Los más entendido afirman que um cuento, por
más malo que
éste pueda ser, debe incluir en sus
líneas un grupo reduzido de personajes y contener un argumento que no resulte demasiado
complejo, puesto que entre sus características debe aparecer la economia de recursos narrativos.
Respetando ese
concepto,
el que sigue a continuación busca
encuadrarse dentro de ese prototipo.
…Ella ya tenía cierta edad, factor que comúnmente el gentío titula vulgarmente
de “mujer vieja”. Siendo así, esta señora de edad avanzada, se encontraba
sentada en un sofá, ya que ahora casi no se ven más de esas sillas-hamaca, que resultaría
más apropiada para ella. Ese tipo de movimiento que ocasiona este tipo de silla,
solía dejar a las mujeres de más edad de ánimo bien sosegado, por lo que muchos
se preguntan si era esa oscilación lo que influía o si las viejas eran en aquel
entonces más acomodadas.
Hoy en día todo ha mudado, y vemos que, mientras pueden, ellas se van a ánimo
o a divertir a algún “club de la tercera edad” o a algún boliche de onda, y
hasta hay de aquellas que consigue pretendiente, de lo que mucho se
enorgullecen, sin importarse con la edad de estos, lo que en suma me parece muy
bien: hay que aprovechar la vida hasta el fin. Ya habrá tiempo suficiente para
estar muerto.
Pero eso son lucubraciones, ya que esto no tiene nada que ver con esta
señora sentada en su sillón, que no era moderna ni salía de casa, mucho menos
para bailar.
Era más bien del tipo de persona añosa que reclamaba de todo: que el
café estaba frío, el bife muy pasado, la sopa no tenía gusto. Ciertas veces
sentía calor, de inmediato frio. Abría y cerraba las ventanas. Quería tomar
remedios a toda hora, mandaba buscar eso o aquello, después no quería ni eso ni
aquello.
Resulta que un bello día se apersonó en su casa un primo para visitarla.
En verdad, éste no le caía muy a gusto, pero al final de cuentas era pariente,
y ella fue muy educada y lo trató bien.
Y así fue yendo la cosa: él aparecía un día que otro, de inicio medio
espaciado. Después venía más seguido. Cierta oportunidad él fue convidado para
almorzar, otro día para cenar. Los hijos de la mujer comenzaron a reclamar: es
un exagero. Y ella siempre diciendo:
-Es él, quien se hace convidar.
Resulta que un determinado día, el primo le preguntó si podía quedarse a
dormir en su casa, pues su hija había salido de viaje. Llegó con una maleta
medio grande…
-¿Por qué será que se trajo esa valija enorme llena de ropas?, -se
preguntó la mujer sin exaltarse con ello.
Lo cierto, es que su primo se instaló, y los hijos de ella preguntaron:
-¿Y eso, mamá, qué significa?... ¿Por acaso pretende quedarse a vivir
contigo?
Ella, sonriendo, respondió:
-No, es solamente mientras su hija está viajando.
Un mes después la vieja señora dejó de sentarse en su sillón, retiró sus
mejores ropas del armario y fue a pasear de brazo dado con su primo, el que no
arredró pie de su casa, y ella de lo más contenta.
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