Por lo común, expertos en el
tema suelen afirmar que el miedo a la pérdida es lo que impide relacionarse
mejor. Un encuentro que llega a sorprender, con alguien diferente que produce
placer y que de repente hace latir el corazón más rápido, si no es taquicardia,
entonces puede ser la vivencia que estaba esperando. No obstante habría que
subrayar que si la soledad es la única compañía de un individuo, antes de éste entregarse
de lleno a esa nueva experiencia, de inmediato comienza a levantar una barrera
automática ante cualquier señal de peligro, por lo que adopta la clásica postura
del no compromiso.
Con
todo, eso de negar a comprometerse no representa solamente una actitud egoísta
de no querer compartir su vida con nadie porque le resulta más cómodo, sino que
también tiene un significado psicológico con raíces más profundas: “el miedo a
sufrir”.
Ni
bien dos personas se encuentran, cada una de ellas comienza a especular y a
tratar de bucear en el intrincado interior del otro para conocerlo mejor, y así
poder desplegar toda una gama de artilugios para conquistarlo y si es posible
dominarlo. Pocos son los que se dejan llevar pasivamente frente a un fenómeno
tan común y difícil como lo es la relación de pareja y se atreven a ser como
son.
Claro
que la química del primer encuentro no es casual, porque no somos sólo seres
materiales sino también sociales y espirituales, atributos que no sólo están
relacionados sino que conforman una unidad armónica, por lo tanto, lo natural
tendría que ser que la persona, tal como es, provoque la misma atracción. Sin
embargo, el fenómeno actual es que las personas estén disociadas, y tampoco se
comprometan consigo mismos ni con valores, porque ellas viven en un permanente
relativismo, reflejando una apariencia que no concuerda con su forma de pensar,
de hacer o de decir.
Aunque
algunos no concuerden, eso puede aceptarse como normal. Con todo, no es
necesario llegar al extremo del narcisismo monetario, como resultó ser el caso
de un joven inglés que acabó siendo dispensado luego
en el primer encuentro que tuvo con una chica. Lo cierto es que él resultó ser
caradura al extremo, al pedir de vuelta el dinero del cafecito para esa
muchacha con quien saliera no bien había acabado de conocer. Y no pensemos que era
un valor tan alto así: estamos hablando de algo en torno de U$ 5.
El caso que
trata de este bípede mano de vaca, aconteció en Islington, un barrio de la
región metropolitana de Londres, Inglaterra, con Lauren Crouch, quien no
perdiera oportunidad de dar una de vieja chismosa y acabó contando todo el
episodio en su blog.
Lauren, de
28 años, -o sea, ya estando cerca de la fecha de vencimiento- se encontró de
repente con el referido hombre en una estación del subterráneo que queda cerca
de su casa. Luego de intercambiar miraditas, caídas de ojos y permutar no más
que media docena de palabras, ellos decidieron ir a charlar juntos mientras tomaban
un café. La cosa iba bien, hasta el momento que el sujeto la convidó para un
segundo encuentro: una cena en su casa, a lo que ella se negara… Tal vez porque
no habrían velas en la mesa.
Recatada y
cumpliendo lo que su mamá le enseñara desde chiquita, Lauren todavía le dio
alguna satisfacción. “Disculpe, pero yo no iría a la casa de alguien mal conociendo
a esa persona. Infelizmente, yo soy muy romántica y acredito en un gran sentimiento
y no en una chispa luego de primera. Mismo así, le deseo todo lo que hay de
mejor en este mundo”, escribió ella en un mensaje que le envió enseguida por celular.
“OK, es
justo. ¿Usted podría darme de vuelta el valor de su café? A mí no me gusta
gastar dinero porque sí. Prefiero usarlo para encontrarme con otra persona”, le
respondió el descornado joven luego de ser contrariado. A seguir, le envió el
número de su cuenta bancaria vía SMS.
Inconformada,
por no decir algo más pesado, Lauren resolvió contar todo lo que aconteció en
su blog personal, si bien se abstuvo de informar si en verdad devolvió el dinero
o si apenas ignoró al miserable.
Sin duda hay
que reconocer que algunos hacen lo que hacen sin darse cuenta, como nos ocurre
muchas veces, que damos los dos primeros pasos por devaneo o distracción, y
luego no tenemos más remedio que dar el tercero, incluso sabiendo que es errado
o ridículo, ya que el hombre es, realmente, y afirmémoslo como verdad irrevocable,
un animal irracional… ¡Apasionante!
(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma
editorial Bubok: www.bubok.es/
Nenhum comentário:
Postar um comentário