sábado, 20 de dezembro de 2014

Un Buen Chef no lo es Todo


Tenga cuidado el más agasajador de los lectores con eso de convidar a alguien para comer en un buen restaurante. Mismo que el lugar tenga mantelitos almidonados, cubiertos de plata, cálices de cristal de Murano, esa luz exigua que concede un carácter más romántico al ambiente a más de acompañado de música suave, puede que después le ataque la gastritis y al mismo tiempo lo deje con un agujero en la billetera.

En realidad, puede que el problema no radique en el mal estado de su salud y que los posteriores achaques o irritación estomacal no tengan origen en el pelma del convidado que lo acompañaba, sino más bien la causa resida en el lugar que usted prefirió para pasar una buena velada.

Nada de lo que menciono es de dudar después que uno se entera que el chef estadounidense César Ramírez, responsable del restaurante de tres estrellas Michelín “Chef's Table at Brooklyn Fare”, tenga sido demandado por sus ex empleados por dar la “peor carne” a la clientela asiática, a la que presuntamente llamaba “gente de mierda”, y por quedarse con las propinas del servicio.

Pero no piense usted que ese local era una tasca cualquiera o una fonda de mala muerte, ya que dicho tugurio es reconocido como uno de los mejores restaurantes de Nueva York y con una cocina de gran influencia asiática. Por lo menos así lo informó hace un par de días el “New York Post”, cundo ventiló la noticia de que el “Chef's Table” de César Ramírez ha sido denunciado por varios antiguos empleados por su trato racista a la clientela.

Y aún más, con un menú cerrado de 15 platos por la bagatela de 255 dólares, al que hay que sumar otros 50 en propina, “Chef's Table at Broolyn Fare” es el único restaurante de Brooklyn que tiene tres estrellas Michelín.

Sin embargo, según lo asegura en una demanda laboral el antiguo camarero, Emi Howard, Ramírez prohibía expresamente a su equipo de que sentara a los clientes asiáticos cerca de su cocina (que se encuentra rodeada por una barra para hacer la experiencia más íntima con el cliente), mientras que reservaba para ellos los cortes de carne de menos calidad.

Según Howard, que ha interpuesto la denuncia junto con otros cuatro ex empleados, también los clientes provenientes del barrio Upper West Side de Manhattan (considerado el de los nuevos ricos de la ciudad frente a la solera y el abolengo del Upper East Side) recibían un trato similar.

Además, estos antiguos miembros del equipo del restaurante acusan al chef de no pagar las horas extras realizadas (que extendían la jornada laboral en hasta 70 horas semanales) y de cargar automáticamente un 20 % de propina al comensal sin que ese dinero llegara a los camareros.

En razón de las denuncias, el dueño del restaurante, Moe Issa, emitió enseguida un comunicado en el que aseguró que el restaurante “está muy orgulloso de la diversidad de su equipo”, y agregó que “cualquiera que atraviese la puerta del mismo es bienvenido”… Lo que no quita que a uno le sirvan cualquier porquería.

En fin, delante de tales prestidigitaciones, se ve que la higiene mental y nasal no depende solamente de pañuelitos especulativos y sí de pituitarias intenciones y un excelente dedo indicador que, con certeza, traerá a luz nuevos horizontes de obras fantásticas que serán admiradas por el público exigente, lo que también servirá de motivo para justificar la avidez de éste “expert”… ¡Gustativo asunto!

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