sábado, 3 de outubro de 2015

Difunteando con un Sonriso en los Dientes


Supongamos, por ejemplo, que uno se aproxima, pide permiso para pasar, pero quien está delante hace un movimiento de rechazo y dice: “Si tienes prisa, haber venido antes”. En ese momento uno calla porque nunca se sabe cómo va a reaccionar la sensibilidad de los otros; sin embargo, a su lado hay otro sujeto y eso basta para que nos dé paso de inmediato. No satisfecho con el gesto, uno no se contenta y le da una palmada en la espalda del de delante y luego consigue avanzar fácilmente entre la mole humana para así llegar más cerca del lago donde dicen que se encuentra el “cisne Lohengrin”.

Ergo, esa travesía lleva su tiempo porque la gente es mucha, sin contar con que, a medida que uno se va acercando al borde de la multitud, cuesta más abrirse camino, y no por súbita mala voluntad, sino porque la apretura apenas permite moverse. El aparatito ya está encendido, pronto para registrar tan campestre escena, porque uno cree, seguramente, que donde tanta gente se reunió por la razón de todos conocida, es lícito, y quizás propio, llegar hasta la orilla y registrar nuestra presencia en un selfies…

Pues bien, la conjura de la película también podría ser otra, y si un día a alguien se le ocurre hacer nuevamente un filme de acción y terror que en lugar de lo romántico el galán bregue con algo peligroso al ser humano, creo que el propio Steve Spielberg puede dejar los tiburones de lado. El asesino del contubernio ahora bien puede ser una… selfies.

Eso mismo, mi cinéfilo leyente. Es de no creerlo, pero actualmente, si nos enfocamos en los datos estadísticos, es más probable que a uno lo alcance la muerte tirando una selfie de que ser atacado por un tiburón. El estudio que trae este impresionante y curioso dato fue realizado hace muy poco por el sitio “Mashable”.

Sólo para saciar la curiosidad de algunos, en lo que va del 2015 ya fueron registradas 12 muertes accidentales causadas por las selfies. Ahora, por ataques de tiburones, el número resulta razonablemente menor, ya que en todo el mundo han sido reportados solamente 8 casos de este tipo a lo largo del año.

Sin ir más lejos, durante la última semana, por ejemplo, un turista japonés murió al intentar tirar una foto en el “Taj Mahal”, en la India. Por supuesto que su muerte terminó contribuyendo para la estadística del tipo más común de muerte accidental por selfies: “caída en la hora de sacar la foto”.

En todo caso, por increíble que pueda parecer a cualquiera, el segundo motivo que más tiene relación con las muertes por selfies, está conectado con trenes. Empero, tal causa no es de extrañar, porque en el mundo todo ya viró moda eso de querer tirar fotos próximo de las vías justo en el momento que los trenes pasan. Por cuenta de ello, ya fueron relatadas tres muertes con esa idiotice.

En Rusia, por ejemplo, el gobierno ya implantó una cartilla sobre selfies. En ella se alerta para los peligros con trenes y la atención y cuidados que hay que tener en los lugares altos… Aunque nada dice sobre los riesgos que uno corre bajo las metrallas de Vladimir Putin. Por otro lado, en los Estados Unidos, la tierra del pacífico Barak, un parque del estado de Colorado simplemente cerró las puertas por causa que muchos visitantes -idiotizados- se aproximaron de osos para tirar las selfies.

En fin, pienso que también puede existir algo inmediatamente más trágico que el hecho de un humano querer tirar una bendita selfies en lugares peligrosos, como podría resultar querer digerir incandescencias o rozar hemorroides sobre escarpados toboganes históricos… ¡Habría que ver!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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