Antes de
responder nada piense bien en lo que dirá, pues quién nunca se agarró una de
aquellas soberbias borracheras después de haber tenido una decepción amorosa,
que tire la primera piedra… Mismo que el tejado ajeno sea de vidrio.
Pues bien,
por causa de esos invertebrados asuntos y para intentar entender la relación existente
entre estas dos cosas -de borrachera y decepción se habla-, un estudio reciente
que fue publicado en la revista “Neuroscience and Biobehavioral Reviews”, muestra
que la “hormona del amor”, la oxitocina, y el alcohol, tienen efectos casi idénticos
en nuestros cerebros… En los que tienen, evidentemente.
El tema es
que la oxitocina es considerada la hormona asociada al amor, abrazos, orgasmos y
todas las aventuras íntimas del humano -de pie o en la horizontal-. Sin más, ella
desempeña un papel -que no es el del rollo higiénico- enorme en la correlación
materna, como también ha sido apuntada como una molécula llave librada en nuestra
relación con pares románticos. Sin embargo, cuando tenemos un surto del
componente en un determinado momento íntimo, las hormonas suprimen áreas del cerebro,
como el córtex pre frontal y circuitos corticales límbicos, que son los que controlan
el modo como percibimos sentimientos de estrés, inhibición y ansiedad… Lo que
no deja de ser una fatalidad.
¿Por acaso esa
sensación le suena familiar? Pues le diré que ese fue exactamente el pensamiento
que llevó a los investigadores de la “Escuela de Psicología de la Universidad
de Birmingham” a observar para las semejanzas entre la oxitocina y el alcohol.
En un
comunicado, el Dr. Ian Mitchell, uno de los investigadores, se arriesgó a decir:
“Nosotros pensamos que era un área a ser explorada, por eso, reunidas las investigaciones
existentes sobre los efectos de ambos casos, quedamos impresionados con las semejanzas
increíbles entre los dos compuestos”.
Por tanto, el
estudio no hizo más que comparar la respuesta neurológica a la oxitocina
ingerida por vía nasal y al consumo de alcohol. Entonces fue descubierto que los
dos compuestos tenían un efecto sorprendentemente semejante… Dejaban a
cualquiera mamado hasta las patas.
El Dr. Mitchell
completó su explicación mencionando: “Ellos parecen tener como albo específico
los diferentes receptores del cerebro, pero con todo causan acciones comunes en
la transmisión de un neurotransmisor inhibidor en el córtex pre frontal y en las
estructuras límbicas”, anunció.
En realidad,
estos circuitos neurales controlan el modo como percibimos estrés o ansiedad,
especialmente en situaciones sociales como entrevistas, o tal vez hasta mismo
en los momentos que queremos convidar a alguien para un encuentro. Por eso, tomar
una dosis de compuestos como oxitocina y alcohol puede hacer con que estas
situaciones parezcan menos asustadoras… Principalmente para los más tímidos.
Sin embargo,
si cualquiera ya se despertó una mañana de sábado o domingo con dolor de cabeza
y lleno de memorias oscuras o embarazosas, sabe muy bien que el alcohol no es una
droga milagrosa, por tanto, con la oxitocina no suele ser diferente, pues la
investigación encontró que los efectos negativos de las substancias también son
los mismos. Ambos pueden tornar a las personas más agresivas, arrogantes, envidiosas
y socialmente menos inclusivas. Por perjudicar nuestra capacidad de percibir el
miedo y la ansiedad, ellos también pueden colocarnos en situaciones de riesgo.
No obstante
el oxitocino leyente tenga que reconocer que una vez pasado el momento, ya
examinado el escenario con más cautela, por veces surgen imágenes rescatadas
mientras nos quedan sólo las vacías y álgidas referencias a disposición de la
sed de revivirlos otra vez en nombre de la obra inacabada… ¡Reverberante
tema!
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