Como todavía
existen fariseos que dudan de ciertas mini verdades, opino que lo mejor sería cotejar
cosas serias. Principalmente si nos atenemos a las declaraciones que han sido
formuladas con tamaña proeza prestidigitadora por parte de los políticos que
han sido acusados de corrupción y de aceptar soborno.
En todo
caso, al asumir el riesgo de tropezar con políticos insomnes a deambular por
calles decrépitas, más que alígero debería mudar mi enfoque ante la corazonada
de tratar de examinar una pequeña parte de la barbarie urbana que se ha
practicado a lo largo de décadas bajo la descarga cloacal administrativa.
Ni sé por
qué digo esto, pues es sabido que iría madrugada adentro examinando lo que han
estado haciendo con la ciudad, y me demoraría mucho averiguando si los absurdos
que los noticieros apuntan son mismo verdaderos.
Así pues, cambiando
de tema, lo que en realidad pretendía decir, es que una lesión en la pierna
permitiera que un francés cuya identidad no llegó a ser revelada, recibiese la
peor noticia de su vida.
Eso le
sucedió porque al realizar una visita imprevisible a un hospital, luego de
haberse lastimado la pierna, él acabara por descubrir que simplemente había
perdido mitad del cerebro… Y ahora tenía un alambre entre oreja y oreja…
¡Espantoso!
Para que no
queden dudas merodeando en un universo cada más delirante, me explico: Conforme
fue noticiado
por el vespertino “Mirror”, el caso aconteció en 2007, pero sólo fue publicado
apenas esta semana por el “The Lancet”, una de las revistas de medicina más
respetadas del mundo.
Mismo siendo
pequeño, comprometido en estudiar el cerebro de este individuo durante tan
largo periodo, el médico Lionel Feuillet acabó siendo el responsable por
comentar al caso: “Fue algo inesperado. Realizamos los análisis y vimos que el
cerebro entero del paciente había reducido, tanto del lado izquierdo cuanto del
lado derecho, en todos los sentidos posibles. Afectó regiones que controlan los
movimientos, la sensibilidad, lenguaje, visión, audición y hasta funciones
emocionales”, llegó a explicar el catedrático.
La sorpresa
del develamiento fue acompañada, claro, de mucha investigación. Durante los estudios, los médicos descubrieron algo aun más sorprendente: Víctima de hidrocefalia pos natal,
él paciente fuera sometido a un procedimiento de remoción de líquido de la cabeza
a los 14 años. Sin embargo, durante tres décadas, un resto de fluido continuó “comiéndole”
el cerebro… Como si fuese la bacteria llamada “vibrio vulnificus”, el virus
carnívoro “come carne”.
Como sea, fueron
necesarios ocho años de estudio, lo que originara la demora en divulgador el
caso, para que los médicos formulasen hipótesis sustentables sobre cómo el resignado
lograra sobrevivir en esas condiciones. Con todo, hoy ellos acreditan que lo
que le sobrara de su cerebro se reorganizara de manera que éste pudiese
continuar cumpliendo sus funciones mismo con 50% de su tamaño inicial.
La revelación
ha sido muy importante, de acuerdo con el artículo de la “The Lancet”, para poder
demostrar que inteligencia y tamaño del cerebro pueden no estar tan conectados
como era afirmado hasta entonces. En consecuencia, ahora los especialistas quieren
saber si la vitalidad del órgano gris no es tan evidente cuanto se ha discutido
hasta el día de hoy. Para lograrlo, el caso continuará siendo estudiado, ahora
por más médicos.
Elemental registrar
que tales aclaraciones no sirven para uno pagar “media entrada” en cualquier
función de cine, pero juzgo que da una inmensa credibilidad a la cuestión… ¡No
hay duda!
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