No que el tema ya no haya sido tratado antes desde otros ángulos y con
otros matices, pero finalmente una película afgana logra retratar por primera
vez “el tabú del estupro de una mujer” que habita en la conservadora sociedad
de un país donde la víctima puede ser condenada a 15 años de prisión por haber
cometido lo que ellos consideran un “crimen moral”.
“The Icy Sun” (que en su traducción literal significa “Sol glacial”), de
25 minutos de duración, consigue narrar la historia de una aspirante al papel
de actriz que es estuprada por un productor de cine sin escrúpulos en la propia
Kabul, y cuenta como después la joven debe ocultar el hecho para evitar ser masacrada
por la sociedad.
La protagonista del referido filme, Fereshta Kazemi, quien nasció en Kabul
en 1979, ha pasado grande parte de su vida en los Estados Unidos, y afirmó a la
“Agencia Efe” por teléfono desde Los Ángeles la siguiente declaración: “Interpreté
ese papel para poder dar voz a las millares de mujeres sin voz que son
brutalmente estupradas”.
Kazemi llegó a remarcar lo cuanto es importante concientizar a la
sociedad afgana sobre la gravedad de los abusos sexuales, pues hay mujeres que
son presas después de haber sido desfloradas o sufrido cualquier otro tipo de
ataque sexual.
“Quiero que el pueblo se dé cuenta de que el estupro está relacionado con
la violencia, y no con el sexo… El estupro es una forma de violencia contra las
mujeres, un modo de deshumanizarlas”, terminó por aseverar la actriz.
Un reporte de 2012 que fue elaborado por la ONG “Human Rights Watch”,
constató que el 50% de las mujeres que están en la prisión de Afganistán, son
acusadas de “crimen moral”, de escapar de su hogar o de mantener relaciones
sexuales fuera del casamiento, bajo un dolo denominado “zina”.
En ese país asiático, “zina” es un trasgresión que llega a ser castigada
con penas de hasta 15 años, donde mujeres que fueron estupradas o forzadas a
prostituirse terminaron siendo condenadas gracias a la existencia de esta ley.
La actriz, conocedora del código penal afgani, afirmó que durante la
filmación de algunas escenas de la película, temía que la policía pudiese acosarla,
sobre todo cuando necesitaba filmar durante la noche, acompañada de un equipo
masculino, en una frecuentada carretera de Kabul.
“Fue un trabajo muy duro y yo estaba muy nerviosa al ver los coches
pasar cerca de mí… También me preocupaba en tener que explicar para la policía lo
qué hacía yo a esa hora de la noche en Kabul junto con ese grupo de hombres”,
explicó Kazemi.
En realidad, la película se basa en una historia real de una actriz afgana
que fue estuprada y después asesinada por un productor, que Kazemi definió en la
trama de ficción como una “inocente soñadora” que fue atacada por “un ser
obscuro”.
Gracias a su higiénico y profiláctico papel en el filme, rodado en 2013,
Kazemi recibió el premio de mejor actriz en el “Festival de Cine de Derechos
Humanos de Afganistán”, y la producción será presentada, además, en grandes
festivales como Cannes y Sundance.
No en tanto, ni todo fue fácil para el equipo de filmación. Por ejemplo,
el director, Ramin Mohammadi, necesitó recibir asilo político en Dinamarca luego
de abandonar Afganistán en julio, después de haber sido amenazado por varios
clérigos musulmanes cuando se encontraba en su residencia de Kabul.
Kazemi, por su parte, recibió amenazas de muerte y aseguró que ahora debe
mantenerse escondida durante sus visitas a la capital afgana, informar al menor
número posible de personas sobre su localización y reunirse sólo “con amigos
próximos”.
El motivo de tanta indignación no es el estupro en sí, sino más bien por
causa de una escena considerada “picante”, donde la protagonista aparece “desnuda”
-según el patrón afgani- en un baño, mismo que en realidad en ella sólo se vea parte
de su espalda y el pecho en la altura de los hombros.
“Muchos hombres me preguntan: ¿Por qué usted hizo eso? Y yo respondo que
me siento tranquila con esa decisión que tomé y que la única cosa que ellos ven
en esa escena es el propio incómodo y el sentimiento de vergüenza”, comentó la
actriz.
Además, ella remarcó que durante el rodaje de esa escena, estaba envuelta
con una toalla, y que siempre hubo otra actriz junto con ella “para que fuese
testigo de que se trataba de una interpretación profesional y nada más”.
A pesar de las amenazas de muerte que recibió y lejos de amedrentarse,
Kazemi planea retornar a Kabul en los próximos meses para rodar un nuevo documentario,
pues aseguró que Afganistán le proporcionó algo que hacía tiempo buscaba.
“Afganistán me tocó el corazón porque finalmente pude enfrentar mi país cara
a cara con mi cultura, algo que sentí añoranza en cuanto crecía como americana en
los Estados Unidos”, concluyó… Bueno, esperemos que su esfuerzo rinda algún
resultado a futuro… ¿No concuerda?
(*) Si
desea seguir la misma línea y enfoque de este Blog, dese una vueltita por “Infraganti!!!
Imágenes sin retoque”, un blog que contiene apenas instantáneas del cotidiano.
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