Es de
extrañarse con cosas así, pero las coloridas mansiones que en los últimos años
han estado construyendo los indígenas adinerados de la “etnia aimara” en la
ciudad boliviana de El Alto, finalmente se han convertido en un reclamo
turístico gracias a un tour con el que los letárgicos visitantes pueden conocer
de cerca los llamativos iconos de prosperidad.
A bien
verdad, “Cholets” es como se denomina popularmente a estas áulicas
construcciones de aborígenes aimaras, al hacer un juego de palabras entre
“chalet” y “cholo”, un apelativo con connotaciones peyorativas que se refiere a
los indígenas bolivianos emigrados a las ciudades desde zonas rurales.
El Alto
-como el nombre ya lo sugiere-, es la ciudad más alta de Bolivia a 4.000 metros
sobre el nivel del mar, por lo que deja al turista mucho más cerca del Cielo.
Pero resulta que ésta pasó a ser la principal urbe de acogida de los emigrantes
que llegan desde poblaciones del altiplano, a pesar de que también es la más
pobre del país. No obstante haya que reconocer su pujante economía orientada
sobre todo al comercio se ha traducido en la formación de una rica clase
emergente.
Por
consiguiente, esta nueva burguesía se ha convertido en un reclamo turístico con
una nueva oferta de rutas en las que los turistas extranjeros pueden conocer la
historia de El Alto, sus históricas luchas políticas que incluso doblegaron a
gobiernos y las fachadas coloridas de los “cholets”… Y si les sobra un
tiempito, aprovechar para tomarse un tecito de coca.
Wilfredo
Poma, guía turístico de la asociación “Saraña”, explicó que la idea surgió
cuando uno de sus voluntarios preguntó si no existía un “city tour” por El
Alto. A partir de esta idea la Saraña diseñó seis rutas que permiten conocer a
fondo la historia de El Alto y su gente, desde los ritos andinos, las luchas
sociales, monumentos históricos, la agricultura, las ferias, las alucinógenas
plantitas, y por supuesto su arquitectura sin precedentes.
En medio de
idénticas hileras de casas de ladrillo surgen, rompiendo el esquema urbano,
estas ostentosas y coloridas moradas de varios pisos que reflejan el prestigio
económico de sus dueños. En realidad, las fachadas lucen diseños inspirados en
la iconografía de la cultura “tiahuanacota” prehispánica como homenaje a las
raíces de los que moran en estas casas.
Además, en
muchos casos los “cholets” se erigen orgullosos sobre la azotea de altos
edificios de viviendas, en una metáfora directa sobre el lugar predominante que
sus propietarios ocupan en la sociedad alteña.
Este
novedoso estilo tiene en el arquitecto local Freddy Mamani su principal
impulsor… Que obviamente ha ganado dinero sin necesidad de fumar aquello que
tanto le gustaba a Clinton y a Marley.
Así pues,
Mamani, que ha diseñado y construido más de 60 edificaciones en El Alto, se ha
convertido en parte de la identidad de una ciudad que llama la atención -entre
las humaredas andinas- de propios y extraños.
Conmovido
por la confirmación de lo que Darwin ya presintiera hace siglos, no me queda
más remedio que agradecer -desde aquí abajo, a los cielos por permitir
comprender los misterios de la vida y las verdades convencionales de la
civilización, sin necesidad de recurrir a ahumadas alternativas alucinógenas…
¡Extraordinario!
(*) Por
si está dispuesto, pase por http://guillermobasanez.blogspot.com.br/ “Infraganti!!! Imágenes sin retoque”. Allí lo aguardan algunas imágenes
instantáneas del cotidiano. Además, mis libros están en www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante
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