Como si fuese la trompeta alada que el viento trae y
que suena y pasa cantando melodías mientras la noche oscura gira en mi alma, el
soplo de tu voz toca mi oído y su onda me sabe a poema, así como a la hierba verde
la acaricia el rocío de la noche en primavera.
Eres la sutil visitadora de mis caprichos sofocados
que mi corazón marchito busca en el cielo, en la luna y en las estrellas
durante mis perpetuas noches mal dormidas, eres, mismo cuando toco el lado
vacío y gélido de mi cama, la que igual siento ahí, acurrucada en mis brazos, soñando
delirios de amor en el lado izquierdo de mi pecho.
Es tu indivisa
belleza la que aprecio y sueño durante mis sueños sin dormir. Es tu individual
elegancia la que me enamora y seduce mis ojos con todo tu pleonasmo. Es tu
inteligencia la que en silencio admiro, pero es tu esencia la que en verdad con
locura amo.
Eres la suma perfecta de un vino de uvas frescas,
miel de abeja caprichosa, espiga de trigo maduro que se mece suave en el viento
que la despeina, rosa de tallo largo sin espinas, puro ímpetu y emoción de mis
delirios, torrente de sensaciones, canción en fiesta, materia prima de mil
otras cosas por decirte y tan pocas de ellas son las que logran salir de mi
boca, que tu deberías aprender a leer mis ojos cuando te miro y sueño.
Mientras tus ojos de lucero reflejen estos tristes ojos
que abismados hoy te admiran, mientras me respondan suspirando tus tibios labios
a estos tiesos labios que hoy anhelan, o quién sabe cuando logremos unir en cientos
de besos nuestras dos almas confundidas, vivirá en ti y en mí un infinito amor que
permute perpetuas caricias y mimos.
Todo será ciertamente poesía, si al menos logro un día
musitar en tu oído un buenas noches en cuanto nos ciñe un abrazo eterno.
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