quinta-feira, 5 de novembro de 2015

Al Demo lo Tienen Entre Cadenas


¿El desespero puede ser capaz de llevar a una madre a querer hacer de todo? Mencionado así, se supone que las respuestas pueden ser múltiples dependiendo siempre del lado cóncavo o convexo del contenido. Con todo, en el caso de una familia peruana que vive en la pequeña ciudad de Tarapoto, parecería que sí. O por lo menos es lo que cuenta el periódico “Mirror”.

Explorando mí ya conocido lado nigromante, por acaso entreveo a esa mujer, y ya me parce que la estoy viendo detenida en la entrada de la iglesia, ciertamente impacientada en su interior de ama de casa con el inesperado regalo de Dios, y por eso ella no deja de ir donde la convoca el luto y el deber, pero tal vez cuando llegue, no llore tanto cuanto lo había pensado. La tarde ya oscurece lentamente, comienzan a aparecer luces mortecinas dentro de las casas vecinas a la iglesia, pero el crepúsculo todavía ha de durar el tiempo necesario para que ella pueda rezar sin susto de los fuegos fatuos o de las almas en pena su padrenuestro y su avemaría, que en paz se quede y en paz descanse… Amén.

Fuera esta filosófica y devota suposición mía, la verdad es que en la referida ciudad circula con bastante embobamiento la noticia de que Deisith Tapulima inmovilizó a su hijo en la iglesia del pueblo. El motivo de tal maniobra sería porque el jovenzuelo de 12 años estaba poseído por el demonio y necesitaba de ayuda… Y tal vez tomar un baño de inmersión en agua bendita.

En todo caso, según alega ésta desesperada madre, esta excepcional historia no es nueva. A bien verdad, desde hace dos años que su hijo, conforme sus propias palabras, “se comporta como un animal que mal consigue hablar, así como muchas veces huye de casa”. Por lo que esa conducta desequilibrada la ha llevado a acreditar que el problema del niño es más bien espiritual que otra cosa… Salvo que ande fumando a escondidas la “hierba de satanás”.

Prescindiendo de tan altiva reflexión de mi parte, lo que sí es verdad, es que Dany, el muchacho en cuestión, permanece encadenado desde hace días en la iglesia a la espera de que alguien lo exorcice y aleje de él esos ímpetus demoníacos y virulentos. Ya que según explica la madre, las cadenas sirven para que su hijo no huya, pues en su última fuga fueron necesarios cinco hombres para contenerlo.

Es de conjeturar que la tal desendemonia sería una solución plausible, pero el atendimiento de los religiosos, sin embargo, no ha logrado mudar mucho la situación del joven. Como él ha continuado comportándose de la misma manera, permanece encadenado en el mismo lugar para que los monjes rezasen por él tres veces al día.

Vecinos y otras chusmas residentes en la misma localidad, afirman que los sacerdotes dogmatizan que no saben cuándo ellos soltarán al muchacho de las cadenas. Eso, porque, según estos religiosos, el jovenzuelo aún no se comporta normalmente e inclusive ya quebró candados y cadenas con una fuerza sorprendente para alguien de su tamaño.

Ahora bien, corriendo el pensamiento simultáneamente en todas las direcciones, como antes se dejó bien explicado, y avanzando al mismo tiempo con los sentimientos, no deberá sorprendernos que el desespero de la madre por tanto rezar y no ser escuchada en el cielo, sea causa de que no se modere de un instante al otro el disgusto que la hizo salir de casa para visitar la actual morada de su hijo y allí percatarse de la ineptitud de los monjes… ¡Sacrosanto tema!

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