Es innegable
que existe una muchedumbre que adora acompañar el desenlace de historias
macabras, y que una infinidad del gentío no pierde oportunidad en seguir de
cerca un buen cuento terror, horror, miedo o suspenso, como
algunos prefieren llamarlos. Es cierto y sabido que estas jácaras son consideradas,
en su sentido estricto, como toda composición literaria breve, generalmente de
corte fantástico, cuyo principal objetivo parece ser provocar el escalofrío, la
inquietud o el desasosiego en el receloso lector, definición que evidentemente no
excluye en el autor otras pretensiones artísticas y literarias posibles e
imaginarias y quizás nunca alcanzadas.
Los
entendidos en la cuestión de desvendar lo que ocurre en mentes afectadas,
afirman que el gusto por este tema no es una enfermedad del viviente, y que el
interés por este tipo de historias de horror
y lo sobrenatural cabe interpretarlo como un intento práctico del ser
humano de introducir un orden y estructura en la imaginación, endureciendo así
el alma contra sus amenazas. Explicado de otra manera, estos cuentos se usan
como antídoto… Aunque el mismo correctivo no sirve de nada contra políticos
corruptos.
En todo
caso, por si al valiente lector le gustan las historias bizarras y surreales, seguramente
que esta que aconteció recientemente en Colombia será un plato lleno para incrementar
su intelecto y endurecer el alma, ya que para lo otro existe la famosa
pastillita azul. Como sea, de acuerdo con las informaciones del periódico “El
Heraldo”, el hecho aconteció en setiembre, cuando toda una ciudad quedó en
estado de choque durante un velorio.
Entrando
directo en el tema, la ceremonia, en este caso, era para Jorge Eliécer Julio Ramírez,
que había muerto a los 52 años en la noche del 22 de setiembre último. Pero la cuestión
es que durante el velorio, el difunto “resolvió” despertar de su sueño eterno y
eso acabó creando pánico en la ciudad.
Jonathan
Lemus, un empleado de una funeraria local es quien cuenta: “La cuestión es que lo
que aconteció dejó a la ciudad entera en estado de choque. El comentario general
de las personas que estaban de cuerpo presente en el velorio, es que ese señor
abrió los ojos y se le cayeron las lágrimas”.
Es
incontestable que de ahí en adelante un clima de caos tomara cuenta de Pelaya, la
pequeña ciudad donde el interfecto e inanimado hombre vivía. Luego, como es
normal que ocurra en lugares donde nunca ocurre nada que sirva de tema para
chismear, los relatos comenzaron a surgir por todos lados y hasta comenzaron a
ganar entonaciones bastante macabras.
“Sabemos
también que hay mucha gente que se está muriendo de miedo por causa de este
episodio. Tanto, que cuando llamaron un médico para examinar el cuerpo después
que él abrió los ojos, ese médico salió corriendo de tanto miedo que tenía”, cuenta
el chismoso de Lemus, el parlanchín sepulturero de la casa mortuoria.
El caso es
que con la reacción “nada profesional” del médico cagón, los familiares de
Jorge continúan sin saber lo que realmente aconteció. Pero de acuerdo con el
parecer de otros especialistas consultados por “El Heraldo”, parece que el
acontecimiento macabro puede ser simplemente fruto de un espasmo… Capaz de
causar espanto.
La
explicación de los médicos se basa en que, mismo muerto, Jorge puede haber tenido
un espasmo que haya dispuesto a que abriera sus ojos. La situación no es común,
pero tampoco es imposible de ocurrir. Por tanto, él tendría asustado a las personas
presentes, pero de manera alguna tendría resucitado.
Puede que
muchos no concuerden conmigo, pero no obstante toda esta historia parezca obvia
ahora, los médicos consultados probaron al mundo que de hecho, es mucho mejor
uno desdoblarse en una carrera eclética, de que simplemente trepidar en una
silla eléctrica… ¡Jactancioso asunto!
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