Luego de
leer el artículo, por un momento me quedé cavilando sobre qué país es ese, qué
gente lo habita; como no pongo en cuarentena que un centenar ya se habrá
preguntado qué virgen los parió, que diablo los tentó, que judas los traicionó,
qué clavos los crucificaron, que tumba los oculta y qué resurrección los
espera.
Evidente
que uno luego se olvida de los milagros, pues no existe milagro mayor que el
simple hecho de que existamos, de que continuemos existiendo. En realidad, no
hablo por mí, por supuesto, ya que por el paso que llevamos no sé hasta cuándo
y cómo existiremos.
Es de no
creerlo, pues si el Stonehenge, el místico monumento prehistórico del Reino
Unido, de por sí ya es extremamente misterioso, lo que decir de otro cinco
veces mayor que el original. Por ahora esa es la duda que hoy día pasa por la
cabeza de arqueólogos y curiosos después de la descubierta del “Super-henge”.
Me explico
mejor. El nuevo monumento rocoso que fue encontrado por un grupo de arqueólogos
británicos de la “Universidad de Bradford”, también queda en el Reino Unido -país
que ahora ya es regido por la soberana más vieja de su historia- y está
estructurado totalmente encima de una organización de piedras. Estas, no
obstante a lo que se piense y vea, son bien mayores que las originales
encontradas antes. En total, son 90, siendo que algunas tienen hasta cinco
metros de altura.
El
arqueólogo Vince Gaffney, uno de los coordinadores de la investigación,
explica: “No acredito que haya nada comparable a esto, la “Super-henge”, en cualquier
otro lugar del mundo. Es extraordinario y también es completamente nuevo. Acreditamos que era un espacio
para rituales, montado para impresionar los forasteros al mismo tiempo en que
transmitía la idea de autoridad a vivos y muertos”.
Los detalles
sobre el nuevo hallazgo aumenta aún más el misterio en torno de las piedras. Están
prolijamente ordenadas en un espacio de 1,5 kilómetros de circunferencia y 500
metros de diámetro, lo que de por sí dejaría al Super-henge cinco veces mayor
que su “hermana famosa”. Además, Stonehenge data de 3500 años atrás, en cuanto la
nueva pieza remete a cerca de 4500 años.
Hoy día los
científicos buscan más vestigios sobre el nuevo descubrimiento, para saber si el
nuevo y viejo monumento poseen ligaciones más fuertes. A pesar de ser muy parecidas,
las formaciones pueden no haber sido realizadas por los mismos pueblerinos,
pero la prueba de conexión directa entre ambas sólo será posible conocerla con
años de estudio, los que inclusive comenzarán a ser realizados inmediatamente.
Los
estudiosos dan cuenta que Super-henge está enterrada un metro bajo la superficie,
y solamente fue desvendada gracias al uso de tecnología avanzada. Radares de
última generación rastrearon el local y consiguieron llevar los especialistas hasta
el lugar exacto donde está el monumento. El descubrimiento hace parte de un proyecto
que busca una mejor comprensión sobre el lugar, que es cercado de misterios
desde su divulgación para el mundo moderno.
Sin embargo,
por cuenta de las complejas técnicas que deben ser utilizadas en el lugar,
visando siempre la preservación del mismo, otros especialistas sólo pudieron ver
“Super-henge” en una simulación que fue realizada con los datos del radar. Incluso
existe la posibilidad del lugar no llegar a ser escavado por encontrarse
extremamente próximo de “Stonehenge”, un patrimonio tumbado por la Unesco.
Informado ya
de tan rocoso acontecimiento, luego digo: ¡No puede ser! Algo está
misteriosamente y terriblemente equivocado. Lo que nada más demuestra que la
estupidez de ponerse a jugar con piedritas es antigua y universal, y que el
sentido de la vida permanece igualmente absurdo tanto aquí como en cualquier
lugar del planeta… ¡Monolítico!
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