Aparte de
esos asuntos de carácter líquido-estimulante que surgen de vez en cuando, juzgo que si existe un problema gravísimo que la humanidad necesita resolver
lo antes posible, nada más es que el desprecio por la vida ajena. Principalmente
en la India, país que tiene por costumbre estar siempre en el foco de las
entidades defensoras de los derechos humanos, ya que allí se ha vivido
recientemente una nueva situación surreal relacionada a esa falta de atención.
En todo
caso, en este último escenario está de por medio la bebida, puesto que muchos
caminantes de nuestro bucólico planeta piensan que tomar alcohol tranquiliza, le genera cierto placer, llega
a desinhibir y facilita la socialización y comunicación. Sin embargo, está
comprobado que tomar alcohol es causa eventual del alcoholismo. Eso se debe a
que la preferencia por el alcohol como droga adictiva es una cuestión de
disponibilidad y de aceptación en una sociedad cada vez más desequilibrada. Con
todo, no deja de ser una enfermedad crónica que
daña el organismo, el funcionamiento familiar y social y puede ser causa de
violencia, conductas antisociales, desavenencias familiares, accidentes e
incluso de homicidios. Por tanto, el alcoholismo no es más que una enfermedad
que ocasiona trastornos en el funcionamiento normal del organismo, en sus
relaciones familiares y sociales.
Opino que este
es exactamente el caso del ciudadano hindú Latori Barman, de 45 años, que ya no
podrá contarnos el cuento. Ergo, todo comenzó cuando él salió del trabajo y fue
sediento directo para un bar próximo. Por allí inició una bebedera que terminó
horas más tarde de manera trágica y bizarra. Es que al intentar volver para
casa, Latori acabó siendo víctima del descaso de funcionarios que reformaban el
pavimento de una calle.
No es
necesario imaginar la tambaleante escena de intentar caminar en línea recta,
pero ya bastante mamado, a causa de un viento rastrero, Latori acabó por entrar
en uno tremendo bache de la calle antes que este fuese reformado y por allí mismo
se entregó a los brazos de Morfeo.
Poco más
tarde los empleados de una empresa de pavimentación llegaron al local y no
realizaron ningún tipo de revisión previa, gestión que es obligatoria, y por de
pronto comenzaron a despejar asfalto para cubrir el agujero. ¿Consecuencias? El
mamado de Latori simplemente quedó allí enterrado bajo el alquitrán.
Algunas
horas después del ex agujero quedar completamente cubierto, un morador de la
región se deparó con un nuevo y excéntrico “detalle” en el asfalto, que de por
sí le pareció bastante extraño. Se trataba de un brazo humano saliendo del betún
de Judea, pero sin vida. Cuando avisadas, las autoridades locales fueron al
lugar, abrieron el agujero y encontraron el cuerpo sin vida del pobre Latori.
No es por
nada que el develamiento del cuerpo llegó a causar un absurdo alboroto en la población
de los alrededores. No demoró mucho y los vecinos partieron para el ataque
contra los operarios responsables por tal descaso, los que solamente fueron
contenidos por la policía con la promesa de que la empresa responsable por la
obra sería procesada judicialmente.
Poco más
tarde la Justicia local acabó decretando la prisión del chofer del camión y del
hombre que retiró el asfalto del vehículo para cubrir el hoyo. Ahora ambos
responderán por homicidio culposo, sin intención de matar.
Sin embargo,
lo que causó más insidia, no en tanto, fue la indemnización que recibirá la familia
del ex mamado. De acuerdo con el periódico local “Indian Times”, la familia fue
accionada por el gobierno y recibirá una cuantía en dinero por la muerte. El
valor, no obstante, resultó absurdamente bajo: el equivalente, en moneda local,
a U$ 1000. Según especialistas, ese valor difícilmente aumentará llevando en
cuenta las leyes locales… Y se dice que ni dará para quitar la cuenta que quedó
colgada en el boliche.
Mi amigo,
mismo que todo lo ocurrido llegue a sonar fantástico, por alguna razón, ebrio
de indignación, me encuentro a un paso de la locura total y ya no consigo
discernir la verdadera geometría surreal que orientará prosélitos por las
sendas de la abstracción descriptiva… ¡Hic, hic, hic!... ¡Salu!
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