quinta-feira, 13 de março de 2014

La Pesadilla de ser Negro en la India


Primeramente, el leyente debe considerar que el asunto en cuestión no es una exclusividad ocurrente de aquella región oriental de nuestro vilipendiado planeta, pero me da la impresión -al igual de lo que ocurre en otros países- que la incompetencia y el descaso de las autoridades gubernamentales de la India forjan aún más la acentuación de este melancólico tema de odio premeditado hacia los seres humanos de otras razas.

Es evidente que la razón de lo antes mencionado se debe a las recientes revistas nocturnas que son realizadas en casas de subsaharianos en Nueva Delhi, las que son lideradas por un miembro del gobierno de la capital y sin permiso judicial, que trajeron a flote la discriminación y el preconcepto que es practicado en la India contra la gran comunidad negra que allí reside.

Por ejemplo, Mek, un estudiante nigeriano, llegó a explicar a la “Agencia Efe”: “Para mí, es muy difícil vivir aquí porque somos negros. Cuando alguien te ve por la calle te ataca con piedras. Salir después de las ocho de la noche es complicado. Además, las mujeres negras son perseguidas... ¿Por qué eso acontece? ¡No sé decir! Pero en mi país le preguntamos (a la numerosa población indiana) si para ellos es difícil vivir en Nigeria, y nos responden que no. ¿Entonces, por qué para nosotros es difícil vivir aquí?”, cuestionó Mek.

El relato de este estudiante, que cursa gestión de negocios en la capital indiana, se repite con frecuencia entre los negros que se arriesgan a hablar, pues desde que las casas comenzaron a ser revistadas a partir del 15 de enero, lo que predomina es el silencio.

En la noche del 1º de marzo el hecho volvió a suceder. Es que el abogado y ex consejero de Justicia del gobierno de Nueva Delhi, Somnath Bharti, realizó una incursión acompañado de la policía y de cámaras de televisión por un barrio de la capital con gran emigración subsahariana, ya que Bharti y otros acusan a los vecinos negros de dedicarse al tráfico de drogas y la prostitución.

Esa noche, Bharti ordenó a los policías para que entraran en una de las casas, no en tanto ellos se negaron ya que no portaban orden judicial. Delante de la recusa, él, junto con algunos seguidores y moradores del barrio, actuó por cuenta propia.

Fue cuando Bharti obligó a cuatro ugandeses a comparecer al hospital para realizar un test por consumo de drogas -que dio negativo-, e, inclusive, exigió a una de ellas a orinar en público, según el abogado de las víctimas, Harish Salve.

Pero el relato de otro de los subsaharianos va más allá: “Ninguno de ellos usaba uniforme. Batieron en la gente, me golpearon en el ojo y por todos lados. Pensé que me iban a matar. Después me llevaron para la comisaría”, alcanzó a declarar uno de los ugandeses al canal indiano “NDTV”.

Es conveniente destacar que el tema de la percepción de los negros como gamberros, vulgares y traficantes de drogas, parece ser algo generalizado en barrios como Krishna Park, en el cual existe una gran comunidad de nigerianos.

Por ejemplo, Anil Kumar, de 51 años, acompañado de su perro, y quien afirma orgulloso que sólo late para negros, declaró: “Los negros salen en grupos y pasean hasta de madrugada, pero la policía no les hace nada. Sentimos que somos nosotros los que vivimos en Nigeria y no al contrario… Sentimos miedo de ellos”.

Al igual que Kumar, Vijay Sharma, de 54 años, protesta, junto a otras vecinas del barrio, explicando que se siente escandalizada por la forma como se visten las nigerianas… “No tienen noción de quien es el pueblo que vive aquí”, comentó, acrecentando que los negros no se importan en hacer barullo cuando las otras personas están durmiendo.

“Los malos tratos a los cuales sometemos a los africanos, es producto de nuestra actitud con el color de la piel. No nos gustan aquellos que son más oscuros que nosotros, en cuanto ansiamos por una piel más clara”, discurrió el prestigiado periodista Karan Thapar, que comanda un programa de entrevistas en la TV.

En la obra “India: retrato de una sociedad”, el psicoanalista Sudhir Kakar y la antropóloga Katharina Kakar, basan esa obsesión por la piel más blanca al sistema de castas, en el cual “un brámame será más claro que un intocable”.

“Hay pruebas por toda parte de esa preferencia indiana por la piel clara y el menosprecio, que fronteriza el desprecio a los de piel oscura. (...) Un africano de piel oscura recibirá, en general, un tratamiento condescendiente y será, inclusive, sometido al ridículo”, sentencian estos autores en su libro.

Kim Barringhton Narisetti, una editora afroamericana que vive en Nueva Delhi, llegó a escribir un artículo que fue publicado a fines de enero en el diario indiano “The Economic Times” sobre los continuos ataques y provocaciones que ella sufre por causa del color de su piel… “Un niño de unos ocho años me tiró una piedra y me tendría golpeado en el ojo si yo no estuviese con lentes de sol. (...) Otro día, en un hotel, un otro niño saltaba y hacía gestos imitando un mono, en cuanto apuntaba para mí y para mi hija, mientras sus padres se reían”, recordó ella en su artículo.

Claro que cualquier viviente puede extrapolar esta situación de intolerancia hacia prójimos de distintas razas y otros credos en su propio país, ya que casos similares ocurren con más o menos incidencia de que en la India… Y es eso lo que me lleva a preguntar al considerado leyente: ¿No estaría en la hora de bajar los decibeles, no declamar tanto, y pasar a valorizar un poco más tantas cosas positivas que existen en medio de los desastres y de las actitudes segregacionistas y discriminatorias que todavía conservamos, y pasar a luchar todos juntos para desterrar de nuestro planeta la violencia, el racismo xenófobo y la mala fe?... Bastaría con un pequeño esfuerzo para cada uno contribuir con un poco… ¿No le parece?

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