Observando desde el punto de vista físico mecánico, el sonido es una perturbación que se produce
por una fuente sonora en un medio elástico, como por ejemplo el aire, y como
lo son, sin duda, las palabras llenas de promesas de amor susurradas en un
idilio.
Esta misma perturbación, que es análoga a la motivada por el amor, consiste
en pequeñas variaciones de tensión sobre la presión atmosférica provocadas por
el movimiento de las partículas que están en el aire, las que se chocan
unas con otras logrando la transmisión del sonido hasta llegar al receptor. Lo
que, de modo equivalente, suele ser lo que ocurre con el alma y el espíritu de
un individuo apasionado.
El caso que nos preocupa, es que además del referido disturbio maquinal,
existe también la parte fisiológica, ya que el ser humano recibe de improviso ese estímulo sonoro que por éste
contar con un sistema auditivo relativamente complejo, prontamente lo traduce en envites eléctricos que
serán interpretados como sonido por el cerebro. Más aún, si las musitadas
palabras que se escuchan logran tocar un corazón ardiente de amor y una mente
fogosa de pasión implícita.
Sin embargo, estamos al tanto que si el amoroso que se declara vislumbra
que el corazón de piedra de su devaneo no escucha ni festeja sus palabras, cuanto
más retribuirlas, entonces no hay sonido; a pesar de que el fenómeno físico
existe. Claro que dicho así puede parecer ambiguo, pero hay que entender que la
percepción forma parte integral de lo que conocemos o definimos como sonido,
mismo que un corazón gélido no lo juzgue así y nos ignore.
Tal como hablábamos al comienzo sobre la parte físico mecánica, una fuente sonora perturba el medio y pone en
movimiento las partículas que están próximas unas con otras; las
mismas se mueven hacia adelante y atrás de su posición de equilibrio. Este
movimiento provoca que al chocar las partículas se compriman, generando máximos
de presión; como suele ser muy frecuente que ocurra con los frenesíes
contenidos de quien se embriaga de amor y no es correspondido.
Al ser un fenómeno cíclico que se repite, éste tiene una frecuencia que es
la cantidad de veces que el ciclo se repite en un intervalo de tiempo dado, que
en el caso específico de un seducido bien puede ser un segundo. No obstante, si
no es correspondido y sus palabras fueron de vez al tacho, quedarán entonces
los ecos del ayer, sin los sonidos opacos y las voces abiertas, luego
amortajadas por el desprecio, que volarán que ni golondrinas de un único verano
en el aire limpio del amanecer.
Es a partir de esos ecos, cuando los más impulsivos tejen pronósticos
porque ansían verdades y no reflejos, los que fueron hechos y deshechos en un
santiamén.
Entonces, esos ecos nos seguirán pisando los talones, aunque esa
persecución de nada nos servirá, pues, no obstante sea clamorosa, nos ha de
servir poco y nada cuando el amor no suena.
Nenhum comentário:
Postar um comentário