Ese asunto de que vengan y le digan a uno: “es que a
vos te duele el codo”, se apoya en una
expresión coloquial que significa que un individuo está sintiendo añoranza de alguien que partió, o porque está con envidia de algo o de otra persona, o
hasta quizás porque fue abandonando por
algún querido amor. Empero, tal expresión tiene diversos orígenes orales
en el vulgo.
Obvio que
además de significar un dolor muy fuerte, es un dolor que permanece por mucho
tiempo, exactamente como cuando uno se golpea el codo contra algo, pues no para
de doler y la molestia persiste por algún tiempo. Sin embargo, el principal
significado para el “dolor de codo sentimental”, se basa en las personas van a
un bar después de una desilusión amorosa, y allí permanecen durante cierto tiempo
llorando apoyados en el mostrador pensando en la persona amada, al punto que el
codo le llega a doler de tanto estar afirmado en uno solo.
Incluso, esa
expresión que está relacionada a la perdida de alguien, es también muy utilizada
para designar a quien tiene envidia de otra persona, por ejemplo, alguien que
perdió algo para otra y ahora está sintiendo un dolor de codo. Por
consiguiente, es un tipo de dolor proveniente del sentimiento de tristeza cuando uno gusta de alguien y
no tiene su sentimiento correspondido.
Empero, a
medida que descubrimos más sobre la base neural del amor, más nos aproximamos
de una manera de poder curar sus males. En cuanto muchos desconfían de remedios
contra el dolor de codo, hay una vertiente letrada que afirma que tales soluciones
“antiamor” podrían ayudar a las personas a combatir esos pensamientos
delirantes y suicidas por causa de amores no correspondidos, o evitar de cualquiera
caer en las garras de un dolor implacable.
Opino que
muchos se preguntarán como sería ese tal remedio capaz de curar el “amor del
descornado”. No en tanto, la respuesta está en la revista “NewScientist” ya que
todo indica que ella tiene un buen palpite sobre este doloroso asunto.
Para comenzar:
¿lo que es el amor? Para Shakespeare es “una marca cada vez más evidente que
jamás se abala delante de las tempestades”. Ya para los neurocientíficos, suele
ser menos poético: “un fenómeno neurobiológico clasificado en tres subgrupos: lujuria,
atracción o afecto. Todos ellos aumentan nuestro éxito reproductivo y el deseo
de tener hijos”, garanten los científicos.
De acuerdo
con Helen Fisher, de la “Universidad Rutgers” de Nueva Jersey, cada aspecto tiene
como base un conjunto de sistemas químicos sobrepuestos en el cerebro. Claro
que existen maneras de disminuir cada uno de ellos, pero la científica alerta
que ni siempre se trata de una experiencia agradable. Su equipo de estudio fue el
primero a ensayar sobre esos “mecanismos neurales” engajados en la manera con
que un viejo amor desaparece de la mente. Por tanto, creo que vale la pena conferir
algunos pros y contras al manipularlos conscientemente:
Túnel de obsesión - Fisher
descubrió que las personas que sufren de ansiedad después de un amor perdido, tienen
mayor actividad cerebral en el “pallidum
ventral” -región ligada al afecto- de que las personas que están
felices en el amor. Esta actividad disminuyó a lo largo del tiempo, sugiriendo
que el apego también disminuye.
¿Quién
nunca se descubrió estar obcecado con los mínimos detalles de una persona? Los
cabellos, por ejemplo, o el número de besos que ella le manda en un mensaje de
texto. Esta “visión de túnel” recuerda algunos de los síntomas del trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC). Por su causa, Donatella Marazziti, de la
“Universidad de Pisa”, Italia, buscó comparar la actividad cerebral de 20 personas
con TOC y de 20 otras personas durante sus primeros espasmos de amor.
Fue
cuando ella notó que ambos grupos presentaron niveles extremamente bajos de una
proteína que transporta serotonina -una hormona que ayuda a regular el humor- en
la región periférica del cerebro. Al analizar los apasionados nuevamente un año
después, los resultados revelaron que sus niveles de serotonina volvieron a
subir. Además, estos contaron no sufrir más con el foco obsesivo sobre sus ex parejas.
Veneno y antídoto - Drogas
que impulsan la producción de serotonina pueden ofrecer alivio a personas con
TOC, por tanto, hace sentido pensar que ellas también pueden ayudar contra el famoso
“dolor de codo del descornado”. Estas drogas incluyen antidepresivos especiales
llamados de “inhibidores de receptación de serotonina”, conocidos por atenuar
emociones extremas y dificultar la formación de lazos románticos. Este es un
efecto colateral destinado para individuos depresivos, pero puede ser la solución
para quien está buscando desligarse emocionalmente de alguien.
Controlando lazos - Por
otro lado, hay innúmeras otras substancias que vienen ayudando a las personas a
crear lazos sentimentales, y estudios con animales nos muestran hasta donde es
posible controlarlos. Por ejemplo, el ratón de pradera es un famoso monógamo, o
sea, forma apenas un único lazo durante su vida. No en tanto, cuando Larry
Young, de la “Universidad Emory” de Atlanta, Georgia, les inyectó una droga que
obstruye la dopamina y la ocitocina, ambas cobayas se tornaron polígamos. “Eso nos
sugiere que tal vez consigamos bloquear la ocitocina para conseguir soportar una
relación de largo plazo”, afirma Young.
Como el
amor divide las mismas bases neurales que el vicio, una hora uno tendrá que
reabastecer su organismo de ocitocina o dopamina. Daría para hacerlo sin recurrir
a píldoras, garante Young. Ejercicios físicos elevan los niveles de dopamina, en
cuanto el contacto físico e interacción social pueden aumentar la liberación de
ocitocina.
Terapia contra el dolor de codo - Otros grupos de estudiosos están tentando ayudar víctimas de trastorno
de estrés pos traumático (TEPT) a substituir una memoria por otra
emocionalmente más leve. “Terapias similares para tratar memorias de amor son una
hipótesis”, considera Fisher. “Un día será posible estimular el cerebro para reducir
la actividad en la región que controla el sentimiento de ligación con otra persona,
acelerando así los efectos curativos del tempo”, acrecienta la especialista.
En todo
caso, por ahora todavía vale lo que a nuestras madres dicen sobre ese tipo de dolor
de codo: “no hay nada que el tiempo y un nuevo amor no pueda apagar”...
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del cotidiano. Disfrútelo visitando http://guillermobasanez.blogspot.com.br/ y pase por mis libros en el sitio: www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante ...
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