Tenga
cuidado el más agasajador de los lectores con eso de convidar a alguien para comer
en un buen restaurante. Mismo que el lugar tenga mantelitos almidonados,
cubiertos de plata, cálices de cristal de Murano, esa luz exigua que concede un
carácter más romántico al ambiente a más de acompañado de música suave, puede
que después le ataque la gastritis y al mismo tiempo lo deje con un agujero en
la billetera.
En realidad,
puede que el problema no radique en el mal estado de su salud y que los
posteriores achaques o irritación estomacal no tengan origen en el pelma del
convidado que lo acompañaba, sino más bien la causa resida en el lugar que
usted prefirió para pasar una buena velada.
Nada de lo
que menciono es de dudar después que uno se entera que el chef estadounidense
César Ramírez, responsable del restaurante de tres estrellas Michelín “Chef's
Table at Brooklyn Fare”, tenga sido demandado por sus ex empleados por dar la “peor
carne” a la clientela asiática, a la que presuntamente llamaba “gente de
mierda”, y por quedarse con las propinas del servicio.
Pero no piense
usted que ese local era una tasca cualquiera o una fonda de mala muerte, ya que
dicho tugurio es reconocido como
uno de los mejores restaurantes de Nueva York y con una cocina de gran
influencia asiática. Por lo menos así lo informó hace un par de días el “New
York Post”, cundo ventiló la noticia de que el “Chef's Table” de César Ramírez
ha sido denunciado por varios antiguos empleados por su trato racista a la
clientela.
Y aún más, con un menú cerrado de 15 platos por la bagatela de 255 dólares,
al que hay que sumar otros 50 en propina, “Chef's Table at Broolyn Fare” es el
único restaurante de Brooklyn que tiene tres estrellas Michelín.
Sin embargo, según lo asegura en una demanda laboral el antiguo camarero,
Emi Howard, Ramírez prohibía expresamente a su equipo de que sentara a los
clientes asiáticos cerca de su cocina (que se encuentra rodeada por una barra
para hacer la experiencia más íntima con el cliente), mientras que reservaba
para ellos los cortes de carne de menos calidad.
Según Howard, que ha interpuesto la denuncia junto con otros cuatro ex empleados,
también los clientes provenientes del barrio Upper West Side de Manhattan
(considerado el de los nuevos ricos de la ciudad frente a la solera y el
abolengo del Upper East Side) recibían un trato similar.
Además, estos antiguos miembros del equipo del restaurante acusan al chef
de no pagar las horas extras realizadas (que extendían la jornada laboral en
hasta 70 horas semanales) y de cargar automáticamente un 20 % de propina al
comensal sin que ese dinero llegara a los camareros.
En razón de las denuncias, el dueño del restaurante, Moe Issa, emitió enseguida
un comunicado en el que aseguró que el restaurante “está muy orgulloso de la
diversidad de su equipo”, y agregó que “cualquiera que atraviese la puerta del
mismo es bienvenido”… Lo que no quita que a uno le sirvan cualquier porquería.
En fin,
delante de tales prestidigitaciones, se ve que la higiene mental y nasal no
depende solamente de pañuelitos especulativos y sí de pituitarias intenciones y
un excelente dedo indicador que, con certeza, traerá a luz nuevos horizontes de
obras fantásticas que serán admiradas por el público exigente, lo que también
servirá de motivo para justificar la avidez de éste “expert”… ¡Gustativo
asunto!
(*) Si le
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