quarta-feira, 23 de setembro de 2015

Incógnita ni Siempre Misteriosa


Muchos autores como el norteamericano Carl Sagan, ya se han preguntado por qué la gente busca y crea misterios donde no los hay, y no prestan más atención a otros reales e igual de fascinantes. Evidente que a esta interrogación le caben varias respuestas a falta, quizá, de teorías más firmes, puesto que la utilización del misterio o el falso misterio en bien de unos pocos, en ocasiones incluso por puro ego personal de querer aparecer en los medios, puede llegar a ser negativo para la Ciencia y el Conocimiento.

El propio Robert Chapman afirma enfático cuando se refiere a la arqueología, que: “Una de las cosas fascinantes de la arqueología, es que cada año otro grupo o individuo sin entrenamiento o conocimiento crítico en la referida disciplina, se siente autorizado a emitir opiniones que llegan a programas populares de televisión pero escandalizan y desalientan a los arqueólogos profesionales. Nosotros ni soñaríamos en marchar hacia terrenos como los de la ingeniería o la neurocirugía, y manifestar haber hallado la solución a problemas que ciertamente desconcertarían a quienes investigan esas disciplinas. A su vez, libros sobre continentes perdidos, sobre la Atlántida, sobre la adoración prehistórica de diosas, llegan a mucho mayor número de personas que nada de lo que es publicado por los arqueólogos profesionales. El pasado resulta así apropiado, nos guste o no, y deberíamos movilizarnos en favor de la racionalidad y de lo que sabemos y podemos demostrar sobre el pasado”.

Pues bien, un misterio no es más que aquello que no se puede explicar, comprender o descubrir. Más bien, se trata de algo reservado, secreto o recóndito. Pero resulta que las personas tienen tendencia a interesarse en los misterios como algo inaccesible ya que, en caso de ser revelado, perdería su atractivo. Esto quiere decir que cuando un misterio es explicado, pierde su condición de misterioso. Por ejemplo: la policía encuentra cinco cadáveres mutilados y no tiene pistas sobre el responsable. La gente considera que el caso es un misterio y elabora todo tipo de teorías… Muchas de ellas sobre la propia policía.

Siendo así, propongo retroceder cinco siglos para ubicarnos en el tiempo de Colón y sus famosas carabelas, ya que algo ha quedado incomprendido desde aquel tiempo… Me corrijo: ese misterio acaba de ser solucionado por arqueólogos hace algunas semanas en los Estados Unidos. El caso remonta a una fecha entre 1587 y 1590, cuando moradores de una colonia inglesa en la isla de Roanoke habían desaparecido por completo como arte de magia, dejando atrás de sí apenas la palabra “Croaton”, escrita en un árbol.

En una investigación que fue publicada recientemente, los estudiosos de la “First Colony Foundation” dieron fin a esa enigmática duda secular. Para ellos, esta población probablemente se integró a los nativos del condado de Dare, actual Carolina del Norte. Pues bien, su teoría ha sido confirmada ya que fueron encontrados objetos del grupo en localidades distantes a 80 kilómetros de Roanoke.

John White -que ni de cerca es pariente de John Wayne- llegó al local en 1587 en una misión para nada bucólica, y allí dejó a Dios verá a un grupo de colonos, entre ellos 90 hombres, 17 mujeres y 11 niños. White volvió a Gran Bretaña y retornó a la isla en 1590, cuando no encontró a ninguno de los supuestos moradores.

En 2012, el Museo Británico encontró un mapa confeccionado por White, en el cual éste indicaba la existencia de una fortaleza en la isla. Los investigadores fueron entonces al local y encontraron diversos artefactos datados del siglo XVI, desde herramientas de metal a piezas de cerámica y espadas… Esqueletos, que es bueno, nada.

En todo caso, la prueba de la presencia de los colonos en la fortaleza sumada a la inscripción de la palabra en el árbol, llevó a que los especialistas concluyesen que os habitantes llevados para la isla de Roanoke por John White, realmente se aunaron a los indios Croaton -evitando que se los comiesen crudos-, y se desparramaron por el territorio.

¡Patético!, como todo lo que acontece hoy día, pues supongo que una vez dentro de la fortaleza, ellos habrán hecho como Howard Carter que, maravillado con la picareta forjada por Vulcano, se puso a cavar y terminó descubriendo una antigua prisión local, y luego exhumó un legítimo y pútrido intestino político que, según mis cálculos, estuvo preso durante años… ¡Misterioso!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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