sexta-feira, 9 de janeiro de 2015

Hay Madres y “Madres que son Hijas…”


Preciado lector, no me pregunte si esta historia ocurrió en Beirut, en alguna ciudad de Siria, de Irak, o en los alrededores de aquella región donde los conflictos ya son parte de la vida diaria de todo viviente.

Lo único que puedo afirmar, es que a un grupo de yihadistas que integran el delirante Estado Islámico se le ocurrió pedir rescate por la vida de un ciudadano español originario de Galicia que lo tenían secuestrado.

Durante algunas semanas, los integrantes del grupo debatieron democráticamente como deberían proceder con su reivindicación, por lo que finalmente decidieron que lo más conveniente era mandar una caja a la casa de la madre del joven gallego que, evidentemente, vivía en un pueblo de aquella comarca.

Semanas más tarde, cuando la señora abre la caja que el correo le entregara, pensando que contenía algún regalito de su hijo, encuentra dentro de ella un dedo y un papel conteniendo una frase sucinta que decía:

-“Tenemos a su hijo, depositen 100.000 dólares en esta cuenta bancaria”.

Sorprendida con tan desatinado contenido, la mujer arroja el billete a la basura y decide no pagar y enviarles una carta que explicaba:

-“Ese dedo puede ser de cualquiera, necesito más pruebas”.

Agobiada, ya que más algunas semanas se pasaron durante el intercambio de las correspondencias, la madre se tranquiliza un poco cuando un día finalmente recibe otra caja, ahora conteniendo un brazo.

Tampoco se sorprendió con el contenido, por lo que resuelve enviar otra carta donde exterioriza:

-“Ese brazo puede ser de cualquiera… Quiero más pruebas”.

Nuevamente transcurren varias semanas entre el canje epistolar de la señora con los yihadistas. Sin embargo, ansiosa, como toda madre lo es, un cierto día esta ve llegar al cartero que traía en brazos una caja mayor.

Luego de abrirla, encontró dentro un ojo, una oreja y un pie, junto a un papel que indicaba con letras mayúsculas:

“Vieja de mierda, ahí tiene todas las pruebas, ahora deposite el dinero”.

Luego de leer el billete, la mujer solamente dejó escapar una sonrisa irónica, pero la hermanita del secuestrado, que en ese momento estaba junto a su madre, le apunta con voz embargada y enfática:

-¡Mamá!… Deposita ya el dinero… ¿O todavía tienes duda?

La mujer dio de hombros, cerró la caja y la apiló con las anteriores. Cuando se dio por satisfecha, se dio vuelta y le comentó a la hija:

-No seas tonta hija… ¿No te das cuenta? Dos cajas más y lo tenemos de nuevo en casa.

(*) Visite el blog “Infraganti!!! Imágenes sin retoque”, http://guillermobasanez.blogspot.com.br/...

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