En realidad,
por andar un poco escaso de tiempo no me detuve a contarlos, pero dicen que los
humanos que tienen ojos azules corresponden al 8% de la población de terráqueos,
o sea que son cerca de 600 millones de bípedes pensantes de dos o más piernas…
Dependiendo, claro, de cómo éstos utilizan esa masa gris que llevan entre oreja
y oreja.
Tal
declaración se debe a una investigación que fue realizada por el genetista
dinamarqués Hans Eiberg en el DNA mitocondrial, lo que acabó revelando un dato
curioso: todas las personas con ojos azules descienden del mismo ser humano. Algo
que dejó al memo de mi vecino con la pulga atrás de la oreja, puesto que ni
Adán ni Eva tenían ese color en su iris. Entonces se preguntó: ¿ellos serían
hijos de quién?
Luego cavilar
un poco más junto con muchos de los que conozco, concluyó que estos podrían ser
hijos de algún político o taxista de la antigüedad, por ser ellos los
verdaderos hijos… para toda la humanidad.
Sin embargo,
los que piensan así están rotundamente equivocados ya que de acuerdo con el
referido estudio, una única mutación genética transformó el ojo castaño en
azul. Lo que por sí ya aclara la duda de mi vecino.
Como sea, el
caso es que Eiberg localizó el colorido de esa mutación en la coloración de la iris
con exactitud de tiempo y espacio: ese ser humano de ojo mutante vivía en la
región del Mar Negro (sur de Europa) y no en África, algo cerca de 7 mil años
atrás.
Por tanto,
la mutación se fue sucediendo de generación en generación y se mantuvo en las
características humanas hasta los días actuales. Lo que sería más o menos como
300 generaciones después, según el cálculo que fue apuntado por el sitio “Mind
Unleashed”.
Este descubrimiento
puede ser la explicación para la alta concentración de ojos azules en el Viejo
Continente, especialmente en el Este europeo. Por ejemplo, en Ucrania, -antes
del Sr. Putin mandar atacar-, el 53% de las personas que han logrado sobrevivir
a los tiros y las bombas, tienen ojos azules.
En todo
caso, tempos después, la mutación se desparramó para América del Norte -sin
llegar a tocar la familia del Sr. Barak- y Oceanía. No obstante conforme el
propio Eiberg explica: “Una alteración en el gene “OCA2” creó un ‘interruptor’,
que literalmente ‘desligó’ el fenotipo de ojos castaños”.
Sobre tal
asunto, los genetistas explican que el gene “OCA2” controla la producción de
melanina, el pigmento regulador del color de la piel, cabellos -para el que
tiene- y ojos. Pero aclaran que la producción de melanina no fue totalmente
bloqueada, pues eso causaría albinismo, y el engendro acabó creando humanos con
ojos azules.
Y como un
dato más para los escépticos en estos asuntos pigmentados, agregan que antes de
dicha mutación ocurrir, toda la humanidad tenían los ojos oscuros y no usaban
lentes de sol. Lo que de por sí no deja de ser una bella sorpresa de la madre naturaleza
que los parió.
Así pues,
aunque infelizmente no se pueda decir lo mismo de ésta mera perorata que ha
sido escrita, ni se la pueda comparar con los magistrales ejemplos dados por Lautréamont,
Joyce y otros tantos, pienso que luego de lo afirmado no ha de sobrar ni el
esqueleto del lúdico grafológico-oralizante de aquello que hace cincuenta
siglos se pretendió por sumerios, asirios o babilonios para nos describir el
gran Nada existencial que asola el planeta… ¡Tornasolado asunto!
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
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