sábado, 8 de março de 2014

Puede que no Sea Olvido Sino Confusiones


No importa que el individuo en cuestión ocupe el cargo de mandatario de un país poco relevante o no en el escenario mundial, pero él no es una excepción a la regla y juzgo que olvida cosas que no debería olvidar. En realidad, parecería que no son estrictamente olvidos sino confusiones y poca noción del tiempo en que vive, y quizás haya utilizado esa procesadora no muy aceitada con la cual su cerebro licua y disuelve fechas, nociones, hechos y contextos, produciendo por así decir un cocktail catastrófico que se parece más a un puré ideológico sin sabor que a un trago largo.

Tan filosófica manifestación de opinión, se debe a que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, sancionara el lunes 24 de febrero una ley que pune con prisión perpetua actos homosexuales “con agravantes”, una ley que endurece la persecución de su gobierno a una orientación sexual que por allí ya es tipificada como crimen.

En todo caso, retrocediendo un poco en la historia de éste asunto, la “Ley Homofobia” ya fuera aprobada por el Parlamento en diciembre de 2013, pero el presidente decidió adiar su entrada en vigencia hasta saber los resultados de un estudio que fue encargado a un grupo de 14 científicos.

Después de estos estudiados quemar un poco las pestañas y exprimir los sesos, llegaron a la conclusión de que la homosexualidad “no es genética”, y si una opción de los individuos derivada de una conducta social “anormal”.

Así pues, el estudio que fuera solicitado por el presidente Museveni después de las varias críticas recibidas por parte de la comunidad internacional, llevó a que el grupo sustentara que “el homosexualismo no es una enfermedad, y sí un comportamiento anormal que es aprendido a través de las experiencias que le otorga la vida a cada sujeto”.

Con eso tenemos que a través de la sanción firmada, la cual fue transmitida por la televisión pública ugandesa, el señor presidente terminara por refrendar la tesis de estos científicos, y dijo que “la homosexualidad es producto da la educación recibida por cada uno, y por tanto un factor que puede ser corregido”.

El propio Musaveni alcanzó a argumentar que el decreto también estaba siendo otorgado por motivos económicos, ya que prefirió llamar a los homosexuales de “mercenarios y prostitutas”.

“No hay dudas de muchos de nuestros homosexuales son mercenarios… En verdad, ellos son heterosexuales que se transforman por dinero, por tanto, ellos son como las prostitutas”, declaró el gobernante en su pronunciamiento televisivo.

A su vez, el presidente afirmó, incluso, que no está preocupado con el efecto que la nueva ley podrá tener en las relaciones internacionales de Uganda.

“Las relaciones entre países deben basarse en la igualdad, no en el servilismo. Por consiguiente, puedo muy bien aconsejar a nuestros amigos occidentales a no transformar este asunto en un problema mayor, porque cuanto más ellos lo hagan más perderán”, afirmó enfático.

Una semana antes de ser firmada de la nueva ley, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ya lo habría advertido de que la firma de esa ley sería un retroceso en la protección de los derechos humanos que complicaría la relación entre los dos países… Pero todo lleva a creer que el alerta no funcionó.

En todo caso, la minuta del polémico proyecto, transformado ahora en ley, fue presentada en 2009 incluyendo penas tan severas como la condenación a muerte por la comisión de actos de “homosexualidad con agravantes”. Eso incluiría el estupro homosexual, las relaciones homosexuales con menores de edad o incapacitados, o cuando el acusado sea portador de HIV. Circunstancialmente, la revisión del viejo texto terminó substituyendo la pena de muerte por la de prisión perpetua.

En este caso, no importa mucho qué lado de la hinchada el lector ocupe, pero recordando lo que mencioné en la frase inicial de este texto, entiendo que las confusiones mentales del mandatario no se restringen a este neto relato, pues pocas semanas antes, el presidente ugandés ya había firmado una otra ley contra la pornografía que, entre otros comportamientos “insidiosos”, prohíbe y pune el uso de la minifalda.

Creo que de nada sirve que en dicho país se busque utilizar sanciones métrico-filosóficas en ritmo historiográfico, pues a pesar de la estrechez de raciocinio demostrada por este oscuro comandante, su mediocridad camina a pasos largos… Bueno, quizás aún no sepa que vivimos en el siglo XXI… ¡Lamentable!

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