terça-feira, 1 de dezembro de 2015

Alquile una Mamá Postiza


A mí, de inicio, me pareció un poco extraña su actitud, pero no le dije nada. Con todo, lo peor fue cuando él se enamoró de sus flores y no de sus raíces. Realmente fue de apretar el corazón, pues cuando lo alcanzó el otoño él ya no supo qué hacer.

Ah, las palabras de una madre... Son como premisas, enseñamientos o muchas veces verdaderas plagas en nuestras vidas, que al fin de cuentas acaban casi siempre dándonos una lección. Sin embargo, cuando ya no está cerca nuestro para  ayudarnos, ¿qué debemos hacer?

Observando el tema como parte del psicoanálisis, su fundador, Freud, estableció lo que sin esfuerzo intuimos, la primacía esencial de la figura materna y, por ende, la de la mujer. Pero, cuando escribe, en su vejez, una carta a una de sus muchas seguidoras -Marie Bonaparte- le dice: “La gran cuestión que nunca se ha respondido, y que yo no he sido aún capaz de responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es ese cariño afectivo que ella tiene por sus vástagos.

Evidente que en nuestra especie terráquea es donde el diploidismo y el dimorfismo reproductivo existen. Esto significa que necesitamos de la unión de los gametos de un macho y una hembra para que la fertilización ocurra. Por esa simple razón nuestros roles, aspectos físicos y adaptaciones psicológicas son en apariencia fenotípicas diferentes entre los dos sexos… Unos con más otros con menos.

Abundantes son los ejemplos históricos de mujeres que dedicarían sus juventudes y vidas enteras a la tarea de instruir a sus hijos con problemas de todo tipo y de madres que ayudaron a sus retoños a sobreponerse a lesiones que los deformasen. Madres que ayudarían a sus vástagos a resistir las disciplinas a veces exageradas de papás autoritarios, inflexibles y severos.

Ergo, la relación entre la madre y el producto de su concepción comienza antes de que ella misma fuera concebida y naciera. Su experiencia personal antes de su propio nacimiento influye, ya que un embarazo rechazado y una hija malquerida son víctimas emocionales de circunstancias negativas.

La historia muestra que durante su infancia, cuando la futura madre crece, tuvo que resolver fundamentalmente sus dilemas del desenvolvimiento psicosexual, emergiendo finalmente, como persona balanceada. Capaz de ambos, el amor conyugal y el materno, y con una resolución final de sus conflictos entre hermanos, hermanas y personas de ambos sexos.

Ergo, para lograr tarea tan compleja, la mujer tuvo que depender mucho en la afección de su madre y de otras hembras de la tribu que la iniciarían dentro de ese mundo íntimo y especial del sexo femenino. Este drama lo ejemplifica a la perfección la obra teatral del dramaturgo Jacinto Benavente, galardonado con el premio Nobel de literatura en el 1922. El título: “La malquerida”… Que no debe confundirse nunca con la malparida.

En tiempos actuales, me deparo con una madre emprendedora que tuvo una idea inusitada en los Estados Unidos y comenzó a cobrar por sus servicios maternos, no tan así como todo comedido leyente pueda imaginar.

En realidad, Nina Keneally ya tiene dos hijos crecidos, uno de 27 años y otro de 30, pero resolvió realizar una nueva actividad para conseguir un dinero extra. Por tanto, ella hace lo que juzga ser la “función específica de madre” para desconocidos y cobra US$ 40 la hora… Una pichincha ya que amor de madre no tiene precio.

Con todo, ese dinero que Nina cobra es para realizar lo que juzga ser las funciones de una madre: escucha problemas, da consejos -sólo en el caso de que sean solicitados-; y hace el papel de una madre comprensiva y hasta plancha ropas. Sin embargo, su labor para por ahí… “No voy a limpiar baños ni lavar ropas. Yo no soy una empleada doméstica, como cualquier buena madre lo haría”, confiesa Nina, una mujer de 63 años en entrevista que concedió al programa norteamericano “Today”.

Moradora de Nueva York, ella -aun distanciándose de las funciones domésticas- compara su trabajo a una terapia: “Esta es una ciudad que puede ser muy solitaria”, completa ella, sin esconder un tono de voz de quien tal vez también se sienta sola.

Su público albo es formado por jóvenes de veintitantos años que salieron de casa por cualquier motivo, perdieron sus padres o simplemente viven solos porque quieren, o no están psicológicamente bien y necesitan de un cariño maternal o de una conversación sincera.

Claro que esto puede sonar pueril, casi ridículo, que un hombre a cierta edad se alboroce como un niño a quien le han traído el juguete soñado, cuando todos sabemos que en ciertas ocasiones puede ser tanto más estimado cuanto más cabalmente muestre su utilidad práctica, virtud que una buena madre no necesita… ¡Emocionante!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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