Sin emotividad alguna y asumiendo desde ya la característica actitud de
fraile de piedra que me adjudico en determinadas ocasiones, me entero que un señor de 72 años desaparecido en 2006 junto con su automóvil, terminó
siendo encontrado a inicio de noviembre último dentro de un lago que existe en la
ciudad de Michigan, Estados Unidos.
Algunos vecinos chismosos del lugar, mencionaron que este longevo hombre
había ido poco antes a ver a su médico, y que una vez en el consultorio del
galeno surgiera un desentendimiento: “Señor, el dolor de su pierna derecha se
debe a su avanzada edad”, decretara el clínico, por lo que el anciano discordara
del diagnóstico y le respondió: “No, doctor, porque la izquierda tiene la misma
edad y no me duele”.
No
importando el resultado de la diagnosis, se sabe ahora que los funcionarios de
una funeraria que está ubicada justo a orillas de la laguna, ese día se encontraban
decorando los pinos de la propiedad con baratijas navideñas que habían sido compradas
en tiendas del tipo “todo por un dólar”. En eso, desde la cima de uno de esos costaneros
empinados, notaron la presencia de un vehículo sumergido dentro del agua. Con
todo, hoy se sabe que, con ojos curiosos, ese mismo vehículo ya podría ser visto
en las imágenes de satélite del “Google Maps” desde hace algunos años.
Elemental decir
que, como muy pocos lo utilizan, el servicio de mapas de “Google” no ayudó en
nada a encontrar el desaparecido hombre, pero su visualización ocurrió luego después
del hecho hacer parte de los noticieros locales, cuando varios curiosos consiguieron
identificar el tal auto sumergido en las imágenes de satélite del mencionado
sitio de la web.
En realidad,
el anciano había desaparecido después de encontrarse con un amigo en un bar de
las cercanías. Terminado eso de copa va copa viene en la taberna, nueve años
después su coche fue encontrado a menos de 1 km de donde él fuera visto por la
última vez… Por lo que ya no le podrán hacer el teste de alcoholemia.
Con todo, no
se sabe exactamente como el vehículo fue parar dentro de la laguna, aunque es
posible que el hombre tenga acelerado sin querer -quizás por causa de su
malestar en la pierna derecha y no por las copas ingeridas esa nefasta noche- al
intentar salir del estacionamiento de la funeraria… Donde algunos estiman que haya ido para averiguar precios de los sobretodos de madera.
Como sea y
fuere, la familia ya había realizado un especie de velorio simbólico para el
entonces desaparecido -léase economizaron con cajón y sepultura-, pero ahora
que sus restos mortales fueron encontrados, tendrán que realizar un entierro de
verdad.
Por su vez,
exámenes oficiales sobre la arcada dentaria del anciano todavía están siendo realizados
para poder comprobar su identificación, pero como el automóvil estaba
registrado en su nombre y su documento de identidad fue encontrado dentro de
sus ropas, restan pocas dudas de que el cuerpo sea del hombre en cuestión.
Por lo que
se deduce ya dando por dicho lo anterior y lo restante, no olvidemos que en
esos mismos talleres funerarios se hacen también artísticas puertas de metal
para sepulcros y punto final… Sin embargo, que es, frente a esto, el trabajo
del divino herrero Hefestos, que ni siquiera recordó, tras haber cincelado y
repujado en el escudo de Aquiles el universo entero, no se le ocurrió dejar un
espacio, mínimo que fuese, para dibujar el talón del guerrero ilustre, clavando
en él el vibrante dardo de Paris, que hasta los dioses se olvidan de la muerte,
y nada raro es si son inmortales, o habrá sido la caridad de éste, nube lanzada
sobre los ojos perecederos de los hombres, a quienes basta no saber ni cómo, ni
dónde, ni cuándo, para ser felices… Por lo menos es lo que dice el dios Google.
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
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