segunda-feira, 17 de fevereiro de 2014

Una Torta que Parece Ser, Pero no lo Es


Ese asunto de ser fiel a uno mismo y a sus propios principios, es sin duda una gran cualidad del ser humano. No en tanto, evidente que saber cambiar a tiempo y lograr adaptarse a las nuevas circunstancias también lo es. Por tanto, eso de querer insistir en aplicar conductas erróneas que acaban perjudicando a terceros e incluso nos hace daño a nosotros mismos, obviamente que es un signo de inseguridad y conflicto interno de la persona, y no una “reafirmación de principios”, como muchos piensan que sea.

Por otro lado, el hecho de querer justificar reacciones coléricas y arbitrarias con el consabido eslogan “yo soy así, tómame o déjame”, es como que renunciar al cambio y anquilosarse en lo que cada uno de nosotros lleva adentro, aunque es sabido que hay cosas que forman parte fundamental de nuestra manera de ser, y no hay caso. Esas no las mudaremos nunca.

Saber que muchas veces las cosas no son como parecen a simple vista, y que una segunda mirada nos puede mostrar facetas desconocidas y motivaciones sorprendentes que nos ayudan a comprender mejor lo que nos rodea, es la manera más hermosa y poética de usar el raciocinio con el que todos los humanos, mal o bien, venimos al mundo. Por eso, la duda y el cambio son dos maneras de poder honrar nuestro paso por la vida.

Pues bien, a veces muchos se olvidan de tener en cuenta estos principios, y un ejemplo claro de lo que digo, es la inaudita cuestión que ocurrió hace muy poco en Nueva Zelandia. De acuerdo con lo que fue informado por el sitio “Stuff.com.nz”, una novia tuvo una desagradable sorpresa después de haber tenido una previa discusión con la dueña de una confitería que era la responsable por elaborar la torta de su fiesta de casamiento. Resulta que al abrir la caja donde estaba acondicionada la golosina, ella y los otros convidados se depararon con “una enorme torta en forma de heces”, la que en su cúspide llevaba una placa que decía: “Coma m...”.

El caso, es que Micaela Harris tenía una torta pronta para su fiesta de enlace, pero de pronto surgió la idea de su muy querida hermana, quien halló mejor comprar una otra. Cuando fue a encargar el nuevo bollo, la hermana de la novia terminó por desentenderse con la dueña de la confitería “Oh Cakes”, Emma McDonald, quien al final del día acabó vengándose del altercado.

La pelotera tendría ocurrido porque la hermana de Micaela intentó comprar la nueva torta utilizando un cupón de descuento de US$ 50. Entretanto, la dueña de la confitería se negó a aceptar el nuevo pedido, afirmando que todavía existía una deuda pendiente de US$ 20 referente a la torta antigua.

En un primer momento la discusión se intensificó, pero doña Emma decidió apaciguar los ánimos y concordó en hacer la otra torta por US$ 30, pero, como represalia final, se la preparó con una pequeña sorpresa.

Claro que no satisfecha con su idea repostera de crear un enorme sorete pastelero de color idéntico al original, la dueña de la confitería llegó a postar la foto de su regaifa dulce en su perfil personal en “Facebook”. Y para rematar, agregó un comentario en la red social: “Ella tuvo lo que merecía”.

En realidad, opino que al igual a lo que pasa dentro de la cabeza de las personas, no existe una gran diferencia entre lo que pasa en el interior de un horno de panadería o el de una alfarería. La masa del pan o de la torta no es más que un barro diferente, hecho de harina, levadura y agua, y, tal como el otro, va a salir cocido del horno, o crudo, o quemado.

“Dentro tal vez haya diferencia”, se habría desahogado Micaela cuando abrió la caja y vio la torta, pero vista de afuera, parecería que no lo pudo garantizar… ¡Habrase visto montaña tal!

(*) Siguiendo la misma línea y estilo del presente Blog, surge ahora “Infraganti!!! Imágenes sin retoque”, conteniendo apenas instantáneas del cotidiano. Disfrútelo en: http://guillermobasanez.blogspot.com.br/ Conjuntamente, continúa a su disposición mis libros en el sitio: www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante ...

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