Ya lo he registrado hace unos meses atrás, pero
en vista de la recaída y la porfía existente en algunos bípedes para repetir
ciertos hechos, recalco que “la reincidencia” es la reiteración de una misma culpa o defecto y, visto
como concepto de derecho penal, es un agravante de la responsabilidad criminal
que pueden llevar al porfiado a la prisión.
Los estudiosos afirman que para que ocurran las recaídas existe una serie
de factores personales, familiares y sociales que están relacionadas con la
reincidencia en el delito, las cuales se pueden agrupar fácilmente en tres
grandes bloques y cuantas más se presenten mayor será el riesgo.
En los reincidentes influyen los valores y estilo de vida delictivos en la
familia, problemas de alcoholismo, ludopatía, discordia conyugal entre los
padres, pautas educativas inexistentes, contradictorias, ambiguas y
caprichosas; criterios normativos autoritarios, rígidos, cambiantes; escasos
recursos culturales (analfabetos, estudios sin finalizar, falta de
cualificación profesional), locus de control externo en la atribución de la
causalidad, egocentrismo, baja autoestima, agresividad, hostilidad hacia las
víctimas y presencia de elementos psicopáticos (ausencia de sintonía emocional
con los otros, impulsividad), entre otros varios que más parece un rosario.
Hago
hincapié en esto, porque acabé de enterar que la policía de Tokio encarceló nuevamente,
hace un par de días, a una artista japonesa por exhibir esculturas modeladas en
su vagina y distribuir informaciones digitales -y no vaginales- que sirven para
cualquiera que no sea “varón” construir un caique amarillo que ella misma
proyectó inspirado en la esquife de sus órganos genitales.
Sólo que
esta vez, conforme lo informó la policía, el efusivo propietario de la tienda
de artículos eróticos donde Megumi Igarashi, de 42 años, que usa el pseudónimo
Rokudenashiko, mostró al público sus trabajos también fue preso bajo acusaciones
de obscenidad.
Un
portavoz del Departamento de Policía Metropolitana nipona que no quiso
identificarse, dijo que: “Ellos exhibieron diversos artículos obscenos en una
vitrina para que las personas que viniesen a la tienda pudiesen verlas”... “Este es un hecho nuevo”, acrecentó el campanólogo
vocero.
Antes, por
si no lo recuerdan, Igarashi había pasado un corto periodo presa a inicios del
corriente año por causa de un delito semejante. No en tanto, ahora su prisión y
su detención terminaron por desencadenar un debate sobre los derechos de las mujeres
y los límites de la expresión artística en Japón… Mismo que las obras de arte
que ellas expongan sean escatológicas.
Por su vez,
la policía de Tokio reiteró las razones dadas para la prisión anterior: la
distribución de datos en “3D” de su vagina escaneada, que era la base digital
de su proyecto de caique… Lo que lleva a cualquiera imaginar cuál era el tamaño
de la susodicha cavidad.
Por
supuesto, como toda mudez siempre acaba siendo castigada, ahora ella puede
pegar hasta dos años de prisión y tener que pagar una multa de más de 25 mil
dólares… Tiempo suficiente para que en la cárcel la artista piense como
elaborar el proyecto de un lindo transatlántico.
Ante tales
reincidencias muchos se limitarán a gruñir improperios, pero ratifico de que nada
les vale, pues esa acción puede tornar el inofensivo verbo en un instrumento
letal, sobre todo a los oídos de los amantes de las artes, quienes no tendrán
más remedio que, frente a esa actitud filosófica, aguardar que los ruidos cesen
y la Realidad se torne menos connivente con la sensatez que se alastra… ¡Ahora
de barco!
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