía, pues no nos importará dejar de lado
el sentido social de una conmoción que revela todo ese conjunto de prodigios, situaciones,
sucesos e ideas que formarán parte de nuestra fértil imaginación, y que nunca tendrán
correlato verídico con la realidad.
Mismo que pueda resultar parecido, ese sentimiento
que se arraigará pérfidamente en un huequito del corazón, poco tiene a ver con
esa prenda de vestir de colores variados que lleva muchos adornos o dibujos
demasiado imaginativos y poco corrientes que también llamamos de fantasía, al
igual que una aderezo de bisutería más requintada, puesto que el despertar de nuestro
amor será más que una alhaja que nos regaló la vida.
Por veces, claro está, esa sensitiva pasión causada
por el despertar de un impoluto amor, nos incitará a escribir con frenesí loas,
elegías, versos, poemas o coplas. Pero, en tal caso, nuestra alucinante fantasía
tampoco hará parte de lo que coloquialmente llamamos literatura fantástica, ya
que éste es un tema de contenido extraordinariamente confuso debido a la gran divergencia
de criterios respecto a su aplicación.
Cuanto a esto último, hasta puede que pulse
parecido en nuestra mente embaucada por un delirio apasionado, pues lo que usualmente
conocemos por literatura fantástica, es lo que atañe a cualquier relato en que
participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, por lo que poseerían una
diferencia rotunda con nuestra musa inspiradora de carne y hueso, ya que esos prodigios
habitan en la magia o admiten la intervención de criaturas inexistentes.
Sin embargo, el hecho de ser estas meras
imaginaciones o creaciones del consiente o inconsciente de un individuo, eso no
significa que no tenga valor, o que el valor nos falte cuando nos apasionamos.
Por el contrario, de acuerdo a lo que establecen diferentes ramas de la
psicología, la fantasía es el modo en que un individuo expresa sus incontenidos
intereses, deseos, objetivos, miedos, y hasta perversiones.
En esencia,
la fantasía siempre tendrá que ver con la creación de situaciones a nivel
mental o imaginativo que pueden o no llegar a darse en la vida real, o que ciertas
veces han de permanecer reprimidas por causa de ciertas pautas morales o
sociales.
No obstante a lo mencionado, en el lenguaje pueblerino
común, la idea de la fantasía del amor siempre tiene una connotación sexual,
como sucede con la idea de fantasías sexuales o eróticas no cumplidas de un
individuo, pero, la verdad, es que la noción de fantasía se puede aplicar a
diversos tipos de situaciones o realidades imaginadas. La fantasía deja de ser
tal, cuando llevada a la práctica, porque es ahí donde pierde su carácter de
imaginación o irrealidad.
Por supuesto que, por las noches, cuando la
fantasía del enamorado suele jugarse su principal carta, ésta resulta ser la
aliada fundamental de la imaginación y el delirio, ya que eso pertenece a la
capacidad cognitiva humana que permite abstraerse y representar imágenes en
nuestras mentes a partir de datos o experiencias conocidas, y que dividen la
reacción de personajes, objetos, entre otros.
Queda evidenciado pues, que la fantasía es una
facultad mental típica y exclusivamente humana del apasionado, que le permite
elaborar imágenes que jamás existieron, excepto en su mente febril, y reelaborar
cuestiones ya sabidas aportándoles condiciones singulares, o su efecto puede
consistir en anticipar situaciones que aún no han sucedido. Y, respetando lo
aquí disertado, no puedo decir que ella es la mujer de mis sueños, pero seguro
es simplemente la más dulce de mis realidades.
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