No existe cualquier recelo que desde antiguamente la codicia ha sido mal considerada en sociedad. El
propio Virgilio la descalificó a través de las palabras: “auri sacra fames”, o, “la maldita
voracidad por el dinero”. No obstante sepamos que en algún momento pudo tener
su lógica evolutiva cuando la sociedad de antaño pensaba que la riqueza estaba
dada, y lo que ganaba uno lo perdía otro; por tanto el acaparamiento individual
era una estrategia peligrosa para la supervivencia del resto del grupo.
Hoy,
sin embargo, la producción y el comercio, organizados en torno a la división
del trabajo, del capital y del conocimiento, permiten que la riqueza ya no sea
una tarta dada sino en continua expansión, por lo que todas las partes pueden
salir beneficiadas de su cooperación y de sus intercambios.
Con todo,
nuestros instintos prevalecen sobre la más elemental racionalidad, y en la
actualidad la riqueza ya no procede de disfrutar de un entorno natural
abundante del que obtener directamente los bienes de consumo que necesitamos,
sino de organizar los recursos para fabricar los bienes que más urgentemente
necesitamos en cada momento. Lo que resulta mucho más valioso que disponer de
recursos físicos.
Como
sea y fuere, puede que la obsesión de ciertos individuos por ganar dinero nos
parezca de una vaciedad espiritual insufrible, y la idea de querer ganar dinero a cualquier costo -excepto para los hombres
políticos y sus secuaces corruptores- ni siempre resulta en una buena salida
para los problemas que ciertas veces tenemos que enfrentar. Vender el cuerpo, literalmente,
entonces puede resultar en una situación que al final de cuentas puede
convertirse en un escenario bastante peligroso. Que lo diga una joven azerbaiyana
de 20 años, que vive en la congelada estepa rusa.
Siendo así,
le diré que esta pícara mujer en cuestión, que por motivos obvios se mantuvo su
identidad preservada, llegó a vivir momentos de supremo desespero al intentar
vender su “virginidad”, cuando tuvo que pasar por la embarazosa situación de requerir
escabullirse del apartamento de su cliente por la ventana, única forma de
garantir su integridad física.
Del picar al
rascar, todo comenzó cuando la joven se vio sin dinero en los bolsillos o en
cualquier recoveco que el ingenioso leyente pueda imaginar. Así pues, aprovechando
la repercusión alcanzada por la brasilera Catarina Migliorini, en 2013, con la venta
de su virginidad, ella no dudó dos veces en apostar en su propia “chichula”
para ganar dinero.
En todo
caso, lo que ella no sabía, es que esa idea la llevaría a encontrarse con un
hombre de índole totalmente dudosa… Los comúnmente conocidos como: “malaleche”.
Resulta que
el comprador de la prometida y garantida virginidad, que fue identificado como
Mikhail Dnistrian, de 28 años, concordara en pagar 20 mil dólares para la susodicha
si la mercancía era de buena calidad. Así que, una vez cerrado el acuerdo
comercial, cuando ella ya estaba en su apartamento para entregar en manos la sudorosa
mercadería, él dio para atrás. Y lo que es peor aún, mudó completamente el tono
de la negociación, obligando a la virginal mujer a tirar fotos desnudas, lo que,
según ella, ante cualquier negativa, era punida con agresiones.
Según llegó
a relatar la víctima, luego de tirar las fotos, ella habría sido estuprada y
aprisionada en el cuarto del agresor. La desvirgada joven, entonces, tuvo que
pasar por horas de desesperación hasta que el criminoso cayera en un descuido y
la dejase sola. Fue cuando ella decidió fugarse por la ventana usando diversas
sábanas atadas como cuerda, al mejor estilo de los escaladores ladrones de
joyas.
Con todo, a
pesar de haber conseguido realizar la proeza, por no tener la experiencia de un
Reinhold Messner y otros tantos
alpinistas como él, no todo
corrió bien y la mujer tuvo que arcar con lesiones graves. Eso, porque durante su
fuga, se cayó y fracturó la cadera. Por suerte, los curiosos -que siempre
existen, y más cuando se trata de ver mujer desnuda- cercaban el lugar la
socorrieron a tiempo, a más de llamar a la policía para resolver el caso,
cuando Mikhail fue preso, mientras la joven ahora se recupera de la fractura y,
claro, del trauma psicológico originado con la perdida gratuita de su tan
preciosa joya… ¡Lamentable!
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
Nenhum comentário:
Postar um comentário