Tal cual como suele ocurrir entre dos viejos jubilados que se sientan a
charlar en el banco de la plaza y matan las horas contándose chismes sobre la
vida ajena, imagino que en su momento habrá sido así: Podría ser un padre…,
Seguro que es un lío, dijo el otro…, Lo único que no entiendo, es qué estuvo
haciendo allí todo el rato aquel tipo de negro…, Qué tipo…, Ese que ahora está
cerrando la puerta…, No veo a nadie…, Necesitas gafas…, Y tú estás borracho…
Siempre fue ha sido así entre estos viejos, ellos empezaban hablando,
luego discutían, acababan sentados cada cual en su lugar del banco, luego
volvían a unirse mientras la vida continúa como si nada.
Claro que ese diálogo es pura consecuencia de una imaginación febril y
convulsionada de quien la escribe, pero bien que podría haber sido verdad si
ocurriese en la Plaza de San Pedro, situada en la Ciudad del Vaticano, ya que fue por esos
alrededores que un teólogo polonés acabó revelando su homosexualidad en las vísperas del
Sínodo.
Faltaban
pocas horas para la inauguración del controvertido “Sínodo sobre la Familia”
que se extenderá hasta el próximo día 25 de octubre, cuando una noticia
bombástica acabó perturbando profundamente el sueño del Papa Francisco y la
aparente y surreal serenidad existente en los corredores de los palacios
vaticanos, y más que alígera se desparramó por el mundo con toda su carga
provocadora.
El monseñor
Krzysztof Charamsa, de 43 años, profesor de Teología en varios ateneos
religiosos y uno de los más elevados integrantes de la Congregación por la
Doctrina de la Fe -la muy conocida ex Congregación de la Inquisición-, reveló
en varias entrevistas ser homosexual y amar a un hombre… Un sentimiento muy
diferente del tipo de amor que sentía por los prójimos.
El caso es
que él decidió reafirmar públicamente su identidad de “sacerdote homosexual,
feliz y orgulloso” para llamar la atención del Papa sobre la “homofobia
imperante en la Iglesia Católica”. (...) “Ha llegado la hora de la Iglesia
abrir los ojos delante de los fieles gays, y entender que la solución que se propone
para ellos, la abstinencia total de la vida amorosa, es deshumana”, declaró.
Su decisión
de pronunciarse en vísperas del Sínodo tuvo evidentemente la intención de
causar repercusión mediática y concentrar el debate de los próximos días en la
cuestión de la homosexualidad.
Con todo, como
fue una tentativa de condicionamiento “externo”, esta fue muy mal recibida por
los vértices vaticanos, que inmediatamente la recusaron, convidando al mismo
tiempo a que el monseñor polonés dejase su cargo en el Vaticano, donde actuó
durante los últimos 17 años.
El papa
Francisco no hizo ningún comentario específico, pero en la homilía de la misa
del sábado pasado reiteró su postura de abertura en términos generales,
exteriorizando: “Una Iglesia con las puertas cerradas traiciona a sí misma y su
misión. En lugar de un puente ella se convierte en una
barrera”.
Sin embargo,
surgen dudas y preguntas sobre su posición: ¿El conjunto de la Iglesia Católica
está dispuesta a seguirlo?... ¿Hasta qué punto? Las respuestas, muy
problemáticas, por supuesto, llegarán en las próximas semanas.
Entonces sí
que ha de comenzar el martirio de Krzysztof: días enteros dedicados al cuerpo,
ese desagradable involucro de carne que sólo sirve de herramienta a la
musculatura cerebral y, peor, ofrendados a mórbidas reflexiones gastronómicas
sobre culinaria zen y deprimentes salsas de shoyu… ¡Espeluznante!
(*) Libros y
e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
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