sábado, 22 de agosto de 2015

Una Belleza Oculta


Aquellos que dominan las onomatopeyas del intelecto no necesariamente cabalístico y mesiánico, dicen que el dolor físico siempre se produce por alguna razón y que ello comúnmente nos aporta alguna enseñanza; y que a su vez también existe el sufrimiento o el dolor psicológico… Como por ejemplo, el que nos causan los políticos corruptos.  

Con todo, fuera de los actos nada urbanos de estos individuos públicos, tenemos que el sufrimiento tiene su origen en la propia reacción ante los hechos y no en la realidad de lo que está ocurriendo. No lo produce la realidad, sino la mente en la que se arraiga el deseo, la exigencia, los prejuicios, los miedos, y todos los demás etcéteras adjetivados o no. Por ejemplo, si vamos al campo, llueve y nos enfadamos, la causa del enfado no está en la lluvia, sino en la propia reacción, porque se han contrariado los propios planes y deseos.

Pero también existen otros ejemplos más tangibles y temporales, como llega a ser el caso de un argelino que acaba de demandar por “sufrimiento psicológico” a su flamante esposa, luego de él verla por primera vez sin maquillaje.

Toda fémina que no fue tocada por la mano de los dioses del universo en el quesito belleza, sabe muy bien que un poco de maquillaje puede ayudar a que su rostro se vea más bello, resaltando así virtudes ocultas y escondiendo las imperfecciones que la madre naturaleza le facilitara tan ensañadamente.

Sin embargo, si el maquillaje es usado en exceso, él puede acabar por transformarse en una suerte de máscara o impostura… Y cuanto a esto, creo que algo así le sucediera recientemente a una mujer argelina.

Para facilitar la comprensión del intelecto lector, añado que según lo consigna el periódico “The Mirror”, un hombre de Argelia, cuya identidad no fue revelada, tomara la determinación de abandonar a la mujer con la que acabara de casarse, y no satisfecho presentara una demanda judicial contra ella.

El informe parece algo vago dicho así, en seco, por eso aclaro que la crónica del periódico refiere que el novio nunca había visto a su compañera a “cara lavada”. Y a juzgar por su reacción, la diferencia entre la dama maquillada y en estado natural resultó ser extremamente grande. En su relato, el sorprendido cónyuge asegura que al toparse con su mujer en tal situación, no fue capaz de reconocerla y creyó que una desconocida había entrado a robar en su apartamento.

Conforme informa una fuente al canal noticioso “Emirates247”, el novio le dijera al juez en la audiencia, “que no pudo reconocer a su mujer una vez que ella se quitara el maquillaje”, y acrecentara que “ella era bella y atractiva antes de la boda, pero cuando al día siguiente la vio 'al natural' se asustó al pensar que era una intrusa”… Por lo que es de imaginar que la fiera mujer no conocía el viejo refrán que dice: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

Y es de figurarse de qué tamaño habrá sido el susto del arrepentido esposo, que éste no dudara en iniciar una querella por “sufrimiento psicológico” y ahora pide una indemnización de aproximadamente 21.000 dólares… Una verdadera pichincha, si comparado con lo que él tendrá que pagar a un psicólogo para recuperar la tranquilidad.

Maquillado final, concuerdo, pero, como todo acicalado leyente puede apreciar, todo lo mencionado no pasa de un Cartesianismo geológico y sólo eso: un puñado de bobadas, montañas metamórficas, cordilleras de moléculas proteicas, ónixcientes menudencias, y nada más… ¡Faltaría descubrir cuál es el ónix de la cuestión, evidente!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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