Después
de tantos años, lo único que se sabía hasta
entonces, era que en la ciudad de Fráncfort habían inventado los “frankfurter”, que, para quien no
conoce, estos no son más que
un tipo de “brühwurst”, que en
lenguaje corriente de taberna germánica significa “salchicha escaldada alemana”…
Lo que no tiene nada que ver con gato escaldado.
En
todo caso, ya que me metí a querer hablar de lo que no debía, agrego que el
nombre “Frankfurter Würstchen”
aparece en Alemania alrededor de 1860 como denominación de su origen
geográfica. Con todo, este tipo de salchicha se menciona por primera vez en
1562, durante la coronación de Maximiliano II… Quien adoraba poner sus monárquicas
manos en esas cosas largas y calentitas… Con mostaza, por supuesto.
Pero todo
eso ya es historia y fabas contadas, así que, lo cierto ahora, según primeras
estimaciones que fueron anunciadas el jueves pasado en la referida y
salchichera ciudad alemana, se han encontrado unos 200 esqueletos de soldados de
la “Grande Armée”, -el Gran Ejército- de Napoleón, localizados en la parte
oeste de Fráncfort, en un cantero de obras de un futuro complejo inmobiliario.
Según estos carnicoles
entendidos, se trata de soldados de la Grande Armée muertos en 1813, quienes
emprendían -con la cola entre las patas- el camino de regreso tras la dura
derrota sufrida por Napoleón en la campaña de Rusia… Siendo probable también, que
allí se detuvieran para saborear la famosa salchicha de Maximiliano…
En todo
caso, no es así, pues según llegó a exponer Olaf Cunitz, un adjunto del alcalde
de Fráncfort, durante una conferencia de prensa realizada en el lugar, en el
barrio de Rödelheim, en su catedrático parecer expresó: “Estimamos que hay unas
200 personas inhumadas aquí”… “Según nuestra primera estimación, se trata de
soldados de la Grande Armée muertos en 1813, cuando realizaban el camino de
regreso tras la cruel capitulación sufrida por Napoleón en la campaña de Rusia”.
En su
pedagógica locución, Cunitz recordó que en la ruta hacia Francia, Napoleón
libró en particular la batalla de Hanau, una ciudad vecina de Fráncfort, hacia
mediados de octubre de 1813. Lógicamente que los combates se extendieron en la
región como reguero de pólvora, provocando unos 15.000 muertos, según los
historiadores.
A bien
verdad, esas tumbas para nada faraónicas fueron descubiertas gracias a las
precauciones arqueológicas que fueron tomadas durante las obras, ya que en el
año 1979 se habían encontrado restos de otros soldados en ese mismo barrio.
Por tanto, ahora
se piensa que los soldados encontrados en Fráncfort probablemente murieron a
causa de sus heridas en combate, o que sucumbieron por cauda de la epidemia de
tifus que diezmó a la Grande Armée en la época. Sin embargo estas son solamente
suposiciones y aseveraciones que deben ser verificadas científicamente.
Andrea
Hampel, directora de la inspección de monumentos históricos de Fráncfort llegó
a detallar que, no obstante, es cierto que se trata “de tumbas cavadas de
apuro”, como lo hacían los militares… Y pienso que más rápido aun si se le
venían los rusos encima.
Lo que
impresiona del hallazgo, es que los soldados yacen en ataúdes muy sencillos, los
que de alguna manera permitieron su buena conservación. Se encuentran alineados
en fila, uno junto a otro, y no se encontró junto a los mismos ningún objeto
funerario.
Además, los
cadáveres están alineados con una orientación Norte/Sur, en tanto que en la
Europa cristiana de aquel entonces se tenía la costumbre de enterrar los
cuerpos de los muertos sobre un eje Este/Oeste. Lo que, según Hampel, sería un
signo de que fueron enterrados de manera apurada… O quizás porque eran
antirreligiosos y pecadores.
La
estimación de la fecha y origen de los inhumados se debe a que algunos botones
de las ropas encontradas en las tumbas permiten asegurar la fecha de 1813.
Según el
director del cantero de obras, Jürgen Langendorf, más de treinta esqueletos
fueron exhumados, y las excavaciones han permitido contabilizar unas 200 tumbas,
agregando que los trabajos arqueológicos continuarán durante cuatro a seis
semanas.
Abusando de
mi reconocida indulgencia y exagerando en británicos sarcasmos, pienso que
mientras ellos no encuentren salchichas fulminantes en otro lugar, todo quedará
como ectoplasmas tanteando el más allá… ¡Aguardemos!
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