segunda-feira, 23 de novembro de 2015

Las Armas las Carga el Diablo


Casi ningún individuo del planeta tiene recelo sobre tal dictado. En verdad, este dicho es muy famoso en España, y desde siempre se asocia con otro que dice “del mango de una escoba salió una vez un tiro”… Ideas de español, vaya uno a saber.

Con todo, metafóricamente hablando, se dice que “las armas las carga el diablo”, porque se las relacionan con muertes y todo tipo de agresiones sobre otras personas. Es como una advertencia de que no conviene tocar las armas. Por ejemplo, cuando alguien está limpiando o manipulando un arma, quien lo ve siempre dice: “cuidado que las carga el diablo”. Esto ha surgido por los tantos accidentes involuntarios que han causado las armas cuando alguien las manipula pensando que no están cargadas pero en verdad ha quedado con alguna bala en la recamara, y esa bala es la causa del accidente.

Por su vez, como entorno a las armas siempre hay una “energía” o algo “negativo”, los más cristianos suelen echarle la culpa al diablo cuando, en realidad, todo no pasa de imprudencia o despiste del hombre. Esos mismos que tienen por profesión satanizar cualquier cosa que ocurre a su vuelta, afirman que sucede porque el “diablo” es malo, y entonces él quiere que todos se suiciden y se vayan al infierno con él.

En suma, la muchedumbre cree que las armas tienen un uso bien definido, y ese uso es quitar o dañar la vida, ya sea de un animal o de un ser humano, porque evidente que no conocen otra función que pueda tener un arma; por lo que debe ser verdad, pues yo no creo que nadie utilice un arma para destapar una botella… Salvo que ya esté mamado.

Sumado a lo antes dicho, siempre existe la posibilidad de que entorno a un arma ocurra un accidente, así como sucede con todas las cosas que son mal concebidas por quien las inventa.

En todo caso, en algunos países del mundo la caza de ciertos tipos de animales, además de ser legalizada, es considerada como un “deporte relajante”. Mismo frente a posiciones contrarias de varias ONG´s, la práctica de ese insalubre recreo suele tomarles horas a sus participantes, y no siempre puede acabar bien.

Fue exactamente lo que ocurrió en una pequeña ciudad de Cataluña, España, donde un hombre cazaba al lado de su compañero de deporte, cuando ellos decidieron apartarse uno del otro y dieron inicio al enredo de una tragedia que ahora es investigada por la policía.

Durante el momento de la caza en que ellos estaban apartados, el hombre en cuestión tiró sin querer en su compañero. Todo, porque confundió a su amigo con el jabalí que ambos pretendían cazar y llevar para casa.

Los disparos que causaron la muerte, según relato del propio cazador, comenzaron después de él notar un movimiento extraño en un arbusto. Sin excitar, tiró pensando que se trataba del jabalí. Al escuchar el grito desesperado de la víctima, el hombre entró en desespero pero mismo así permaneció junto al victimado aguardando el rescate.

A pesar de ágil, el rescate no consiguió llegar a tiempo para salvar la víctima, una vez que los dos cazadores estaban en una parte de la mata bastante cerrada, lo que dificultó bastante la llegada de los socorristas. En consecuencia, el cazador atingido no resistió y murió en el mismo local donde fue abatido.

La policía está investigando el caso, y hasta el momento tiene apenas la versión que fue dada por el cazador, que es el único testigo presencial del hecho. Ahora, si los exámenes de balística dieren respaldo a lo que él dice, éste deberá ser indiciado por homicidio culposo, sin la intención de matar… A su amigo, pero no al jabalí.

Pienso que antes del catastrófico hecho, estos amigos se trataron como dos generales pacíficos estudiando el mapa de operaciones, elaborando la estrategia y la táctica, calculando las probabilidades, evaluando los sacrificios… Sin embargo, el enemigo no era un furibundo jabalí, y si el diablo… ¡Lástima!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

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