quarta-feira, 2 de dezembro de 2015

El Calavera y su Congelante Hielo


Bajo ningún aspecto considerable, el calentamiento global puede convertirse en algo bueno. Lo que en verdad es muy diferente al tipo de calentamiento que los recalcitrantes bípedes pensantes vienen sintiendo desde que surgieron película como “La naranja mecánica”, “Nueve semanas y media de amor”, y avivado recientemente con los incoloros “50 tonos de gris”. Es en el celuloide donde quizás el amor es transformado en energía así como también es insaciable y hedonista.

Con respecto al otro caldeo, estudiosos afirman que en algunos momentos sus efectos pueden ser fascinantes. Primordialmente para personas que son fisuradas en la historia de nuestro planeta y no en lo que ocurre en la horizontal y entre cuatro paredes.

De acuerdo con el entendido Bjorn Lomborg, las ideas útiles para frenar el cambio climático son políticamente incorrectas, ya que existen falacias reiteradas como las energías renovables, eficiencia y biocombustibles.

Con todo, el clima de nuestro planeta es tan dinámico como lo es su forma esferoidal. La comprensión absoluta de los cambios en su atmósfera, tierra y océanos es complicada, por lo que el tema se presta a malos entendidos y mitos… Ni que decir de sus habitantes.

Estos mismos pensantes dicen que los cambios climáticos del pasado sugieren que nuestro clima reacciona a la entrada y salida de energía, de tal manera que si el planeta acumula más calor del que sale, las temperaturas se incrementarán. El origen de este desbalance de calor es lo que difiere… Que es realmente muy diferente de ese otro calorcito que mencioné al inicio.

Retornando al punto pendiente de las fascinaciones causadas, es exactamente eso que aconteció en un pequeño pueblito de Italia. Cuentan que un morador de Peio, ciudad que queda a los pies de una gran montaña -que no debemos confundir con aquella que se negara ir hasta Mahoma-, descubrió cuerpos momificados que acabaron siendo revelados por cuenta del deshielo acelerado de la nieve en la región.

Al correr la cortina -que en realidad no era de tela y sí de nieve-, se sabe que en las expediciones realizadas por Maurizio Vincenzi, el responsable por la mayoría de los descubrimientos, fueron encontrados diversos cuerpos de soldados y objetos que pertenecían a ellos. Se trata de la revelación de quienes participaron de la llamada “Guerra Blanca”… Hoy esa incolora guerra se traba contra colombianos, bolivianos, mexicanos y otros tantos puebleros que exploran comercialmente el psicodélico talquito blanco.

Volviendo al punto anterior, ese antiguo confronto entre italianos y austríacos aconteció justamente al pie de esas montañas de Italia y ocurriera en temperaturas extremamente frías. Por tanto, no es de extrañar que todos los hombres congelados que fueron encontrados ahora estuviesen en perfecto estado de conservación.

Y mucho más que soldados pertenecientes a esa guerra, Vincenzi encontró también diversos combatientes de la Primera Guerra Mundial, todos ellos en el mismo estado escarchado y duro. Junto de estos estaban inclusive diversos objetos de la época que fueron recogidos por especialistas y ahora están siendo debidamente estudiados… Ya que no se sabe si eran espejitos, cuentas coloridas, cascabeles y otras baratijas artesanales que Colón y sus secuaces seguidores tenían por costumbre canjear con el inocente y casi tonto nativo.

Mismo así, ese tipo de expedición, inclusive, puede ser un punto decisivo para una mudanza gigante en la arqueología mundial. Diversos arqueólogos garanten que ya es hora de que se crie una vertiente glacial que explore el hielo en todo el planeta -no solamente en cubitos-. Para ellos, diversos secretos de la humanidad de millares de años podrán ser encontrados de esa forma… Duritos nomás.

Por no haber nada peor que permanecer en la Impasividad, es ocasión de recordarle al lector que los zapatos de piel de saco de chivo usados por la masonería se dañificaban durante sus andanzas nocturnas realizadas para enfrentar el caos urbano con sus malezas pequeño-burguesas, por lo que necesitamos reconocer aquella penuria existencial predicha por Wendell Phillips, para quien todo artista ha de encontrar siempre su Waterloo… ¡Resfriado final!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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