Supongamos,
por ejemplo, que uno se aproxima, pide permiso para pasar, pero quien está
delante hace un movimiento de rechazo y dice: “Si tienes prisa, haber venido
antes”. En ese momento uno calla porque nunca se sabe cómo va a reaccionar la
sensibilidad de los otros; sin embargo, a su lado hay otro sujeto y eso basta
para que nos dé paso de inmediato. No satisfecho con el gesto, uno no se
contenta y le da una palmada en la espalda del de delante y luego consigue
avanzar fácilmente entre la mole humana para así llegar más cerca del lago
donde dicen que se encuentra el “cisne Lohengrin”.
Ergo, esa
travesía lleva su tiempo porque la gente es mucha, sin contar con que, a medida
que uno se va acercando al borde de la multitud, cuesta más abrirse camino, y
no por súbita mala voluntad, sino porque la apretura apenas permite moverse. El
aparatito ya está encendido, pronto para registrar tan campestre escena, porque
uno cree, seguramente, que donde tanta gente se reunió por la razón de todos
conocida, es lícito, y quizás propio, llegar hasta la orilla y registrar
nuestra presencia en un selfies…
Pues bien, la
conjura de la película también podría ser otra, y si un día a alguien se le
ocurre hacer nuevamente un filme de acción y terror que en lugar de lo
romántico el galán bregue con algo peligroso al ser humano, creo que el propio
Steve Spielberg puede dejar los tiburones de lado. El asesino del contubernio ahora bien puede ser una… selfies.
Eso mismo, mi cinéfilo leyente. Es de no creerlo, pero actualmente, si nos enfocamos en los datos
estadísticos, es más probable que a uno lo alcance la muerte tirando una selfie
de que ser atacado por un tiburón. El estudio que trae este impresionante y
curioso dato fue realizado hace muy poco por el sitio “Mashable”.
Sólo para saciar
la curiosidad de algunos, en lo que va del 2015 ya fueron registradas 12
muertes accidentales causadas por las selfies. Ahora, por ataques de tiburones,
el número resulta razonablemente menor, ya que en todo el mundo han sido
reportados solamente 8 casos de este tipo a lo largo del año.
Sin ir más
lejos, durante la última semana, por ejemplo, un turista japonés murió al
intentar tirar una foto en el “Taj Mahal”, en la India. Por supuesto que su
muerte terminó contribuyendo para la estadística del tipo más común de muerte
accidental por selfies: “caída en la hora de sacar la foto”.
En todo
caso, por increíble que pueda parecer a cualquiera, el segundo motivo que más
tiene relación con las muertes por selfies, está conectado con trenes. Empero,
tal causa no es de extrañar, porque en el mundo todo ya viró moda eso de querer
tirar fotos próximo de las vías justo en el momento que los trenes pasan. Por cuenta
de ello, ya fueron relatadas tres muertes con esa idiotice.
En Rusia,
por ejemplo, el gobierno ya implantó una cartilla sobre selfies. En ella se
alerta para los peligros con trenes y la atención y cuidados que hay que tener
en los lugares altos… Aunque nada dice sobre los riesgos que uno corre bajo las
metrallas de Vladimir Putin. Por otro lado, en los Estados Unidos, la tierra
del pacífico Barak, un parque del estado de Colorado simplemente cerró las puertas
por causa que muchos visitantes -idiotizados- se aproximaron de osos para tirar
las selfies.
En fin,
pienso que también puede existir algo inmediatamente más trágico que el hecho
de un humano querer tirar una bendita selfies en lugares peligrosos, como podría
resultar querer digerir incandescencias o rozar hemorroides sobre escarpados
toboganes históricos… ¡Habría que ver!
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
Nenhum comentário:
Postar um comentário