Lo
aprendimos en la escuela: humanos son animales, se comportan como animales… Más
tarde, a esos mismos perseverantes en el aprendizaje se les ha ido inculcado
que el ser humano se interesa por otro de su misma especie no apenas por
cuestiones ligadas a la personalidad, inteligencia o estilo, sino también por
el “vaho” -no necesariamente de las sudoríparas axilas-, de las hormonas que
son liberadas por el cuerpo. Por tanto, la cosa es química y no hay como
negarlo.
Con todo, es
caso de preguntar: ¿Por acaso alguien ya vio a algún animal besándose?
No es un
dato científico, pero la gran mayoría de bípedes claudicantes que andan por
ahí, afirma animales no se besan. Puede que hasta algunas especies refrieguen
sus rostros, pero nada de besos en sí.
¡Respuesta equivocada, mí vertebrado leyente! Científicos afirman que los
chimpancés se besan, aunque eso ocurra sólo entre los machos de la especie, y
como forma de reconciliación entre ellos. Además, el “bonobo” -que no es igual
que lo hagan a uno de bobo-, un primate más conocido como “chimpancé pigmeo”,
también se besa y hasta usan sus lenguas, así como también tranzan así que se
conocen, sin mucha ceremonia ni rodeo. Visto así, su beso no parece realmente
tan romántico como cualquiera pueda imaginar.
En todo
caso, excepto estas especies, nada de beso entre animales. El beso, mismo, sólo
ocurre entre los humanos, aunque no esencialmente tal acto sea aceptado en
todas las culturas.
Un estudio
realizado conjuntamente por las “Universidades de Nevada e Indiana”, en Estados
Unidos, llegó a estudiar 168 sociedades en todo el mundo, y descubrió que apenas
el 46% tiene el beso como algo romántico. Y que algunas de esas sociedades,
como la tribu de los “Meinacos”, que vive en la selva brasileña, más
específicamente en la región de Xingu, definen esa práctica simplemente como
“asquerosa”.
¿Qué quiere
que le diga? Al fin de cuentas ellos no están del todo equivocados, ya que se
sabe que el intercambio de saliva con otra persona puede aumentar las chances
de diseminar enfermedades: un beso de lengua puede transmitir hasta “80
millones de bacterias”… Una pavadita.
Siendo así, sería
de cuestionarse: ¿dónde radica esa cuestión insistente con el beso?
Por lo que
se sabe, la primera vez que el beso fue encontrado por historiadores, fue en
textos en “sancristo védico hindú” de más de 3,5 millones de años atrás. Tal
práctica era llamada de “aspirar el alma de otro ser”. A más, en las escrituras
de las paredes existentes en las pirámides y otros locales de Egipto, por
ejemplo, las personas aparecen muy próximas unas de las otras, pero nunca con
los labios colados.
Pues bien,
resulta que estos estólidos investigadores, ahora se les ha dado por sospechar
que el beso sea algo cultural que ha ido pasando entre generaciones, y su
objetivo real sería el de aproximarse de otro ser para sentir su olor y tener
contacto con las hormonas expelidas por la piel, y así descubrir si esa persona
es realmente el par que ella procura. Como se ve y se deduce, el beso se tornó
algo romántico, pero comenzó como una buena disculpa para nuestras necesidades
químicas de detectar las feromonas.
No sé,
porque luego de cualquier esfuerzo, lo que en verdad se huele no es más que
intenso sudor. Pero no es de dudar lo que afirmas estos catedráticos si con
tanta firmeza lo afirman. Por otro lado, un hombre, si ha estudiado, aprende a
dudar, mucho más siendo los dioses tan inconstantes, seguros sólo, ello por
ciencia, nosotros por experiencia, de que todo acaba, y el beso siempre antes
que lo demás… ¡Pura zalamería!
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