Puede ser,
por qué no. No es de dudar que si aún estuviese vivo, en vista de sucesos más
recientes, al famoso director de cine David Selznick se le antojaría solicitar
a la premiada Margaret Mitchell y Sidney Howard, para que ellos mudasen el
viejo el guion para él poder dirigir una nueva versión de su famosa y premiada
película, ahora bajo otro título: “Lo que el viento no se llevó”.
Explicado de
otra manera, ocurre la incuestionable razón de que hay misterios que sólo son solucionados
apenas por la mano de la suerte. Pero cuando ocurre, uno hasta se asusta al no
reconocer en sí ningún sentimiento. Tal vez eso es lo que llaman “el destino”,
saber lo que va a ocurrir, saber que no hay nada que pueda evitarlo, y
quedarnos quietos, mirando, como puros observadores del espectáculo del mundo,
al tiempo que imaginamos que ésta será también nuestra última mirada, porque
con el mundo acabaremos nosotros.
Como
mencioné, muchos de los misterios pasan largos años sin solución alguna. Que lo
diga Cristo y uno que fue solucionado recientemente en Irlanda después de haber
pasado casi mil años.
Pero ahí
aparece otra vez la proverbial mano de Dios -y no la de Maradona-, ya que por cuenta
del desplome de un árbol de 200 años, fue posible descubrir finalmente el
esqueleto de un individuo cierto y no sabido que tuvo una muerte brutal hace casi
un milenio. Elemental agregar que eso sólo aconteció por cuenta de una tempestad del cielo.
Con todo, luego
después del derrumbamiento del bicentenario árbol, un equipo de especialistas que
trata de esas cuestiones del huerto del Señor, fue llamado para el lugar a fin
de analizar el descubrimiento que estaba aparente luego abajo de la raíz. Como
el reputado árbol había caído por entero, todo de una vez, los arqueólogos, entonces,
se sorprendieron con lo que allí vieron… Además de las lombrices y otros
vermes, obvio.
“Cuando una
trata con excavaciones y trabajos arqueológicos, por veces suelen ocurrir cosas
extrañas, pero ésta es una situación bastante fuera de lo común. La parte
superior del esqueleto acabó por ser levantada junto con la raíz, quedando prendida
en el sistema radicular del árbol. Efectivamente, cuando el árbol cayó, partió el
esqueleto en dos”, afirmó el arqueólogo Marion Dowd.
De acuerdo
con estos expertos que tuvieron acceso a la osamenta, se trata de un hombre de
1,78m, tamaño y altura poco común para la época. Pero lo más importante para
ellos, sin embargo, son los descubrimientos que ese esqueleto puede desencadenar
de ahora en más. Los arqueólogos garanten que existe la posibilidad de que se
descubra una villa antigua en ese mismo lugar.
Según ellos,
el cuerpo milenario fue enterrado en el lugar donde más tarde crecería el árbol,
dando a entender que allí puede haber un cementerio. Si la suposición es correcta,
decenas de cuerpos con millares de años pueden ser encontrados en el lugar.
Aconteciendo, ese descubrimiento sería importantísimo para entender algo más sobre
las sociedades más arcaicas… Mismo que aún no comprendamos las actuales.
Y tratándose
de descubrimientos, esto me despierta otro asunto. Sabiendo ahora que existe
hielo en Marte, sólo falta la confirmación de la existencia de wiskis para que
uno se pueda mudar a ese planeta, evitando así tener que recordar seguidamente
todas estas ferreterías emocionales… ¡Forestal asunto!
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