Se afirma que las leyes, en griego “Νόμοι”,
es un diálogo de Platón perteneciente a su época de vejez. Pero una vez que observamos
más profundamente dicho coloquio, vemos que en él se expresan las teorías de
éste filósofo seguidor de Sócrates acerca de la política y la organización
social de un modo más realista y menos utópico que lo que se encuentra en
diálogos anteriores, quizás, vaya uno a saber, al sentirse influido por sus
experiencias con la política en Siracusa.
Por
su vez, del latín “lex”, una ley no es más que una regla o norma. Más bien se trata de un factor constante e invariable de las cosas, que nace de una causa
primera. A más, las leyes son, por otra parte, las relaciones existentes entre
los elementos que intervienen en un fenómeno.
Se
puede decir que las leyes buscan limitar
el libre albedrío de los seres humanos que conviven en sociedad. Funcionan como un control
externo al cual se somete la conducta de las personas para asegurar que se
cumplan una serie de normas que respondan a las necesidades de la comunidad. Si
una persona considera que está bien realizar una acción que esté penada por la
ley, lo normal es que se abstenga de hacerlo, dejando a un lado su creencia
individual para sofocar sus deseos de otra manera.
Sin
embargo, por no abstenerse de los ardientes deseos que el cuerpo reclama, nada menos que casi una treintena de personas acabaron por ser condenadas
a penas de prisión y a pagar multas por haber participado en una gran fiesta al
estilo “bacanal” a bordo de un yate en Dubái, en el cual ellas tenían derecho
al consumo de bebidas alcohólicas y, lo que parece más importante, sexo a voluntad.
Una vez
concluido el proceso judicial, cinco de los acusados, dos hombres y tres
mujeres, fueron condenados a un año de prisión cada uno por ser culpados de ejercer
“relaciones sexuales consentidas fuera del matrimonio”, conforme lo afirma el
periódico local de lengua inglesa “Khaleej Times”. Aunque según cuenta otro
diario local, los dos hombres son oficiales de policía.
En todo
caso, todas las personas juzgadas acabaron por ser condenadas a pagar multas que
varían entre 2.000 e 4.000 dirham, o sea, entre 500 e 1.000 euros, por causa del
consumo de alcohol sin licencia, lo que es contrario a la legislación local… Lo
otro que hacían ya no importa tanto.
La tal fiesta
aconteció el 10 de octubre pasado, momento en que la policía fue alertada sobre
el aparente consumo de alcohol en un yate que estaba anclado en la Dubái
Marina, en pleno corazón de la ciudad de los Emiratos Árabes Unidos.
Su cuenta
que entre los condenados están 15 hombres (11 de los EAU, dos iraníes y dos
comorenses, con edades entre 21 y 43 años) y 13 mujeres (ocho de los EAU, dos marroquíes,
una saudita, una yemenita y una omaní, con edades entre 20 e 36 años), conforme
revela la materia periodística del “Khaleej Times”.
Para quien
no está habituado a ver estas ocurrencia indecentes y pecaminosas en nuestro
orbe, no sabe que Dubái es una ciudad-Estado con dos millones de habitantes, en
su gran mayoría extranjeros, que pueden consumir bebidas alcohólicas siempre y
cuando realicen el pago previo de una licencia para tal… Ahora, sobre eso de
hacer ejercicios en la horizontal o entregarse a las delicias de la temporada,
no han comentado nada.
Por tanto,
advierto al olvidadizo leyente, que muchos caminantes afirman que antes de
querer vivir esa absoluta euforia a dos o en sus múltiples pares, lo mejor es
tener certeza antes de practicar esa actitud nocturna a veces nociva para la
salud que luego lo hará ponerse a cantar como pájaro enloquecido, ya que
ocasionalmente es mejor estar solo que mal acompañado… ¡Candente imaginación!
(*) Libros y
e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
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