Imagine por un momento, mi efusivo lector, las siguientes escenas: el
dueño de un restaurante se niega a servir los comes y bebes en un casamiento entre
dos hombres; un estilista se recusa a diseñar el vestido de casamiento de una
lésbica; un gay tiene problemas para comprar un anillo de compromiso; un hotel
niega reservas a parejas homosexuales... Aunque todas esas dramáticas
situaciones suenan algo extraño en el siglo actual, en realidad esto puede llegar
a ser cobijado dentro de la ley en los Estados Unidos, si es que algunas
iniciativas estaduales vienen a prosperar.
Es que Arizona, un estado que está acostumbrado a captar la atención
fuera de sus fronteras por causa de duras medidas conservadoras, fue una vez
más quien colocó leña en la hoguera sobre un debate en el cual también están
inmersos otros estados norteamericanos: “la posibilidad de que los dueños de
estabelecimientos privados puedan negar sus servicios a los homosexuales con la
mera justificativa de sus propias creencias religiosas”.
El derecho a no objetar y no participar de celebraciones matrimoniales
de parejas del mismo sexo sólo vale, por en cuanto, en los Estados Unidos, para
las autoridades y las organizaciones religiosas, pero la medida que está en la
agenda de los Parlamentos estaduales de Arizona, Tennessee y Oregón, pretende
extenderla al sector privado.
Por ejemplo, el Legislativo de Arizona aprobó en la última semana de
febrero, una ley que en la práctica ampara legalmente a los dueños de
establecimientos comerciales para que estos puedan alegar razones de fe, -como
ya ha ocurrido en otros estados-, caso sus clientes homosexuales los procesen judicialmente
por haber tenido el atendimiento negado.
Esta norma, que volvió a generar atritos entre los sectores más
conservadores y los defensores de los derechos de los homosexuales, está ahora en
las manos de la gobernadora de dicho Estado, la republicana Jan Brewer, también
conocida por sus duras políticas contra os inmigrantes.
Sin embargo, su decisión es una incógnita, ya que a pesar de su
conservadorismo, el año pasado vetó una iniciativa similar, con el argumento de
que no era más de que una distracción de las verdaderas prioridades que el
Parlamento debería votar, como lo es el presupuesto anual.
Independientemente del futuro de esta ley y demás similares en otros
estados, el asunto que se ha colocado sobre la mesa, es la posibilidad de negar
servicios a un grupo de personas por causa de sus preferencias sexuales, cuestión
que ya obtuvo acaloradas reacciones de los sectores más progresistas y en las
organizaciones de derechos humanos de todo el país. Es que estos grupos
consideran que la ley no pretende “defender la libertad religiosa”, como dicen
sus partidarios, ya que lo que buscan en realidad, es dar amparo legal a la discriminación
de los homosexuales.
La nueva norma también incomodó a varios ciudadanos de Arizona, cansados
de ver su estado ser siempre el centro de las polémicas más sórdidas, y
temerosos de que se repita una situación similar al boicot que ya sufrieron los
empresarios por causa de la dura y controvertida ley de inmigración que su
Parlamento aprobó.
De hecho concreto hasta el momento, fue la acción del dueño de una
pizzería de Tucson, que se convirtió en asunto nacional al colgar un irónico
cartel de protesto contra la ley luego después de su aprobación… “Aquí nos
reservamos el derecho de negar el servicio a los Legisladores de Arizona”, menciona
el cartel colocado en la puerta de su comercio.
Es interesante complementar que las parejas de homosexuales de los
Estados Unidos pueden casarse en 17 estados y en el Distrito de Columbia (donde
está la capital, Washington) y en otros 24 estados del país hay procesos pendientes
para legalizar los casamientos entre personas del mismo sexo. Pero a pesar del visible
progreso en este sentido, principalmente a partir de una sentencia histórica
del Supremo Tribunal el año pasado, los estados más conservadores continúan
proponiendo o siguen vigentes leyes que limitan los derechos de los homosexuales.
Uno de los periódicos más prestigiados del país, el “The Washington
Post”, publicó recientemente un artículo que llegó a ser muy comentado, en el
cual enfatizaba que “ocho estados” tienen leyes similares -aunque no tan duras-
a las de Rusia para prohibir lo que los legisladores de esos territorios
denominan de “propaganda homosexual”. En verdad, esas leyes rusas ya recibieron
el rechazo de organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo
todo, y también en los Estados Unidos. Sin embargo, lo que muchos americanos no
sabían, era que ocho de sus estados tienen leyes que también limitan la libertad
de expresión sobre la homosexualidad.
En Alabama, Arizona, Louisiana, Mississippi, Oklahoma, Carolina do Sul,
Texas y Utah existen normas que prohíben, por ejemplo, presentar la
homosexualidad “como si fuera un estilo de vida alternativo y positivo” o enseñar
a los jóvenes que “existen métodos seguros para practicar sexo con personas del
mismo sexo”…
Una vez enterado de tal polémica, creo que la exacerbación y obcecación
de unos cuantos americanos no coaduna con la realidad de este siglo… ¿O estoy engañado?
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