La circunstancia no siempre es realidad, por lo que
es posible que su candidez le complique el razonamiento, ya que la sonrisa que
nota en mí rostro no es mía sino más bien de usted, visto que la sonrisa invariablemente
pertenece a quien la provoca.
Suele acontecer lo mismo en otros contextos, porque
en la fiesta de la piel y en el juego del amor, las caricias suelen perdurar ad
eternun, no obstante una caricia nueva nunca será la copia de otra caricia
lejana y vieja. Ésta será, sin duda, una nueva versión casi siempre mejorada de
las caricias anteriores.
Pese a todo, yo quiero pensar que un día usted me
encontrará en un recuerdo roto, o tal vez en una foto vieja que sembrará un
sonriso en su boca. Y prendido en ese silencio estaré yo acariciándole los
labios, recordándole que fuimos lo que ya no somos.
Llegará un día en el cual, usted y yo, mismo que
sea en un recuerdo, volveremos al amor.
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