Una gran mayoría dogmatiza que Francia es un país impresionante. Y creo que nadie
lo sabe mejor que los franceses. El país es sorprendentemente similar a Estados
Unidos (a quien le enseñó una cosa o dos acerca de la libertad), por lo que en
realidad uno debería visitarlo y nunca se debería ir de ahí. En él uno
encuentra ciudades sofisticadas, costas soleadas, montañas nevadas y valles
boscosos, todo en un solo país… Sin mencionar mucho queso… Y sexo, así como un
buen número de otras cosas que los franceses hacen excepcionalmente bien.
Por tanto, Francia pasó a ser reconocida como el país de la moda, de las
artes, de las luces, y notada por sus excelentes perfumes,
buenos vinos, champañas y quesos con aromas destacados.
También, y sumamente importante para varios, reconocida por ser “la ville
de l'amour” (la ciudad del amor)... Es que por varias razones ese ambiente es
muy romántico y atractivo para muchas parejas jóvenes y recién casadas que
disfrutan dando paseos a lo largo de todos los monumentos históricos… Aunque a
la vuelta éstos se lleven como perro y gato.
Mismo así, muchos no creen que Francia sea más famosa que otros países;
cada uno tiene lo suyo. Por ejemplo, en cuanto al Renacimiento, este no nació
en Francia sino en Italia.
Sin embargo, reconocida por lo que sea, Christian
Poincheval, un francés de 65 años, ahora resolvió dar más una contribución galesa
para el campo de los olores: inventó una pastilla para dejar los gases de las
flatulencias (vulgo pedo, cuesco, pun) con olor de chocolate o de rosas para
que éstas dejen de tener su hedor usual.
Bautizado con
el nombre de “Fart Pill”, y por si el flatulento leyente se interesa, el producto
es vendido por Internet al costo de U$ 14 por 60 pastillitas.
El sitio web
de Poincheval anuncia: “Para su buena salud, perfume sus flatos”.
En todo
caso, el sabor chocolate es la segunda versión de la “Fart Pill”: antes, este odorífico
francés había creado pastillas con olor de rosas y de violetas y un reductor de
olor para perros.
Poincheval llega
a explicar el porqué de haber creado esa pastilla: “Después de un almuerzo
pesado en un restaurante, nuestros flatos estaban tan malolientes que nosotros
mismo casi nos sofocamos. Las personas que estaban en la mesa a nuestro lado no
les gustó nada aquel olor pestilente. Luego pensé que alguna cosa tendría que
ser realizada”, le explicó él al periodista del Huffington Post.
Con esto acabo
aquí mi escrito porque no tengo otra cosa que decir, mismo que ya lo haya dicho
mil veces de manera distinta. En realidad, pienso que tengo una inspiración
cerrada, aunque Inspiración sea sólo una palabra. Y si sirve como metáfora, soy
un Argos con novecientos y noventa y nueve ojos ciegos que lo ve todo.
Imaginemos entonces si en lugar de tantos ojos tuviese narices… ¡Por suerte
surgió la Fart Pill!... ¡Alucinante!
(*) Si le
parece bien, visite el blog “Infraganti!!! Imágenes sin retoque”, http://guillermobasanez.blogspot.com.br/... Libros y e-book disponibles en Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; y en:
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