terça-feira, 22 de novembro de 2016

Ditirambo


A causa de mis incesantes desvelos, me veo encallado en un ditirambo de plenilunio que me aguija a trasmitir a mi hiriente cojín de espinas, todos los sueños y sensaciones noctívagas causantes de mis insomnios.
Tan simplemente dos letras y una inmensa fantasía de amor componen tu nombre, luciérnaga de la noche. Desde mi boca muda, hoy ganan el cielo las palabras que habían quedado dormidas en mi alma y que ahora son la ilusión de cada día. Te has convertido en ideas sin palabras, palabras sin sentido cuando tú no estás.
Delirio de mi vida, tu pueblas mis sueños con ecos y voces nostálgicas, y a su vez marchitas mi horizonte con tu ausencia en una eterna fuga como si fueses olas marinas que llegan y se van.
Ese delirio que hoy me consume por ser cadencias sin sentido que no tienen ni ritmo ni compás, se ha convertido de pronto en un sobresalto extraño que agita mis ideas como un huracán que empuja las olas en tropel, en un murmullo que en mi alma se eleva y va creciendo como volcán sordo que anuncia su ardor, en memorias y deseos ocultos de cosas que no existen ni nunca existirán, de accesos de alegría coronados de impulsos de llorar.
Te has convertido en la deforme silueta de un ser imposible, paisaje de luna que aparece como a través de un tul, colores que se funden en la brisa cálida de la noche de verano caliente y se convierten en átomos de un arcoíris que nadan en la luz de mi madrugada.
Por tu causa, hoy mi vida es un páramo de espinas donde cada flor que toco se deshoja. Las mismas que en mi camino fatal tú decides sembrar con el mal de amor para que yo las recoja, mientras lágrimas de emoción ahogada brotan de mis ojos en cuando el alma duele.

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