De ahí surgió
la costumbre. Imaginemos la escena: Adán mastica lentamente, mirando a Eva que
mordisquea su pedacito, inclinando la cabeza como ave curiosa. Del otro lado de
la puerta, cerrada ya para siempre, le había dado ella la manzana, sin pelar. Se
la ofreciera sin intención de malicia ni consejo de serpiente, porque estaba
desnuda. Por eso se dice que sólo cuando mordió la manzana se dio cuenta Adán
de que estaba desnudo, como Eva, sin tiempo aún de vestirse, que de momento le
pareciera como los lirios del campo que ni hilan ni tejen. En el umbral de
aquella puerta pasaron los dos la noche, quizás con una banana por cena. Dios,
al otro lado, los oía triste, excluido de un festín que fuera dispensado de
proveer, y que no había previsto…
Más tarde se
inventaría el dicho: “Donde se junten hombre y mujer, allí está Dios por medio”.
Por esta frase aprendemos que el paraíso, en definitiva, no estaba donde nos decían,
sino aquí, adonde Dios tendrá que venir siempre si quiere reconocer el gusto o
la sorpresa.
Y ya que se
me ocurrió tocar el tema “sorpresa”, recapitulo que mi mente se paralizó frente
a la información propiciada por la policía de Tailandia, la que avisó que un
elefante del norte del país se sublevara el último miércoles, matando su
tratador, antes de ponerse a correr en dirección a la floresta con tres chinos aterrorizados
aun sentados sobre su lomo.
Antes de que
el leyente imagine la risible escena proporcionada por el paquidermo en su
irreflexiva corrida, agrego lo que el coronel Thawatchai Thepboon, comandante
de la policía del distrito de “Mae Wang”, en la provincia de Chiang Mai, dijera
a la agencia AFP: “El adiestrador que fue muerto, era Karen, y no estaba
familiarizado con el elefante. Ellos, los turistas, están seguros ahora”,
declarara el imperturbable oficial.
Nuevamente,
antes que el adherido lector suponga tratarse aquí de una mujer, le aviso que
está rotundamente engañado, porque en este caso Karen no es seudónimo femenino,
sino que ese nombre propio corresponde a una minoría étnica muy común en el
norte de Tailandia… Un equívoco muy común como el que ocurre cuando nombramos “Isis”,
pero en este caso se trata de un grupo de alienados que más parecen mujeres con
“TPM”.
Aclaradas
todas las cuestiones peninsulares de esta mastodóntica historia, añado que la puntual
policía declarara que el incidente ocurriera a las 9h30 local, justamente
cuando una familia china, padre, madre y un hijo pequeño, luego de madrugar daban
un paseo sentadas cómodamente -tanto como lo puede ser en este caso- sobre el espinazo
de un elefante.
Con todo, parece
que el cuadrúpede animal no estaba acostumbrado con su nuevo tratador y, como
no le cayera nada bien la cara del menguado tailandés, se indignara súbitamente
contra él, hiriéndolo hasta la muerte, según lo informó el “Channel 3”.
A su vez, la
misma red de televisión divulgó imágenes de los tres turistas desesperados y de
ojos agrandados por el susto -cosa que parece imposible que ocurra con un
chino- siendo nuevamente llevados a una región segura aun montados en el
elefante después que el furioso animal fuera aplacado por otros tratadores.
Ergo, por si
el leyente tiene proyectado pasar sus próximas vacaciones en el mencionado
país, sepa que paseos como éste son una prontitud turística lucrativa y
popular, mismo que muchos grupos de defensa de los animales afirmen que es una
actividad cruel y estresante para los elefantes, informando que el número de paquidermos
domesticados en Tailandia llega a 4.000, y supera ampliamente la estimativa de
los animales que permanecen en estado salvaje, que se presume lleguen a 2.500.
Rumiando un
poco más sobre lo aquí exteriorizado, visando la sobrevivencia de toda especie
cuadrúpede -incluso de dos patas- y exorcizando cualquier manifestación
contraria, nunca está de más recordar que a finales de los años 60, con su
lisérgica genialidad, la dupla “Lennon-McCartney” legó a la juventud
psicodélica el éxito llamado “Happiness is a Warn gun”… ¡Mastodóntica
composición!
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