segunda-feira, 19 de outubro de 2015

Charasma Declara su Amor Ferviente


Tal cual como suele ocurrir entre dos viejos jubilados que se sientan a charlar en el banco de la plaza y matan las horas contándose chismes sobre la vida ajena, imagino que en su momento habrá sido así: Podría ser un padre…, Seguro que es un lío, dijo el otro…, Lo único que no entiendo, es qué estuvo haciendo allí todo el rato aquel tipo de negro…, Qué tipo…, Ese que ahora está cerrando la puerta…, No veo a nadie…, Necesitas gafas…, Y tú estás borracho…

Siempre fue ha sido así entre estos viejos, ellos empezaban hablando, luego discutían, acababan sentados cada cual en su lugar del banco, luego volvían a unirse mientras la vida continúa como si nada.

Claro que ese diálogo es pura consecuencia de una imaginación febril y convulsionada de quien la escribe, pero bien que podría haber sido verdad si ocurriese en la Plaza de San Pedro, situada en la Ciudad del Vaticano, ya que fue por esos alrededores que un teólogo polonés acabó revelando su homosexualidad en las vísperas del Sínodo.

Faltaban pocas horas para la inauguración del controvertido “Sínodo sobre la Familia” que se extenderá hasta el próximo día 25 de octubre, cuando una noticia bombástica acabó perturbando profundamente el sueño del Papa Francisco y la aparente y surreal serenidad existente en los corredores de los palacios vaticanos, y más que alígera se desparramó por el mundo con toda su carga provocadora.

El monseñor Krzysztof Charamsa, de 43 años, profesor de Teología en varios ateneos religiosos y uno de los más elevados integrantes de la Congregación por la Doctrina de la Fe -la muy conocida ex Congregación de la Inquisición-, reveló en varias entrevistas ser homosexual y amar a un hombre… Un sentimiento muy diferente del tipo de amor que sentía por los prójimos.

El caso es que él decidió reafirmar públicamente su identidad de “sacerdote homosexual, feliz y orgulloso” para llamar la atención del Papa sobre la “homofobia imperante en la Iglesia Católica”. (...) “Ha llegado la hora de la Iglesia abrir los ojos delante de los fieles gays, y entender que la solución que se propone para ellos, la abstinencia total de la vida amorosa, es deshumana”, declaró.

Su decisión de pronunciarse en vísperas del Sínodo tuvo evidentemente la intención de causar repercusión mediática y concentrar el debate de los próximos días en la cuestión de la homosexualidad.

Con todo, como fue una tentativa de condicionamiento “externo”, esta fue muy mal recibida por los vértices vaticanos, que inmediatamente la recusaron, convidando al mismo tiempo a que el monseñor polonés dejase su cargo en el Vaticano, donde actuó durante los últimos 17 años.

El papa Francisco no hizo ningún comentario específico, pero en la homilía de la misa del sábado pasado reiteró su postura de abertura en términos generales, exteriorizando: “Una Iglesia con las puertas cerradas traiciona a sí misma y su misión. En lugar de un puente ella se convierte en una barrera”.

Sin embargo, surgen dudas y preguntas sobre su posición: ¿El conjunto de la Iglesia Católica está dispuesta a seguirlo?... ¿Hasta qué punto? Las respuestas, muy problemáticas, por supuesto, llegarán en las próximas semanas.

Entonces sí que ha de comenzar el martirio de Krzysztof: días enteros dedicados al cuerpo, ese desagradable involucro de carne que sólo sirve de herramienta a la musculatura cerebral y, peor, ofrendados a mórbidas reflexiones gastronómicas sobre culinaria zen y deprimentes salsas de shoyu… ¡Espeluznante!

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