No
es un tema morboso, pero, qué quiere que le diga, si al intentar establecer cuál
es el origen etimológico de la palabra muerte, eso nos lleva a trasladarnos
hasta el latín sin necesidad de uno tener que viajar a Italia. Es justamente en
este lenguaje que en concreto descubrimos que ella procede del vocablo latino “mors, mortis”, término que con
el paso del tiempo daría lugar al verbo morir en todas sus conjugaciones.
Por
consiguiente, la muerte nada más
es que un efecto terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático
en un ser vivo -pensante o no. Dicho de otra manera: es el fin de la vida. Evidente
que la muerte puede producirse por “causas naturales”, como la vejez, enfermedad, consecuencia de la cadena
trófica, aborto espontáneo, desastre natural; o por “causas inducidas”, como lo es el suicidio,
homicidio, eutanasia, aborto inducido, accidente, desastre medioambiental… O también por causa de las bombas y tiros del Isis, Al Qaeda, Boko Haram o
de las coaliciones dirigidas por Barak o Vladimir.
Con
todo, como sabemos que los que ya han muerto por la causa que sea y fuere
resultan ser egoístas y no vuelven para contarnos el cuento, surge aquí una
pregunta: ¿Usted tiene la curiosidad de
morir y volver a la vida?
Pues le
recomiendo que no se quede con ese impertinente deseo que lo pueda llevar a la
muerte. Que lo diga Rebecca Morris-Roberts, que, a los 28 años, ya murió nada
menos que 13 veces… “Murió y
volvió”, claro.
Rebecca es
un mujer británica que vive en Wrexham, una ciudad del País de Gales, y tiene
una enfermedad -que no es mental- extremamente rara que hace con que su corazón
pare de palpitar súbitamente. Por tanto, conforme explican los médicos, ella pasa
a ser considerada “técnicamente muerta” toda vez que eso acontece.
Queriendo aprovechar
esos cinco minutos de fama transitorios que ya se han vuelto repetitivos en su
vida, ella explicó al periódico inglés “Daily Mirror”: “Es una sensación
horrible, mis ojos giran, mis labios y mi rostro se ponen cenicientos, mi cuerpo
queda completamente rígido, no consigo moverme. Entonces paro de respirar y
comienzo a tener convulsiones”.
Por no nos
engañemos, porque la vida de Rebecca siempre fue complicada por cuenta de la
“síncope asistólica refleja”, el nombre de la enfermedad que ella tiene. De los
16 a los 21 años, visitó diversos médicos en busca de un tratamiento adecuado,
pero todos ellos tomaron su historia como si fuese un chiste. Ella llega a
afirmar que, inclusive, llegó a ganar el apellido de “reina del drama”… Pero
como no vive ni en México ni en Venezuela, no consiguió ningún papel en la
dramaturgia televisiva. Fuera estos pesares, a pesar de la enfermedad, Rebecca
intenta vivir una vida normal. Lo qué, según ella, en la mayoría de los momentos lo consigue.
En todo
caso, cuando ella se casó -porque nadie es de hierro-, en 2014, hizo todo lo
que una novia común hace y deshace -inclusive por las noches y en la oscuridad
de la pieza-, pero eso sí, siempre con la presencia de paramédicos para cualquier
emergencia, no fuese que desmayase al ver la muerte chiquita.
Mostrando
buen humor a pesar de su extraña condición, ella afirma: “De alguna forma mi cuerpo
usa la desfibrilación en sí mismo. Es una condición bien poco común y al fin de
cuentas no sé lo que lo causa. En todo caso, hago algo que algunos súper héroes
hacen: ¡me regenero!”… Mismo que por las noches se degenere.
Gregario por
ver surgir el febril entusiasmo del público lector con tanta excrementosa
verborragia siendo dicha en los palcos del mundo, me ven luego el fecal
consuelo grupal de las cohesiones entorpecidas, cuando todo debía ser permitido
viniendo de donde venga, desde que no sea, claro, del anal orificio de la
soledad… ¡Mortífero asunto!
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
Nenhum comentário:
Postar um comentário